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España España · Cáceres
Críticas de Sinhué
Críticas 1.378
Críticas ordenadas por utilidad
8
14 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que utilizar el término Amor, en el relato que encabeza esta trilogía, es para acrecentar con sarcasmo el abismo existente entre las expectativas y la realidad, entre lo natural y la conexión imposible. La ridiculez glasea estos amores impostados, vomitivos en ocasiones, entre los jóvenes africanos y las viejas vikingas que se apuntan al safari sexual; a ese: "mientemé, dime que me quieres", al mismo tiempo que surgen los billetes del bolso.

El realizador austríaco, especialista en fotografiar lo obsceno, lo repugnante, lo excrementicio del ser humano; lo hace, también en esta ocasión, para mostrar que nuestros actos más desechables, forman parte indivisible de nuestra humanidad.
Y aunque es cierto que plantea la situación sin apuntes morales ni victimismos, esto no es óbice para que nos den pena tanto las insatisfechas damas occidentales, como los insistentes chupópteros keniatas que intentan esquilmarlas. En el fondo es porque nos solidarizamos con esos estúpidos tics (prepotencia, servilismo...), que también están en nuestras señas de identidad.

Puede que amargue la visión de lo que somos, o en qué podemos convertirnos, que tiene Ulrich Seidl; pero esto no quiere decir que su punto de vista, lejos de ofender, no sea más que aprovechable. A mí, al menos, me sirve para poner estas relaciones turísticas en la lista de errores; aunque quien sabe si no hacemos ya prácticas de baja intensidad.
Sinhué
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7
29 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vistosa y colorista propuesta la de Wu Tianming para trasladarnos a la China de principios del siglo XX y sumergirnos en un medievalismo cultural y social cuando la Segunda Revolución Industrial era ya un hecho.
Tras analizar resultados históricos del tradicionalismo, alguien debería legislar contra la insensatez, que algunos interesados elevan a sabiduría popular, de civilizaciones (no pocas) que consideran, o consideraron, a la mujer un ser inferior e incluso residual.

Quienes no se conforman son los únicos capaces de cambiar las cosas. El Pichón de nuestra historia (niña disfrazada para ascender un escaloncillo de dignidad), es equiparable a un Che Guevara de 8 años en lucha contra la injusticia y los castillos de viento del inmovilismo patriarcal.

El abuelo (el rey de las máscaras), aunque ser orgulloso y de principios, está coartado por una educación y unos condicionantes socio-económicos que le llevan a un enfrentamiento permanente con sus propios sentimientos. Las disciplinas son las auténticas murallas que encierran la felicidad.

Bien recreados los ambientes infectos, los cambios de máscaras, las actuaciones teatrales y los escasos instantes en que la paz y el sosiego se imponen al infortunio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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7
28 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El fracaso como norma, el desengaño como escalón inevitable para acceder a una vida en rampa, imposible de afrontar sin apoyos. Los que han nacido para perdedores trabajan, buscan y dormitan en un Berlín de principios del siglo cibernético, donde lo único que sigue funcionando es la amistad, el sol que madura los tomates y una copa de vino para bajar pulsaciones.

Las dos amigas estarían tan solas como los abuelos que cuida Nike, si no se tuvieran la una a la otra, porque a Katrin el destino la ha reservado el papel de persona desastrosa y sin voluntad; mientras que la huérfana, mujer de pocas exigencias, está marcada con la etiqueta de sierva de la gleba, ¡como si estas últimas no fueran imprescindibles!.

Pasan los días, y son más leves desde el balcón que a pie de calle. Carpe diem que detrás hay poco, el futuro está escrito en un papel que arde. Y los hombres, queridas, esos hombres, no merecen entrar en el harem de vuestras ilusiones prohibidas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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6
17 de abril de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por aquellos días eran coincidentes la música de la serie con el olor a olla y frituras, ambos sentidos (oído y olfato) nos abrían el apetito.
El simpático paleto que, como un abducido por marcianos, aterriza en una barriada exclusiva de California, con escasos complejos y generosa verborrea e inventiva; zarandeaba nuestras meninges huérfanas de rap y aceleraba nuestras digestiones.

La familia del tío Phil, juez de perfil inflexible, estaba conformada por estereotipos internacionales: mujer conseguidora, vomitiva hija pija, hijo tardo y pelota, jovencita rebelde...; y algunos añadidos como el del mayordomo Geoffrey, siempre presto al escarnio, o el colega sinvergüenza de Will (Jazzy Jeff) que tanto vale para camellear, como para seducir a Hilary o marcarse un solo de batería.

La diferencia generacional y de pensamiento político entre el dueño de la casa y su sobrino, son fundamentales para establecer una cómica disputa en la mayoría de los episodios, aunque en el fondo ambos se dispensan un afecto de difícil disimulo.

Fue una serie pionera mostrando familias estructuradas y de clase media alta afroamericanas, acentuando el desenfado, la cohesión y la falta de complejos de la raza negra; hasta tal punto, que los personajes de raza blanca eran muy poco habituales.
Sinhué
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7
14 de enero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima del director sevillano está impregnada de verdad y calle; rematados los dolorosos brochazos de realidad por el esperanzador y humilde pincel de un aspirante a contar historias que perduren.
Isabel y Rufo no son mindundis, ellos son tan importantes que han interesado al escritor Jesús Ponce durante cada segundo del millón doscientos noventa y seis mil, que tiene el medio mes. Luego la narración, en modo película, ha llegado a otro montón de miles de espectadores, quienes en el futuro no podremos mantener fácilmente en el cruel olvido y en la invisibilidad a los sin techo que, como pájaros expertos, buscan al atardecer nidos cálidos aunque estén fabricados con cartón.

Y en los fríos portales, como en los palacios, la gente sueña con todo lo que le falta. Por eso suelen reír más los necesitados, que dan valor a las cosas que otros desechan: amores sin interés, cajas de lavadoras, amistades peligrosas (...pero amistades), zapatos ahormados, chamarras sin agujeros... y lealtad de la buena.

15 días contigo, es de ese tipo de cine que aplaudiríamos a rabiar si viniera de fuera y que, por ser obra de un vecino, solemos encuadrar en el "sí, pero..."
Sinhué
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