¿Es "Revolution 9" una canción buena o mala? Vamos más allá. Aunque está incluida en un disco de música, ¿es "Revolution 9" una canción? Quien haya escuchado el disco blanco de The Beatles (The Beatles, 1968) entenderá a qué me refiero.

Con este film sucede lo mismo. O, al menos, esa es la impresión que deja. La pregunta no es si "Waking life" es una buena película o no; la verdadera cuestióne es si debe ser entendida como un film o como un experimento audiovisual.

Un ensayo sensorial, un vómito artístico de imágenes y palabras, una declaración de intenciones, demonios interiores que escapan en forma de escenas animadas. Sin más.

Porque "Waking life" es una propuesta con personajes difusos, sin una historia narrada, sin ubicaciones espaciales concretas ni referencias temporales precisas. Su estructura se compone de escenas fragmentadas, de reflexiones en voz alta, de sugerentes propuestas, de..., de... de la vida, que dirán algunos. De pajas mentales, que dirán otros.

Unas cuantas fases de la película resultan pedantes. Apasionadas e incluso apasionantes, pero pedante, como si estuviesen extraídas de una reunión de aspirantes a doctorado en Metafísica Vital. Sin embargo, el conjunto resulta hipnótico, seductor, con un extraño atractivo.

El que se meta en la experiencia audiovisual propuesta por Linklater, el que se la crea, tendrá la sensación de estar ante una obra magistral. En cambio, el que se quede fuera, el que no se la crea, se pasará hora y media mirando el reloj con la extraña idea de que el tiempo pasa extremadamente lento.

Ambos, sin embargo, llegarán a la conclusión de que "Waking life" es un ensayo audiovisual único, una propuesta de ruptura y fantásticamente arriesgada. Como en su día lo fue "Revolution 9".

El film de Linklater será una referencia para cinéfilos, al igual que la canción de The Beatles lo es para los melómanos. Y ninguno de los dos experimentos cambiará el curso de la Historia: serán rocas levantadas en mitad del curso del río.

Ahora, otra cosas diferente es que guste o no. O, si vamos más allá, si habría que considerarla una película o encerrarla en una jaula de cristal apartada del resto. Para que no se contamine o para que no la contaminen.

Lo dicho. Que nadie se deje engañar.

Number nine. Waking life.

En un episodio de The Simpsons, Barney Gumble realiza un cortometraje lleno de clase y sensibilidad. Frank Miller debería revisar esa pequeña obra maestra para darse cuenta de que su film resulta lento, pretencioso, ridículo y notablemente aburrido.

Las reminiscencias estéticas de Sin City son sólo eso: un escenario residual y monótono. Los personajes son tan absurdos como esperpénticos. Lo de las voz en off, mejor ni mencionarlo... De traca, oiga.

Todo ello envuelto en una atmósfera onírica que provoca, precisamente, sueño. Lo único que evita cerrar los ojos del todo son las esporádicas apariciones de mujeres curvilíneas. Pero que nadie se flipe, que tampoco es para tanto.

Si ninguno de los que participan en la película parecen tomársela en serio, ¿por qué debería hacerlo yo?

Hasta Barney Gumble se tiraría de los pelos pensando que él podría haberlo hecho mejor.

(Dicen que no hay nada peor que saltar un precipicio en dos saltos.
O pasas el abismo de un brinco o te caes al fondo.)

Me rindo. Estoy a los pies de Van Damme. A los suyos y a los de esos visionarios que, como la Bestia Come Niños o Gafón de los Montes, intuían -no hay otra palabra plausible- intuían que el amigo Jean-Claude era un grande.

"JCVD" es una propuesta fascinante, en la que Van Damme acepta el reto de exorcizar sus demonios, de enfrentarse a sí mismo, de reflexionar sobre lo que le gustaría ser y de afrontar lo que realmente es. Y ese acto de máxima valentía sólo es propio de un grande.

El envoltorio de este experimento es una película humilde, con una trama ingeniosa aunque poco profunda. Diálogos y escenas brillantes se alternan con transiciones tediosas, travesías pantanosas que rellenan los vacíos entre Van Damme y Van Damme.

Por esas oscilaciones, "JCVD" es sobre todo una oportunidad desaprovechada. Van Damme está listo para todo, pero la trama tiembla, duda y se encalla. El film pierde ritmo, mientras él se sienta en una esquinita del plano y espera su turno. Él y todo el público, porque este experimento solamente tiene sentido cuando emerge Jean-Claude.

