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España España · Tarragona
Críticas de Luigi
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Críticas 415
Críticas ordenadas por utilidad
5
4 de septiembre de 2009
39 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Counter strike y los Sims son dos videojuegos a los que nunca he jugado pero a los que he visto jugar en muchas ocasiones y de los que conozco -porque he preguntado- su mecanismo. Son dos de los juegos más populares de realidad virtual, pero imagino que debe haber muchos más.

Entiendo que los autores de este film han querido llevar al límite de lo imaginable una supuesta evolución de esta clase de juegos; la idea de la que parten parece interesante, aunque nada original: convertir la realidad virtual en algo tan real que no se pueda diferenciar entre una u otra.

Pero ocurre con demasiada frecuencia que las buenas ideas mueren a medida que se van desarrollando, quizás porque no eran tan buenas como su formulación parecía indicar. En la película que nos ocupa, ni siquiera se podría decir que se haya sabido plasmar el planteamiento inicial en algo digno de ser creíble ya desde un principio, me refiero, como puede pensar cualquier que vea la película, en la interrelación entre el jugador y la persona que es “jugada”, es decir, sobre la que se ejerce una acción de juego; por cierto, muy distinta si es el juego de sociabilidad o es el juego bélico, y no se entiende por qué informáticamente debería ser así.

El desarrollo argumental posterior es tirando a pobre, sin caer en lo patético, si exceptuamos la escena final en la casa del “genio informático”. En fin y ya para acabar, otra película apocalíptica de un futuro terrible a causa de una evolución errónea de la tecnología, que pasará sin pena ni gloria; eso sí, y para ser honesto, aburrirme, lo que se dice aburrirme, no me aburrí, algo es algo.
Luigi
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8
1 de octubre de 2023
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me parece un milagro. ¿Cómo puede ser que Woody Allen con sus casi ochenta y ocho años pueda seguir haciendo películas llenas de ingenio y argumentos muy bien trazados? ¿Cómo puede ser que después de todo lo sucedido, de haber sido absuelto dos veces, y sin embargo llevar encima permanentemente la sombra de la duda, de rodar en francés pueda ofrecernos obras tan redondas? Obras impregnadas de sus características que permiten detectar casi enseguida que estamos ante algo surgido de su imaginación, aunque no supiéramos que son suyas.

No salgo de mi asombro y me congratulo. Tenemos Woody Allen para rato, cruzo los dedos. En esta su más reciente película, Allen juega otra vez con la casualidades y con la suerte. Con unos actores que parecen ser miembros de la factoría Allen de toda la vida, el director neoyorquino trenza la historia de un amor juvenil no declarado y que se manifiesta muchos años después a muchos kilómetros de donde surgió. Llega en el momento adecuado, otra casualidad, y es por ello que fructifica.

Su desarrollo nos mantiene en vilo durante su desarrollo. No desvelaré el final pero la temática que tantas veces ha tratado Woody Allen, la suerte, tiene una importancia capital. Decir también que sus contenidos noventa y seis minutos son toda una lección para tantos que son incapaces de meter la tijera a tanto metraje rodado y finalmente expuesto. Y todo esto sin multiversos, mundos distópicos, o figuras monstruosas; tan solo la imaginación desbordante de unos de los mejores directores que han tenido el cine en sus últimas cinco décadas, aunque a muchos les cueste reconocerlo o les pese.
Luigi
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6
14 de noviembre de 2009
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que advertir que mi crítica puede estar afectada por la versión musical de la inmortal obra de Charles Dickens de los años 70, el Scrooge de Robert Neame y de Albert Finney. Este película es una de las que recuerdo con más constancia y cariño, y que más fácilmente me retrotrae a mi infancia y mis navidades, que son conceptos que, por cierto, van intrínsecamente unidos.

No esta la única versión, ha habido muchas más, por lo que es comprensible que el casi siempre eficaz y artesanal Robert Zemeckis, aprovechando el paso del tiempo y el avance implacable de la tecnología, haya querido hacer la suya, adaptada a los tiempos modernos.

Se utiliza la técnica de los dibujos animados hechos de forma hiperrealista, con la sensación de seres de carne y hueso, especialmente el huesudo Mr. Scrooge. Ayuda a esa sensación, esa tercera dimensión añadida, y ahora tan en boga, que te obliga a ponerte gafas, o como en mi caso, gafas sobre gafas, aunque no sé si justifica los dos euros y medio que te clavan de más.

