Le salió bien la jugada a Michael Bay, quien pensó – hasta cierto punto acertadamente – que las nuevas generaciones no se acercarían al terror “añejo” y, por eso, decidió producir una serie de películas que reintrodujeran los clásicos para nuevos espectadores. Esta Texas Chainsaw Massacre costó 9 millones de dólares y, a nivel mundial, recaudo 108 millones.

Dinero aparte ¿Merece la pena el remake?

Años 70. Erin, Kemper, Pepper, Morgan y Andy regresan de un viaje de placer. El encuentro con una mujer malherida en la carretera. Al intentar ayudarla, los jóvenes van a emprender un camino sin retorno hacia la muerte, la maldad... Y una sierra eléctrica.

Marcus Nispel, director de multitud de videoclips, fue elegido para relanzar esta franquicia; sorprendentemente, Nispel no solo fue respetuoso con el original sino que se alejó del camino de su mentor Michael Bay: exceso de imagen, planos cortos, enfatismo visual, hipertrofia del ritmo, lo hortera al poder. La cámara de Nispel es calmada, sabe cuándo moverse y cuándo permanecer estática. Cierto es que abusa de lo estilizado porque hay demasiados momentos que fuerzan la lógica para meter unas imágenes “chulas” como la persecución entre las sabanas – ¿de verdad que en una casa tan llena de mierda, tienden las sabanas tan limpias? – o el momento del piano.

Pero hay algo que Marcus Nispel aprendió del original de Tobe Hooper: esos golpes secos de terror, el martillazo que se da al mismo tiempo al espectador como a los personajes, lástima que Michael Bay le impusiera la música de Steve Jablowski, su alma gemela en la saga Transformers, para añadir notas insípidas la mayoría del metraje y un exceso de elegía que resalte los momentos álgidos. Lo peor de esta nueva The Texas Chainsaw Massacre.

El guion de Scott Kosar intenta, inútilmente, dar personalidad a los protagonistas pero solo crea personajes intercambiables, tanto ellas como ellos, y aunque la película arranca con mucha fuerza – casi como una continuación de la original de 1974 – se ralentiza demasiado en su parte central. Lo bueno es que el tercio final está repleto de aciertos y deja con muy recuerdo.

Daniel Pearl regresa al universo que le dio a conocer, suya era la fotografía de la película original de Tobe Hooper, y sigue haciendo polvorientas las carreteras de Texas, sus maizales secos y el azul del cielo; en estas décadas, Pearl fue el director de fotografía de multitud de videoclips y eso se nota ya que hay cierto tendencia hacia una hiperestilización: ese abrazo en medio del campo entre Jessica Biel y Eric Balfour con las nubes de fondo, la persecución entre sabanas antes mencionada y, sobre todo, la exageración de lo mugriento y kistch que termina por resultar falso.

A nivel interpretativo podría distinguir entre los “chavales” y los “paletos endogámicos”, los primeros dan muy bien pantalla pero son intercambiables, más allá de lo guapa que está Jessica Biel, algo que no ocurre con el grupo enemigo, un casting perfecto que da mucha grima y está encabezado por un histriónico y divertido R. Lee Ermey.

Como ya dije al principio, Michael Bay dio un pelotazo con este remake/homenaje de un clásico, pero la película de Tobe Hooper sigue resultando más impactante, sucia y dolorosa gracias a que suplió su escaso presupuesto con mucho arte.

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El guion que Mark Protosevic escribió para Soy Leyenda, pasó por muchas manos y, ¡Oh, sueño húmedo!, casi fue protagonizado por Arnold Schwarzenegger y dirigido por Paul Verhoeven antes de meterse en un cajón por años; pero al igual que ocurrió con Charlton Heston con El último hombre… vivo, Will Smith decidió asumir el manto de Neville para dar un tinte serio a su carrera.

Pero se pasó de frenada.

Las noches de Neville son un infierno: oculto en su casa, busca la cura a una epidemia que ha mutado a los habitantes de New York. Con la única compañía de su fiel perro, busca a los cazadores de sombras para testear con ellos la cura.

