Va del melodrama, a la denuncia social, pasando por el humor negro, y que con todo eso logra algo coherente.
La historia es más que una trama es sobre la evolución de dos personajes, Macario, un empresario que vive de la prebenda, aprovechado, cínico, hambreador, y Vicky, una bailarina de cabaret que se termina convirtiendo en su pareja, volviéndose una mujer trofeo, y como ambos luego se transforman al entrar en contacto con la realidad de sus victimas, primero Vicky y después Macario, es muy interesante como abren los ojos y de a poco intentan cambiar y redimirse.
Igual el amor entre ambos, como se va dando, empiezan como el gato y el ratón, para luego ser una pareja donde ella pone las condiciones, para luego enfrentarse el uno al otro y cantarse sus verdades.
Muy buen trabajo de Rosita Quintana, en un personaje que es vulgar, simpático, estrafalario, dulce, etc, y Pedro Armendáriz, también, su Macario es un tipo que viene de abajo y termina creyendo y logrando una fortuna al volverse cómplice de sus explotadores para terminar convertido en uno.

No hay mucho que se pueda decir de esta película, es muy televisiva en todo sentido, elenco, narración, factura, es como ver el episodio de cualquier serie policial procedimental.
Tiene un ritmo correcto, interpretaciones decentes, personajes estereotipados.
Su principal falla quizás sean los motivos de los psicópatas, digo lo poco que se sabe de los asesinos seriales no es que tengan verdaderos fundamentos para matar, obviamente ninguno los tiene, sino que algún desequilibrio químico cerebral que los lleva a actuar de esa manera, más allá de las motivos psicológicos que den ellos para sus crímenes, pero acá el motivo es tan banal, tan cliché.
Igual entretiene, como cualquier policial genérico.

Un slasher de poco presupuesto y también poca astucia, se agradece que lleguemos a conocer a las 4 mujeres antes de que empiece la cacería, igual no se empatiza con ninguna son bastante desagradables todas.
Predecible, un poco estúpida, no se entiende algunos huecos narrativos que tiene, ni hablar del final que es super idiota.

Una de las películas más atípicas de Torre Nilsson por varios motivos, uno de ellos es que es de las pocas que no se basa en una novela, cuento, u obra de teatro, sino en un guión original escritor por él y su pareja, Beatriz Guido, después por retratar un mundo inusual en su filmografía, el de los pobres, la mayoría de las películas del director tratan sobre la burguesía.
También es una de las más tremebundas, en la película se suceden las mayores desgracias posibles, en un ambiente envilecido, donde los chicos crecen rodeados de vicios y violencia, con padres ausentes.
Torre Nilsson como hiciera Buñuel en Los Olvidados, ambas están emparentadas en su profundo humor negro y narración cruda y desenfadada de la niñez y adolescencia, los abusos, etc.
Muy buenas interpretaciones de los casi debutantes, María Vaner y Leonardo Favio.

Los dramas basados en hechos reales del estudio Aries en su última década, fueron muy malos, y este es uno de sus ejemplos.
La película tenía una historia con un montón de elementos que hubieran podido explotar, corrupción política y judicial en un régimen feudal, los hijos del poder, droga, violencia, impunidad, el envilecimiento y complicidad de una sociedad acostumbrada a depender del estado, pero desaprovechan eso y lo cuentan de forma plana, obvia, con un didactismo infantil, le falta ritmo, intensidad, los momentos cumbres se cuentan de una forma que parecen a las dramatizaciones de los programas de investigación de la época.
Los diálogos son cursis, solemnes, y declamatorios, ese lastre que siempre tuvieron tanto Ayala como Olivera, de poner a los personajes a discursear en medio de una discusión o debate, como si se estuviera en un palco en vez de frente a un familiar o amigo, nadie habla de la forma en que lo hacen los personajes en la mayoría de las escenas.
Creo que solo puedo rescatar a Carolina Fal, aunque la forma en que le hacen contar la historia es patética.