Los hermanos Farrelly atacan de nuevo las pantallas con una nueva vuelta de tuerca a las relaciones entre hombres y mujeres. Si ya anteriormente habían ironizado sobre la belleza interna/externa (“Amor ciego”), y sobre como una mujer tenía tal poder de atracción para trastocar a todo hombre que tiene la suerte/desgracia de conocerla (“Algo pasa con Mary”), ahora se atreven con el matrimonio y el tan cacareado “amor a primera vista”.

El film nos cuenta la historia de Eddie Cantrow (Ben Stiller), el cual justo el día en que se siente humillado por el matrimonio de una ex, conoce a Lila (Malin Akerman), y tras pocas semanas de relación y espoleado por su padre y su mejor amigo, decide casarse. Sin embargo la luna de miel, el primer momento en que comparten juntos todo un día entero empieza a demostrar las diferencias entre ambos. Y más cuando Eddie conoce a Miranda (Michelle Monaghan) con quien se siente más a gusto que con su mujer.

Los Farrelly demuestran que, aunque siguen sabiendo encontrar otros puntos de vista a las comedias, han perdido aquella chispa y aquella irreverencia que les hizo famosos hace algunso años. Es innegable que el film tiene algún que otro punto “marca de la casa”, pero el conjunto del film pasa por ser una comedia “casi” corriente. Ben Stiller salva el film pero prácticamente por los pelos. Los Farrelly se están diluyendo lentamente y cada vez están más lejos aquella comedia genial que era “Algo pasa con Mary”.

El actor y director Clint Eastwood ha centrado su carrera como director en una dualidad marcada por las normas de Hollywood. Para conseguir sacar adelante proyectos personales como “Los puentes de Madison”. “Medianoche en el jardín del bien y del mal”, “Cazador blanco, corazón negro”, “Sin perdón”, etc, es necesario realizar otros films más comerciales como “Deuda de sangre”, “Cowboys del espacio”, “El principiante” y demás.

No hay duda que este film, realizado entre “Los puentes de Madison” y “Medianoche....” queda bastante claro que el film pertenece a la segunda categoría. El asesinato de la amante del presidente de los EEUU en manos de éste mismo (interpretado por Gene Hackman), pero que cuenta como testigo involuntario de un ladrón (interpretado por el propio Eastwood) lo que le colocará en el punto de mira de los agentes del servicio secrerto, encargados de liquidarle por “el interés general”.

Aunque el film no se puede colocar en la categoría de “grandes” obras, no cabe duda que Eastwood maneja la historia con maestría, realizando un film muy superior a la media, manejando con sobriedad la historia y sin necesidad de recurrir a espectaculares efectos especiales, basándose más en la buena dirección de actores y el buen trabajo de guión. A pesar de no ser una obra maestra, Eastwood nos ofrece una buena película, entretenida y bien filmada.

El director James Gray parece sentirse cómodo realizando películas en las que se mezcla la delincuencia (normalmente rusa) con los lazos familiares ya que lleva con este tres films tocando el tema. Lo interesante es que a pesar que incluso repite con los actores principales consigue entretenernos.

La película, ambientada en los años 80, trata de una familia en la que padre e hijo (interpretados por Robert Duvall y Mark Wharlberg respectivamente) son policias, son los años en que el índice de criminalidad estaban por las nubes (no es que hayan bajado mucho tampoco ahora), y en su lucha contra las nacientes mafias rusas que están empezando a operar en New York, intentan recurrir a la "oveja negra" de la familia, Bobby (Joaquim Phoenix), quien regenta una discoteca de moda, en la que opera uno de los principales mafiosos. Cuando estalla la guerra entre policias y narcotraficantes, Bobby deberá tomar partido. Sin duda, Gray es un gran dominador tanto de las historias densas y los sentimientos encontrados entre familiares, como de la época en que ambienta el film. La recreación de los años 80 es prácticamente perfecta.

A pesar del aparente triángulo familiar, el verdadero protagonista es Joaquim Phoenix cuyo papel es el que mayor evolución personal tiene, mientras que Duvall, apenas tiene que hacer gran cosa para llenar la pantalla cada vez que aparece, y Whalberg es quizás el papel más flojo de todos. Además Gray introduce el papel de Eva Mendes como novia de Bobby, aunque su presencia es casi una excusa excepto para un aspecto del film, que Gray planifica a la perfección, anticipándolo antes.

