Thriller con grandes dosis de melodrama, que trata de revestirse de un halo sobrenatural, aunque luego da un giro y resulta ser otra cosa.
Lo mejor que se puede decir de Possession (si ese es su verdadero título, no la estupidez absurda que le pusieron en castellano y que nada tiene que ver con la historia de la película) es que se deja ver, es relativamente entretenida, aunque como la mayoría de los thrillers hollywoodenses está demasiado armado, todos se ven iguales, se escuchan iguales, se sienten iguales, uno ya se conoce al dedillo cuando va a pasar cada cosa.
Tal vez lo mejor sea la idea que expone aunque no profundiza, de los factores que nos enamoran de una persona, si es su apariencia, su personalidad, los detalles que tiene con nosotros, etc, aunque la película elige el camino más predecible y no explotar esos detalles.
Otra cosa, es lamentable que esta sea una de las últimas películas de Sarah Michelle Gellar, actriz actualmente olvidada, hasta que algún productor o creador de series nostálgico de Buffy, decida rescatarla, cosa más que merecida porque es una actriz interesante que no contó con mejores oportunidades.

Thriller de clase B, que copia la formula ochentera de amante psicópata, con el único añadido que en este caso dicho psicópata es mormón, uno de los chivos expiatorios preferidos de Hollywood, con esa religión no tienen problemas en meterse como con otras que causarían polémicas que no están dispuestos a enfrentar, como la judía o ni hablar de la musulmana, y lo digo como agnóstico, pero la verdad que es muy cobarde que cuando deciden meterse con cuestiones religiosas lo hagan con unas si y con otras no, más en un estúpido thriller de segunda, donde lo religioso está por estar, no viene a cuento de nada, en todas las religiones hay psicópatas, además en esta historia no es que la religión lo enloqueció, sino que el tipo ya estaba loco.
En lo demás, nada, la historia está llena de clichés y tiene un tufillo machista insoportable.

Cine de clase B por donde se lo mire, sobre todo clase B ochentera, para sumarle encanto trash, mujeres desnudas sin ninguna necesidad, asesinatos brutales, etc.
La historia de Melissa, una adolescente hermosa, y media reventada, a la que todos los hombres que se le acercan en plan sexual, son asesinados, la historia baraja varios falsos sospechosos, aunque da pistas bastante obvias para saber por donde viene la mano.
Lo más interesante es el retrato de la sociedad de la América profunda, racista como ella sola, que siempre trata de achacarle todos los males a ala minoría étnica que tengan cerca, en el caso los indígenas.

Lúdica, extraña, interesante, muy imbuida en el espíritu hippie de su época, pero que no por eso hoy huela a naftalina, por suerte ha envejecido tan bien como Maude, y su alegato a favor de la libertad, la tolerancia, el amor, sigue teniendo sentido, también es una parodia contra el orden establecido la policía, los militares, también se burla del psicoanálisis, la iglesia, etc.
Tiene momentos muy logrados, otros un poco absurdos, pero en general es una buena película, que vale la pena recordarla cada tanto.
Lo mejor la interpretación de Ruth Gordon, esa talentosa y versátil actriz, que siempre lograda dar la talla en cada interpretación, sabia reflejar a la perfección la esencia del personaje.

Después de realizar La Patagonia Rebelde y lograr un éxito descomunal con ella, Héctor Olivera dirige El muerto, otra especie de wéstern criollo pero muy diferente al anterior, mucho más intimista, acá toman un cuento de Borges, y lo que le añaden Olivera y Ayala en su adaptación, en algunos momentos está logrado, en otros flaquea y aburre, sobre todo a la mitad, la historia se torna un poco repetitiva.
Igual a pesar de eso, es una de las mejores películas de Olivera, que para mí siempre fue mejor productor que director, pero aquí logra una obra bien hecha, con una muy cuidada reconstrucción de época, excelentes interpretaciones de Juan José Camero, Thelma Biral y Francisco Rabal.