Van Damme convierte un subproducto visual en un film inolvidable. Ya sea mendigando un papel a su agente, quitando cigarros de la boca a un fan con una patada de las suyas o marcándose un monólogo frente a la cámara que, pese a quien pese, ya es historia del cine.

Tendría que haber salido una obra maestra. Y en la película sólo Van Damme está magistral.

Dicen que no hay nada peor que saltar un precipicio en dos saltos.
Pues Van Damme lo salta en uno, pero el resto de la película se queda en el camino.

"Ni por aburrimiento ni por curiosidad. Ni se te ocurra ir a verla."

Así de claro me lo dijo Via Marguta en cuanto salió del cine.

Ethan Hunt ha poseído el cuerpo de Tom Cruise. Creo que realmente ése es el problema y no las milongas de la cienciología. Por eso Tom ha dejado de abrir los brazos a lo Risky Bussiness para subirse en cualquier tipo de vehículo a toda velocidad y luego dejarse caer. Hasta tocar fondo.

Lo de Cameron Díaz es más comprensible, porque las facturas se acumulan encima de la nevera y hay que pagarlas. Además, una mañana te levantas y piensas "yo era una estrella de cine" y te propones recuperar lo mejor de tu vida. En ese momento de desbocado optimismo, te llega la oportunidad de trabajar con Ethan Hunt... Cualquiera dice que no.

Lo de James Mangold es más preocupante. Porque parece que se lo toma en serio. Ojo con eso: es el primer síntoma grave de estar perdiendo el norte. Y el sur. Si hubiese aparecido Leslie Nielsen haciendo un cameo, me habría quedado más tranquilo. Pero no.

Al parecer la película va en serio.

Se nota en que luce bien. Las escenas de acción, las localizaciones, cápsulas de entretenimiento de diseño, el pelo de los protagonistas,... se nota que esas cosas están cuidadas. Porque el día que empezó el rodaje, seguramente Tom, Cameron y James chocaron las manos y se dijeron convencidos "vamos, chicos, que nos va a salir una peli que te cagas".

Cada uno tendría sus motivos. Ahora toca saber cuáles son las razones para verla.

Via Marguta me advirtió: "ni por aburrimiento ni por curiosidad".

¿Y si creo que esto va en serio?
¿Y si tengo que pagar facturas?
¿Y si estoy poseído por Ethan Hunt?

Violento. Quizás no sea la palabra más apropiada, pero es la primera que se me viene a la cabeza (que diría Palahniuk) para definir "Harry Brown". Es curioso que la palabra "violento" tenga ocho acepciones en el Diccionario de la Real Academia Española. Y de las ocho, no sé con cuál quedarme:

Violento, ta. (Del lat. violentus).
1. adj. Que está fuera de su natural estado, situación o modo.
- En este sentido, es difícil encontrar una versión más dura y violenta de Michael Caine.

2. adj. Que obra con ímpetu y fuerza.
- El film es crudo y absorbente desde el primer momento. Por su ímpetu, por su fuerza visual y por su violencia.

3. adj. Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias.
- Cada escena está planificada con intensa crudeza y perversa inteligencia, abocando la película a un destino fatal inevitable.

4. adj. Que se hace contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones.
- El film esboza una serie de comportamientos violentos, exprimiendo convencionalismos, sobrepasando lo previsible y poniendo a prueba los límites de la moral del espectador.

5. adj. Se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira.
- El muestrario de personajes violentos inunda un film donde los protagonistas sólo tienen dos opciones: ser víctimas o agresores.

6. adj. Dicho del sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural.
- La visión ofrecida de este anónimo barrio británico es descorazonadora; un universo atroz donde no hay lugar ni razón para la esperanza.

7. adj. Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia.
- El despertar de la violencia, tan predecible como impactante, se desarrolla al margen de cualquier convención; un festín para quien quiera escapar de clichés y escenarios políticamente correctos.

8. adj. Se dice de la situación embarazosa en que se halla alguien.
- Resulta violento no encontrar salida; resulta violento saber que no habrá redención; resulta violento descubrir que las cosas no van a cambiar.

"Harry Brown" es un film violento desde la brutal escena inicial hasta el final. Sólo quien esté dispuesto a aceptarlo disfrutará de una experiencia visual de primer nivel: un Michael Caine inolvidable, en una atmósfera claustrofóbica y siempre inquietante.