Esta serie de Netflix vuelve a retomar la crisis de los opiaceos a principios de siglo en Estados Unidos, pero no alcanza la profundidad de la anterior, Dopesick, que marcaba mucho mejor lo que humanamente significó la oxicodona en la sociedad norteamericana. Por supuesto, los personajes son distintos, aunque los reales, como la familia Sackler vuelven a aparcer en esta serie.

Se parte de una buena realización y cuenta con actores apreciables, pero peca de una frialdad que no nos llega a emocionar como en Dopesick, donde además contaban con la magnífica interpretación de Michael Keaton.

Si le pongo un 6, como Interesante, es porque creo que trata un tema que en sí lo es, puesto que ahora que ya no se vende la oxicodona como caramelos infantiles, ha aparecido el fentanilo, otro opioide que está matando a miles de norteamericanos y que, parecer ser, ya está llegando a Europa.

Es una pena que un guion absurdo haya dado al traste con una serie que podía haber sido una magnífica forma de dar visibilidad a uno de esos trabajos mal considerados pero imprescindibles para el buen funcionamiento de las empresas. Por cierto, siempre se las nombra como "camareras de piso" o "limpiadoras", cuando hace tiempo que se las llama kellys en todo el mundo.

Creo que el autor, guionista de series tan exitosas como "MerlÍ" se ha limitado a trabajar por encargo sin acertar en el tono que requería esta produccion, no sabemos si estamos ante una comedia, un drama social, una serie romántica...en fin, que no hay mucho por donde salvar la serie. Tiene como positivo que es corta y que las actrices están bastante bien, aunque ya vale de poner a una pareja lesbiana en cada producción española.

Los personajes son ficticios hasta la naúsea, desde el director medio lelo del hotel, hasta los niñatos jóvenes, que vienen a "completar" el target de edades, para que no sean todos de mediana edad.

La serie Extrapolaciones, que es su nombte real, tiene uno de lo mejores repartos que se pueden reunir en este momento, un presupuesto millonario, un asunto central, el cambio climático, que nos interesa a todos, pero es una serie fallida.

Quizás adolece de algo que suele suceder con frecuencia, que cada episodio tiene diferente director/a, lo que unido al caótico guion la hace poco coherente y fácilmente olvidable.

Cuando han transcurido dos o tres capítulos, me dejó de interesar su planteamiento central porque se va por derroteros cada vez más dispersos y previsibles, así que le doy un 6 más por las buenas intenciones que por el resultado global de la serie.

Partiendo de la base de que conozco bastante bien la isla de Fuerteventura, esperaba algo más de esta película, pero me ha parecido de una insulsez supina.

Ni los personajes me dicen nada, ni sabemos que piensan ni que los motiva, ni hay un reflejo de sus almas en el film. Se limitan a hablarles a las cabras, lenguaje que no entiendo. Los actores no se si son buenos o malos, porque no reflejan ni un sentimiento en su comportamiento ni en sus pocas palabras, ni siquiera sé si son actores profesionales.

Se podría haber sacado más partido a los impresionantes paisajes de Fuerteventura, reflejar su modo de vida ancestral antes del turismo, que solo se vislumbra en carreras de quads que aparecen de repente y te avisan de que estamos en el siglo XXi.

No comprendo las críticas favorables de los profesionales, o sí, porque ahora está de moda en España alabar las películas ruralistas, que a mí particularmente me parecen bastante aburridas, véase el caso de "Alcarrás" o de "Suro". Si como a mí, te parecieron infumables, no te recomiendo "Rendir los machos" porque bebe de la misma fuente.

Desde hace tiempo vengo observando que las series americanas se reparten en tres tipos de personajes: asesinos, superhéroes y neuróticos. A esta última categoría pertenece la que hoy nos ocupa y, para rizar aún más el rizo, aquí los neuróticos son psicólogos.

Pues bien, sobre dichos psícologos, un anciano que padece Parkinson, uno de mediana edad que ha perdido a su mujer y una obsesa por el sexo rápido, se articula una serie insulsa, sin gracia y muy caca-culo-pedo-pis, donde en cada frase hay dos o más palabras malsonantes o blasfemas, lo que parece que hace reir todavía a bastantes espectadores.

Dicho esto, los actores no están mal, pero les ha tocado defender un guion disparatado y que podría haber entrado más profundamente en la psicología de los personajes y no resolviendo los conflictos a base de gritos y escenas de cama.
Tampoco Jason Segel es Woody Allen e incluso éste ya se repite bastante como neurótico judío oficial de los Estados Unidos.
Harrison Ford está bien en su papel de viejo gruñón, algo ya manido, parece que no puede haber un viejo simpático. Pero su alegre vida sexual no parece compatible con la enfermedad que arrastra y cuyo principal efecto es la disfunción eréctil.

Y yo particularmente le pediría a Christa Miller que, por favor, dejara de operarse la cara, pues resulta bastante desagradable, ha perdido su expresión y no parece más joven que sus cercanos sesenta.

En resumen, una serie muy infantil en el planteamiento, pero que no deben ver los niños porque acabarían hablando como reos de una cárcel de máxima seguridad.