Lo que más me ha llamado la atención es la ambientación conseguida; se diría que estamos inmersos en el Londres plenamente decimonónico, con sus calles llenas de nieve y barro, sus carruajes de caballo, su pobreza, la oscuridad levemente atenuada por la luz que desprende las velas, y el frío, sobre todo, ese frío que ahora, acomodados en nuestras confortables casas, se nos antoja imposible de soportar.

La historia que se nos cuenta es la ya sabida por todos, no se cuenta nada nuevo, pero no por ello nos aburrimos, aunque no entiendo muy bien por qué no se ha esperado a estrenarla en navidad.

Respecto a otras adaptaciones, hay más vuelos, hay más fantasmas y más espantosos, más escenas que con facilidad rompen la realidad y la convierte directamente en infierno; pero ninguna como, por ejemplo, aquella de esa adaptación de la que hablaba al principio, donde todos los deudores del usurero Scrooge bailan y cantan encima de su ataúd dándole las gracias por su muerte. Ya lo decía Sartre: “El infierno son los otros”, y, añado yo, para descender a él no hace falta grandes alardes de dibujantes ingeniosos, sólo hace falta mirar un instante la cara miserable de Scrooge.
Luigi
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6
24 de mayo de 2009
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar un consejo: si no te gusta Ben Stiller no vayas a ver esta película, su presencia es apabullante; exagerando un poco diré que no recuerdo un plano en el que no salga o no sea antesala inmediata de su aparición; a mí en concreto no me molesta, lo encuentro relativamente digerible, un cómico incalificable, lejos de otros modelos, no busca la gracia directamente, tan sólo se pone en situaciones absurdas y cómicas en las que puede verse superado o no y aguanta el chaparrón; lo gracioso es que a veces le funciona.

Es un tópico decir que segundas partes nunca fueron buenas; aquí el problema es que la primera parte ya no fue buena, por lo que superarla levemente era tarea accesible a pocas ganas que se pusieran, y creo yo que se han puesto. Cuando ves una película de este estilo, - lo de estilo es un decir- no puedes ir de exquisito y pedir peras al olmo; has de conformarte con que el film no te trate de tonto, te arranque una sonrisa con cierta frecuencia, y que el guión sobre el que se sostiene no sea un mero pretexto para la búsqueda de situaciones pretenciosamente hilarantes o una mera continuación, sin novedades, de la primera parte.

Pues bien, todo ello está conseguido con puntuación de seis sobre diez, y me permito por una vez pasar de adjetivos calificativos. Destaco, cómo no, las escenas protagonizadas por Robin Willians en su papel de Teodoro Roosevelt, en especial aquella en la que sale dando vida a un busto. Al salir de la relativamente poblada sala de proyección, de esta película tan misteriosamente promocionada y proyectada, quizás debido a la falta de estrenos de mayor enjundia que sufrimos últimamente, sentimos que al contrario de lo que pensábamos, segundas partes, aunque modestas, algunas veces son mejores, mira tú por dónde.
Luigi
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7
26 de marzo de 2013
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Walter Hill es un director de los míos. Uno de esos directores que conocí cuando el cine empezaba a interesarme a principios de los años ochenta. Por aquella época, él se estaba forjando una filmografía que no estará a la altura de un Coppola o Scorsese, pero que tiene un sello personal lo suficientemente identificativo y un saber hacer más que digno. Recuerdo, a bote pronto, títulos como “Silverado” o “Límite: 48 horas”. No eran grandes títulos, pero te devolvían con creces el dinero que habías pagado por la entrada.

Desconozco porque Hill ha estado en un relativo dique seco estos últimos años, en los que no paran de salir nuevos directores cinematográficos de efímera carrera y fugaz recuerdo, pero me alegro de que Silvester Stallone se haya acordado de él para dirigir este proyecto que al parecer se había quedado huérfano de director. El film es como siempre en Hill: metraje contenido, personajes con un código moral, aunque discutible, secuencias de acción bien rodadas que no se comen a otras de estudio de personajes etc… En resumen, una obra con músculo y poca grasa, quizás no demasiado sesuda, pero tampoco situada en el otro extremo; un film, ya para acabar, que no pretende engañar a nadie.
Luigi
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