La locura amenaza a Neville y, pronto, se enfrentará a una peligrosa decisión.

Akiva Goldsman, reescribió el guion de Mark Protosevic para adaptarlo a los nuevos tiempos del Blockbuster: más grande y familiar pero menos arriesgada. Regresa al Neville deprimido y deprimente. Will Smith es un tipo de gesto amable y esta vez se permite un gesto permanente apático que va bien con la primera parte de la película pero choca frontalmente con la segunda. Su intento de hacerse el serio le convierte en antipático.

Esta versión de Soy Leyenda toma elementos del guion que John William Corrington y Joyce Hooper Corrington, escribieron para la película de los años 70 aunque rebaja el tono de cómic y se convierte durante los primeros cuarenta minutos en la mejor adaptación de la novela de Richard Matheson (el temor ante la noche, la búsqueda de una cura, la soledad como una losa), pero su epílogo traiciona a Matheson de una manera vergonzosa. Tras la cámara un director con personalidad, Francis Lawrence, que es capaz de llevar adelante una película tan espectacular como sobria, que utiliza la oscuridad y la falta de sonido para mantener en vilo al espectador.

Aunque Lawrence como director funciona perfectamente, todo se va al traste cuando un suceso dramático afecta al protagonista y la historia toma un rumbo distinto. Esta segunda mitad, en la que aparecen otros supervivientes, subraya las carencias interpretativas de Will Smith al tener dos momentos – Cuando hace el lip sync con Sherck y al hablar de Bob Marley – que dan bastante vergüenza ajena. Los personajes añadidos a esta segunda parte – Alice Braga y Charlie Tahan – no tienen mayor recorrido que darle conversación a Will Smith y empujarle hacia la resolución. En perspectiva, la mejor interpretación es de la perra Abbey, que interpreta a Sam, el perro de Neville; lo de esta perra es de óscar de Hollywood.

A nivel técnico la película de Francis Lawrence es de sobresaliente, la fotografía de Andrew Lesnie convierte la oscuridad en un muro compacto y la música de James Newton Howard sabe moverse entre lo siniestro y lo elegíaco; el diseño de producción es fantástico pero la justicia debería encerrar en prisión al que tomó la decisión de crear a los cazadores de sombras por CGI, ya que el diseño de las criaturas es demasiado plano y los FX caducaron el mismo año que se estrenó la película.

Arranca con mucha fuerza, es la mejor adaptación de la novela de Richard Matheson y a mitad de película empiezan los errores que le hacen perder fuerza. Pero eso no impide que Soy Leyenda resulte entretenida de ver y que su estética haya influido notablemente en todas las películas y series de televisión apocalípticas que se rodaron desde entonces.

Francis Lawrence, hiciste un buen trabajo.

https://www.terrorweekend.com/2022/01/soy-leyenda-review.html

Pertenecer a una saga cinematográfica, sobretodo de terror, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Entre las primeras podríamos destacar que ya cuentas con algo del trabajo hecho. Entre las segundas la falta de originalidad lo que deriva en estirar una goma de mascar que acaba sin mucho gusto.

A Scream 2 le toca, como su título indica, la segunda posición, algo que cuando sigues el orden cronológico esperas que cambie en alguna cosa con respecto a su predecesora. La verdad es que es prácticamente un calco de la primera. Lo dicho, misma trama, mismas premisas, casi los mismos actores. En fin, estamos de acuerdo que a los que sean fanáticos de los slashers esto les puede entusiasmar. ¿Al resto? Pues pasar un rato divertido, cosa que hay que valorar en su justa medida.

Han pasado dos años desde la primera serie de asesinatos en Woodsboro. La sufrida heroína de la primera película de la saga, Sidney, se tiene que aclimatar a la vida universitaria. Pero Ghostface aparece de nuevo trayendo consigo el terror y la muerte.

Dándole todo el mérito que se merece la primera entrega, al explicar una nueva manera de contar el terror por más absurdo que parezca, Scream 2 pierde toda la frescura convirtiéndose en un deja vu. A su favor, no obstante, comentar que contiene más visceralidad o dicho de otra manera, es más salvaje.

