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España España · PALMA DE MALLORCA
Críticas de Malperra
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
9
6 de marzo de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres personajes: un científico, un escritor y un guía, penetran furtivamente en una “zona” cuyos parámetros se rigen por unas leyes que escapan de la comprensión de la mente humana, en busca de la satisfacción de unos deseos que los dos primeros nunca verán colmados.

Tres personajes que conforman una trinidad integrada en un ente único.

El pensamiento representado en sus tres formas de discernimiento: Ciencia, Filosofía y Religión.

El ser humano en busca de sí mismo, de las razones de su existencia, del significado de la vida, en una exploración que sólo podrá llegar a su destino al amparo de la Fe, personificada en la figura del “stalker”, alegoría de nuestro componente religioso.

Tarkovsky utiliza un relato de ciencia ficción como caballo de Troya para camuflar su discurso metafísico, en un contexto de intensa represión del pensamiento religioso -simbolizada en el cerco policial a una Zona entendida como reducto de la fe a la que se accede desde los dominios de la razón, así como en la clandestinidad de los “stalkers” alusiva al acoso a la divulgación religiosa de la época de Brezniew - y lo hace en un lenguaje cargado de sutilezas y matices difíciles de captar en su totalidad –al menos para mí- tras un primer visionado, que van del uso continuo de la metáfora en los diálogos a la diversificación de la tonalidad del color en la fotografía, sin pasar por alto el que para mí es su elemento formal más logrado: la inquietante belleza que percibimos en las imágenes de un paraje desolado, anunciadora de la alteración de su orden natural. La subversión del orden estético utilizada aquí como instrumento de lenguaje visual.
Malperra
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7
20 de septiembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Boorman consigue en esta película dotar de una aparente trascendencia a un guión de lo más convencional para ofrecernos un producto en el que la forma supera con creces al contenido merced a la utilización de recursos de gran impacto audiovisual y a la enfática recreación física y psicológica de la figura del personaje central, protagonista absoluto del film en detrimento de unos secundarios que son tratados sin pena ni gloria. Casquillos de bala que se derraman a cámara lenta desde el tambor, sonido sincopado de las pisadas del protagonista que deviene banda sonora tras el cambio de plano, largos primeros planos de un hierático y silente Lee Marvin que revalida su estatus de actor principal, ya acreditado en “Código del hampa” (Don Siegel, 1964) y una excelente secuencia final. Destellos de calidad de una realización que, por otra parte, recurrirá a maniobras de despiste como el ininteligible primer diálogo entre Walker y Fairfaks, o los confusos flashbacks iniciales, para enmascarar la simplicidad de un guión que no tiene reparo en eliminar prematuramente al antagonista principal (aunque de forma brillante) para ir creando nuevos personajes que asumen el antagonismo de forma subsidiaria.
Malperra
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8
1 de junio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ánimo de desmerecer la calidad de esta magnífica película, ampliamente comentada en anteriores críticas, sólo mencionar un detalle que no me cuadra: ¿qué necesidad había a la hora de elegir el nombre ficticio que encubre la verdadera identidad del personaje que interpreta Jack Nicholson, inspirado en el gangster de origen irlandés "Whitey" Bulger, de asignarle el de otro gangster real, el capo mafioso Frank Costello?. Este hecho confunde al espectador de tal manera que hasta que cae en la cuenta del equívoco no puede evitar hacerse preguntas tontas o emitir juicios equivocados del tipo ¿había teléfonos móviles en los cincuenta? o ¡qué mal caracterizado está Jack Nicholson!...
Malperra
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7
28 de noviembre de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Coigne Gashade (Warren Oates) ha huido a través del desierto tras matar a un hombre y a su hijo.

- Willett Gashade (Warren Oates), hermano gemelo del homicida es contratado por una desconocida para que la guíe por el desierto sin revelarle el objeto de la misión.

- Un pistolero contratado por la mujer con anterioridad, se une a ellos posteriormente.

Cine experimental de serie B con hechura de western clásico que sin renunciar a cierta coherencia argumental, a pesar de pequeñas concesiones al surrealismo, nos propone el viaje iniciático, con evidentes connotaciones de índole metafísica, de un personaje (Willett Gashade) que conduce (¿?) a otros dos por un itinerario incierto de gran hostilidad natural, en un periplo del que desconoce tanto su destino como la identidad y los propósitos de sus acompañantes.

La narración transcurre en una atmósfera de fuerte tensión psicológica y de intriga constante, situando al espectador en un plano cognitivo similar al del protagonista al no disponer de ninguna información de la que no sea testigo éste y encontrando ambos cumplida respuesta a sus interrogantes respecto al destino final de esta travesía del desierto y a la naturaleza de esa inseparable compañera de viaje en un ambivalente desenlace cuya obviedad no le resta un ápice de contundencia.
Malperra
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6
14 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera colaboración del tandem Anthony Mann-James Stewart, esta vez en blanco y negro, preludio de una inefable tetralogía en color que alcanza su cenit en ese monumento al individualismo que es “Tierras lejanas”. Tal como ocurrirá en la década posterior con el dúo Leone-Eastwood, aquí se crea un personaje que, con distintos nombres y similares motivaciones, se repetirá en sucesivas colaboraciones; un hombre del oeste aparentemente débil y bonachón que se defiende bien con las armas y con los puños, y que se caracteriza por una inquebrantable determinación y un marcado individualismo. Una figura de carácter eminentemente pragmático en contraposición a la del pistolero defensor de causas perdidas.

Del mismo modo que en el “Hombre de Laramie” la película empieza con la llegada al pueblo del protagonista con afán de ajustar cuentas con un individuo y termina con el enfrentamiento entre ambos; la diferencia está en que, en la susodicha, no conoce al hombre en cuestión y ahí es donde radica el interés del relato, el catalizador que da cohesión a toda la estructura narrativa. Aquí, sin embargo, conoce de antemano a su antagonista y para amenizar el viaje hacia el previsible final van apareciendo personajes y episodios superfluos bajo la coartada de seguirle la pista a un rifle de repetición, llegando a plantear la duda entre cuál es el motivo esencial de la historia y cuál el mcguffin.

Llama la atención el desafortunado reparto de papeles secundarios entre los actores que intervienen. No es difícil imaginar cómo habría mejorado el arranque de la película y el concurso de tiro con Dan Duryea como antagonista (lo sería después en “Bahía negra”) y John McIntire como Whyat Earp, sin embargo ambos quedan relegados a personajes de menor relevancia. En fin, pequeña decepción mi revisión de este clásico de mi infancia que dieron anoche por la tele, pero diré una cosa a su favor: es la primera vez que veo a mi nieto de seis años aguantar hasta el final una película que no sea de dibujos.
Malperra
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