¿Qué es un demonio?. Según nuestra unilateral educación judeo-cristiana, la pura encarnación del mal... ¿Y por qué es así...? ¿Qué subyace en la defenestración cristiana del diablo?. En una cultura dónde, desde que nacemos, estamos imbuidos por unas pautas de comportamiento que se repiten una y otra vez, resultaría peligroso que alguien levantara la voz... que se diera cuenta de las manipulaciones, de las violaciones y de la alienación de una sociedad drogada en su percepción... una sociedad castrada y cautiva en definitiva.
¿Qué hizo Satán? rebelarse ante lo establecido, intentar equipararse a Dios y ser al final, libre. Por eso fue el ángel caído, el apestado, el incomprendido... Satán es el Mal, nos dicen, para que nadie se salga del tiesto y siga con la cabeza gacha... pero a mí, lo que me transmite el demonio es libertad, ganas de medrar y lo que es más importante, la capacidad de elegir, que, fundamentalmente es lo que nos hace humanos y no bestias...
Ese es el genial mensaje que transmite la película. Aunque por la nota que tiene, me temo, muchos no lo han captado. Lástima.

A lo largo de casi toda la década de 80´s se extendió cierto fervor por el cine de espada y brujería a raíz de la excelente adaptación que John Milius realizó de Conan el bárbaro. Este gusto por los guerreros musculados, mundos alternativos, magia, amazonas semidesnudas y demás rasgos howardianos fue explotado en forma "low cost" por los italianos en lo que denominaría "spaguetti heroic fantasy", filmes de serie b, algunos de ellos salpicados de gore y que de forma más o menos acertada intentaban emular el éxito que alcanzó el guerrero cimmerio.
La espada salvaje de Krotar -junto a las sagas de Ator, Gor, Gunam y "Thor el Conquistador" entre otras- es un ejemplo perfecto de este tipo de cine. Así pues no os espereis grandes efectos, grandes guiones etc. Simplemente obtendréis entretenimiento del visionado de estas criaturas si albergáis total predisposición para disfrutar de historias arquetípicas -es decir, agravio, búsqueda y venganza- combates cutres, música bastante aceptable y decorados sin ningún tipo de medios. Si es así, ¡¡por Crom que merece la pena!!.

En la que posiblemente es su película más compleja y rotunda, Peckinpah mantiene un doble juego. De un lado, la puntualización de que "su oeste" es un mundo agonizante, absurdo, muerto; del otro, el entendimiento humano de esos personajes y la comprensión de que ellos son también victimas de aquella violenta vorágine. Porque es que, para el director americano, esta violencia es un producto natural de las circunstancias que condicionan al ser humano...por ello sus protagonistas se hallan acabados o muertos, y de ahí que hablemos de "Grupo Salvaje" como un anti-western, un western sucio, como dicen algunos.
Y es que, en esta película el Oeste ha muerto, y quizá por ello la acción se desarrolla más allá de Rio Grande. Probablemente los personajes de "Grupo Salvaje" nacieron demasiado tarde, siendo en este caso, individuos anacrónicos que comprenden que su mundo se acabó. Esto explica el romanticismo, el drama y aun ese estado de suciedad, sudor y malestar general de los protagonistas. Unos sentimientos que presentan tanto el medio dramático para llegar al fin de Peckinpah, como ese fin en sí mismo: el ocaso de una época.

Ni se os ocurra ver esta serie si no sois frikis máximos...aunque la verdad, si estáis leyendo esta crítica, seguramente lo seáis un poco.
Ponerle un 6 a algo que bebe irremediablemente de las series de sobremesa japos, tipo Bio-Man, sería algo así como echarme piedras sobre mi propio tejado, pero es que, en este caso, la serie, a pesar de esa cutrez, tiene cosas muy muy interesantes...claro está para los amantes de este tipo de historias.
Primeramente, y a pesar de que algunos malos son de carton piedra, hay personajes con un diseño muy apañao; los combates tienen unas coreografías brutales y la música es magnífica. Si coges todo eso y lo agitas, pues sale algo muy raro: Garo, una historia simple y explotada pero que sin embargo entretiene y hasta en ocasiones gusta...aunque nunca haga olvidar lo que verdaderamente es: pura japonimina para inyectar en vena freak.

¿El neo-fantaterror de Balagueró mezclándose con el J-Horror? Si la idea es sugerente, la ejecución del cineasta filipino Mikhail Red supera las expectativas. Y es que Eerie no es un relato sobrenatural cualquiera porque consigue trascender el cliché del fantasma como ente ofuscante hasta convertirlo en un personaje con anhelos, inquietudes y, en definitiva, definido por una personalidad compleja. Recuerda bastante a Kiyoshi Kurosawa por la cuidada gama de colores y su profundo pesimismo existencial, y ya en un plano mitográfico, a la leyenda urbana de Hanako, la niña de los baños. Pero lo realmente impactante de este film es su imaginería cristiana imbricándose con el folclorismo típicamente asiático, en una explosión visual apasionante para los que gozan de la semiología intercultural. Amantes del género, no os la perdáis