Aquí va una opinión muy personal que espero no irrite a demasiada gente, tanto de un bando como del otro. En la primera Scream (Wes Craven, 1996) el mal se nos presenta así, sin avisar. Son situaciones que provocan asombro e incredulidad ya que uno se espera algún que otro motivo que origine tales hechos. Funny Games (Michael Haneke, 1997) también se mueve por estos derroteros. ¿Qué el Sr. Haneke se inspirará en Scream? No lo creemos, aunque cronológicamente sí que encajaría. Estamos hablando de un tema universal aunque visto de diferentes maneras. Por un lado, el director austríaco asume el reto con frialdad. Abofetea al espectador con imágenes que tienden al absurdo. Wes Craven va hacia lo mismo pero por diferentes caminos. En su film se mezcla esa locura del mal por el mal con los rodajes típicos norteamericanos que incorporan ese humor tan suyo y una manera de rodar que solo con ver las primeras secuencias ya sabemos de dónde provienen.

Ahora me he desviado del tema. Estamos hablando de Scream 2. Aquí sí que aparece, aunque sea ligeramente, alguna motivación que lleva a cometer esos actos horribles pero, tal y como está rodada bien parece una película de dibujos animados tipo Tom y Jerry, en el sentido de la comicidad con que se perpetran los asesinatos, algunos de ellos de chapeau.

En las interpretaciones tenemos a Neve Campbell, participante y actriz principal en todas y cada una de las películas que componen la saga, como también Courteney Cox (Friends) y David Arquette (Bone Tomahawk). Algo tendrá que la aparición de todos ellos en la totalidad de los films. Seguramente son los favoritos de un público ávido de terror y comedia. Hablando del resto de participantes, mencionar a Liev Schreiber (X-Men Origins: Wolverine), Jada Pinkett Smith (The Matrix Revolutions, The Matrix Reloaded) y Omar Epps (House, Dracula 2000).

Vamos acabando ya. Scream 2 es más de lo mismo para bien y para mal según lo expuesto con anterioridad. Imprescindible para seguir el hilo de una de las sagas con más éxito dentro del género del terror.

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Son infinitas películas las que hemos podido llegar a ver relacionadas con persona que pierden la cabeza por completo, pero eso sí, no en el marco en que se encuentra esta atrevida y a la vez censurada película Española del 1972 que gozó o sufrió, según se mire, de versión internacional bajo el título The Cannibal Man y de versión nacional, como dije recortada por parte de la censura cinematográfica franquista que a pesar de quedarle poco de vida al dictador siguió hasta el final con las retrogradas medidas que impedían cualquier clase de erotismo, violencia desmedida o mucho menos cualquier acto o apología de la homosexualidad en pantalla. A decir verdad parece casi imposible que finalmente se concediera esta obra que puedo imaginar debería parecer en su montaje final para el público nacional un Frankenstein, por suerte, hoy en día se puede disfrutar del DVD que aúna el material disponible.

Marcos es un hombre sencillo que prácticamente dedica su tiempo por completo a trabajar en una planta cárnica con la única peculiaridad o excepción de que está saliendo con una chica mucho más joven que él. En compañía de la chica sufrirá una fuerte discusión con un taxista con resultado de muerte, la vida de Marcos dará un giro completo de 180 grados en un espiral de muerte y locura desenfrenada en el que el será el centro del huracán.

Eloy de la Iglesia rompía todas las reglas posibles en un atrevido film de terror a plena luz del día en que no solo se tomaba en serio la trama principal, sino que junto al guionista Antonio Fos segregaban la historia para hablar de los suburbios, la precariedad laboral, las infidelidades, el control policial o la homosexualidad, y todo ello en unos términos de proximidad gracias a una atmósfera sórdida que reflejaba muy bien una época de decadencia en que todo estaba por empezar a cambiar.

