Cuando vas al cine para ver una película de Bayona, acudes ya con la idea de encontrarte con un producto perfeccionista en lo insólito y este de tema tan conocido, no iba a ser distinto después de un periplo tan largo en su gestación. Y la verdad, no me ha defraudado en absoluto porque ahonda, como nunca, en la esencia de lo humano en el límite natural de la supervivencia. Profundiza en las entrañas de los personajes en colectivo, en sus sentimientos ante el horizonte de la muerte de cada uno y en como intentar esquivarla desde lo personal pero también desde el compromiso con el compañero, el amigo, el que camina contigo hacia ese funesto destino a evitar.
No es una película al uso de acción, aunque tiene dos escenas memorables como la del brutal aterrizaje o la de la asfixiante y hasta claustrofóbica escena de la avalancha de nieve. Bayona va escudriñando a los personajes anónimos, que él rescata con sus nombres en pantalla, tras sus muertes, como a los héroes de guerra de tantos monumentos monolitos esparcidos por tantas y tantas ciudades, para hacer presente su inevitable olvido.
Es un acierto el reclutamiento de actores poco conocidos del cono Sur, con su acento propio y que dan un toque coral de mayor verosimilitud al conjunto con actuaciones de gran nivel por su naturalidad y acercamiento a los personajes reales. Como también lo es, la de contar con un narrador “omnisciente” en boca de uno de los pasajeros muertos, Numa Turcatti que nos ambienta la epopeya y los pensamientos más profundos a los que se enfrentan todos los supervivientes.
Hay muchos momentos de duda y de lucha interna en los personajes planteándose el debate ético de comer la carne de los pasajeros, algunos compañeros y otros amigos en aras a la supervivencia. Y Bayona lo aborda desde la crudeza del momento en el que afloran los pensamientos morales, religiosos y éticos, con gran naturalidad y dignidad. Incluso después de pasados los momentos de terribles dudas y de miradas, algunas desaprobatorias, hasta la claudicación de lo inevitable; filma una escena de fuerza colectiva y unión, introduciendo la poesía de lo que se les ocurre en ese momento a cada personaje, con versos cotidianos improvisados para distender la situación extrema.
La película descansa en un gran guion, una muy buena fotografía en los paisajes de nuestra Sierra Nevada, imitadora de los Andes y con numerosos primeros planos de los protagonistas que profundizan en el sufrimiento de los personajes ante unas condiciones límite.
El final abierto a la interpretación como mensaje al espectador también me parece un logro porque no todos tenemos las mismas creencias de partida y la libertad para el que mira y observa no debe ser enjuiciada bajo postulados dogmáticos. El “pero” consabido que le pondrán algunos, será su duración ante la falta de acción; pero ya es hora de reivindicar el relato cuando tiene enjundia y quitarnos el cliché de los videntes de series.
En conjunto gran película de Bayona, profunda y minuciosa en lo humano que apunta alto en el mundillo de los premios y probablemente, en mi modesta opinión, su obra más lograda hasta el momento.