La película supone un derroche de medios en torno a una historia que, contada de esta manera, resulta vacía, empalagosa y con números musicales insertados que poco aportan y en nada ayudan a su disfrute. El argumento resulta tan simple como predecible, las actuaciones son correctas pero nada destacables (lo esperpéntico es más fácil que lo cotidiano) y Jonhny Depp no hace sino interpretarse a sí mismo. Tim Burton ha hecho obras interesantes pero aquí ha logrado completar algo que no es un musical, ni una película de animación, ni una comedia, ni nada de nada. Y lo que es más grave, la trama parece especialmente construida para tratar a los niños como si fueran tontos. Para ver algo así, mejor repetir una clásica de Disney, de Capra... cualquiera que resulte menos pueril y menos ofensiva para la inteligencia.

Una película hecha para explotar la sensiblería, el buenismo y esa actitud bobalicona de que todo ha de ser "políticamente correcto" pero, sobre todo, una película tremendamente aburrida. Esto no es cine. Películas así (suponiendo que se puedan llamar películas a esta versión elaborada de los seriales lacrimógenos de los años 70) son las que han hecho decir a Martin Scorsese y a Ridley Scot que "ell cine ya no existe, el cine con el que crecí ya no existe".

No veo mayor interés en aguantar durante 90 minutos las tribulaciones de una familia vulgar, con una historia vulgar, contada de manera vulgar. Los actores son buenos pero eso no basta para levantar ni hacer atrayente un argumento carente de interés de principo a final.

De todas formas, habrá a quien le guste. Yo, personalmente, prefiero "La naranja mecánica", "Centauros del Desierto", "Blade Runner", "Marty", "La caza", "Planeta prohibido"... son tantas las que hay por ver que no merece la pena perder el tiempo con algo así.

Un ejemplo perfecto de lo que es el cine español actual: argumentos pretenciosos, situaciones inverosímiles, historias aburridas... Eso sí, todo muy aplaudido por el gremio y por los que viven del negocio, porqué de eso se trata en definitiva. ¿Alguna de estas películas sobrevivirá un mínimo de años como sí lo han hecho los grandes clásicos de hace diez o cincuenta años? Yo diría que ni siquiera vale la pena verla ahora; mejor un buen libro, o una siesta o mirar gatitos en instagram: en el fondo es lo mismo y resulta mucho más divertido.

Y la llamo "película" por la fuerza de la costumbre porque aquí no hay ni argumento, ni trama, ni personajes dignos de tal nombre. Sólo es una sucesión de situaciones manidas, inventadas según los convencionalismos que se les ocurren a guionistas cincuentones que hace ya mucho que dejaron atrás esa supuesta adolescencia que pretenden retratar.

Como película cómica, para reír con tanta tontería y prescindiendo de la vergüenza ajena, quizá pueda pasar si uno no tiene otra cosa para entretenerse desde el sofá (aunque mirar el techo puede ser un ejercicio intelectual más complejo). Como "comedia", "drama" o incluso simple "cine", los dibujos animados de "South Park" tienen más enjundia... y describen mejor la realidad cotidiana. Si utilizaran esta película en uno de esos concursos donde hay que mantenerse serio, cualquiera ganaría. De hecho, lo único que cuesta es mantenerse despierto.

La historia, la verdadera historia, habría dado para hacer una gran película si, en lugar de centrarse en los efectos especiales y en la propaganda yankee, hubiese ido diréctamente a los hechos. No es así: la película se pierde en relatos paralelos y en circunstancias marginales que no aportan nada. Hay un larguísimo preambulo, todo lo que va hasta el ataque al USS Indianapolis por parte del submarino japonés que resulta igualmente prescindible. Y lo único que merecería la pena ver: la supervivencia de los naúfragos y el juicio posterior, están narrados sin pulso y sin que consigan hacer que el espectador se interese lo más mínimo por lo que le suceda a los protagonistas.
Hay otras películas de cine bélico infinítamente mejores, eso sí: o son antiguas o están rodadas fuera de EEUU.
Post data: lamentable el recurso de hacer que los japoneses hablen en su idioma subtitulándolos para enfatizar el maniqueismo habitual de quienes son los buenos y quiene y los malos.