Lo hacían de la mano de Vicente Parra quien interpretaba a Marcos, el papel protagonista, el actor pretendía dar un giro a su carrera y no dudo en producir la cinta para que el proyecto fuera una realidad, junto a él y a más distancia de la cámara Eusebio Poncela es con quien tendría un seguido de secuencias llenas de doble sentido que se irían intensificando a lo largo de la película siendo hacia el final de la historia donde el personaje de Néstor jugaría el papel más importante, una figura que traería de cabeza a la censura.

Sorprende además el particular humor negro que destila el metraje, con situaciones totalmente sórdidas especialmente los relacionados con los compañeros que trabajan en la empresa del protagonista, situaciones del todo chocantes que además de describir a la perfección a los personajes y a la realidad del momento arrastran una mueca en la cara del espectador, siendo maravillosas entre otras la escena con Ismael Merlo. Menos sorprendente porque ya se olía en el cine de la época las ganas de destape pero también remarcable, las escenas casi de película erótica entre el protagonista y la actriz Vicky Lagos.

Una película atrevida y valiente, que no solo por ello merece ser vista, sino también por la interesante historia que cuenta, la evolución mental de un personaje que va en caída libre hacia el infierno y las disfrutables, casi entrañables, escenas gore de la época, para ver como se le va complicando cada vez más la vida a un protagonista al que se le podría decir aquello de “un mal día lo tiene cualquiera”, o en este caso una semana.

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La película Spice Boyz está basada en un hecho real ocurrido tras la ingesta de una potente droga de diseño, más conocida como droga caníbal, por parte de unos jóvenes que solo buscaban la diversión. Después de ver el film podemos afirmar que se les va de las manos para regocijo, alguna parte positiva tenía que tener, de un público ávido de emociones fuertes. Si este es vuestro caso disfrutaréis de todo tipo de desmanes visuales aunque, alguna parte negativa tenía que tener, colocados en la parte final. Tenemos que decir que vale mucho la pena la espera.

Dos amigos organizan una despedida de soltero no planificada previa a la boda de Chistiy con Inna. Sin avisar Inna y su amiga Vasilisa se presentan a la fiesta lo que provoca que la violencia aparezca como un caballo desbocado.

Interesante comedia negra rodada con soltura y bastante mala leche. Su director y guionista, Vladimir Zinkevich, no se aparta de un de cine al cual no estamos demasiado acostumbrados, dicho esto en el sentido de no abandonar un tipo de humor el cual nos cuesta captar. Al final el lenguaje universal del cine nos conduce a lo que muchas veces hemos alabado, la diversión.

Sin bajar en ningún momento el buen ritmo de la historia, se recrea demasiado en unas situaciones previas que aquí habríamos resuelto de otra manera. Esto no quiere decir que sea tediosa, sino más bien demasiado dilatada. Ahora bien, cuando empieza la chicha todo estalla. Es como una explosión de violencia, canibalismo y, no lo ocultaremos, algo de misoginia. Salvo esto último, un buen coctel ¿no os parece?

Tras las primeras escenas violentas, que nos dejan algo descolocados por cierto, nos da la sensación de que estas serán escasas y que volveremos a la, algo incomprensible para nosotros, comedia. Nada más lejos de la verdad. Ese estallido se convierte en un carnaval del horror en un in crescendo que hace que en algún momento pasemos algo de angustia. Para paliar todo esto, nos va colocando algún gag que es bastante de agradecer, a pesar de que los personajes masculinos pasen de Dr. Jekyll a Mr. Hyde casi sin avisar. En fin estamos ante un rara avis tanto en su concepción como en su realización.

Los intérpretes son totalmente desconocidos para nosotros, de todas maneras tenemos que nombrar a los que consideramos más destacados. Empezamos por Aleksandr Golovin en el papel de Chistiy, el novio. Seguimos con Margarita Abroskina que da vida a Vasilisa, la amiga de la novia. En esta terna tenemos que incluir a Vladimir Averyanov, amigo del novio, en un papel electrizante.

Estamos seguros que Spice Boyz es una cinta que os sorprenderá. Primeramente por su planteamiento y en segundo lugar por unas escenas filmadas de manera muy realista de unos acontecimientos que ponen los pelos de punta. No os dejéis engañar por las apariencias, Spice Boyz es una muy buena película de terror.

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