En realidad lo más destacable del film es la excelente planficación de su director, no descuidando ningún detalle: sólido guión que pone el énfasis en las relaciones familiares, puesta en escena ejemplar, atmósfera asfixiante, estupendas acciones de acción, buenas interpretaciones. Además, éste no pierde el tiempo entra directamente por materia, por lo que apenas hay nada gratuito en el film.

Por otro lado, aunque el film no se pueda considerar una obra maestra es estimable por un lado, ser capaz de reincidir por tercera vez (tres de tres, de hecho) sobre los mismos temas y no aburrir, y por el otro, ante tanto artificio y espectacularidad con fondo hueco, se agradecen productos cuidados tanto en el fondo como en la forma, y una forma de hacer cine "casi" artesanal que nos remite a los años 70/80 y que al mismo tiempo no se considera antiguo o desfasado. Bastante recomendable.

El realizador de origen tunecino Abdellatif Kechiche nos ofrece un film en el que sigue la vida de una joven francesa, Adèle (interpretada por Adèle Exarchopoulos), desde sus años como estudiante hasta que empieza a adentrarse en la edad adulta, cuando ya tiene una ocupación y vive independizada. Y cuando digo que "sigue" es que la cámara apenas de deja de enfocar a la protagonista salvo en contadas ocasiones durante las más de dos horas y media que dura el metraje, en un ejercicio que se podría comparar con el realizado por Linklater en "Boyhood".

De hecho, el estilo de ambos realizadores es muy similar, sobre todo en el afán de presentar de una forma totalmente realista y cercana al documental a una persona, normal y corriente. La diferencia es que mientras que el film de Linklater trata de explicar la vida de su protagonista "hacia afuera", es decir, en realicióna las cambios que va sufriendo en su vida (motivado principalmente por los 15 años de duración del rodaje), en el caso de Adèle, Kechiche trata de hacer un ejercicio más interiorista con su personaje, e incluso más íntimo. Esto explica el hecho que no sólo se conforme con seguir a su protagonista en las relaciones con sus amigas, compañeras de clase, o sus relaciones sentimentales e incluso sexuales, o sus actividades escolares y posteriormente profesionales, sino que en buena parte de estas acciones, la cámara del realizador filma buena parte del tiempo la cara de su protagonista en primer término de forma que casi podemos leer su pensamiento (es una forma de hablar).

No es nada sencillo mostrar naturalidad cuando tienes una cámara tan cerca de ti, pero la prácticamente desconocida Exarchopoulos sale más que airosa de la experiencia. Incluso cuando la vemos practicar el sexo, lo hace de una forma tan natural que difícilmente se podría considerar pornografía las escenas tan explícitas que nos muestra Kechiche. El realizador va haciendo avanzar la narración a base de diversos saltos temporales, en los que vamos conociendo aspectos de su protagonista, a través de lo que vemos en pantalla, intentando acercarse al estilo de la novela gráfica en que está basada su historia (creada por Julieh Maroh), pero que consigue que sin que nos cuente nada, vayamos conociendo a Adèle, su despertar sexual, sus primeros escarceos con un compañero de clase y la relación con Emma (Léa Seydoux) que terminará por marcar profundamente su joven existencia. De forma sutil, el realizador va haciendo avanzar la relación desde la pasión desbordante del principio hasta que se llega a cierto distanciamiento, no tanto por la rutina sino por la diferente personalidad y formación de ambas que al final se convertirá en un obstáculo en su relación.

Quizás el principal problema a que se va a enfrentar este film es que su valoración va a quedar marcada en buena medida por las largas escenas de sexo entre dos mujeres, cuando en realidad no es el propósito del realizador que dichas escenas se destaquen por encima de lo que nos quiere contar. Todo el esfuerzo de Kechiche es el de desnudar literalmente a su protagonista a través de esos primerísmos planos en los que prácticamente somos capaces de saber el tipo de colonia que utiliza. Por este motivo, las escenas de sexo no son más que un aspecto más de lo que vemos de la protagonista, no son usadas como una excusa morbosa para atraer espectadores de mentes calenturientas a las sala de cine, o ganar más espectadores a base de polémica mostrando lo que pocos se han atrevido, sino que forman parte de las experiencias vitales de Adèle y quedan integradas en lo que vemos de una forma totalmente natural. El gran logro de Kechiche es el de haber sido capaz de mostrar a dos personas que se aman con tal realismo que en modo alguno lo podríamos comparar con un film erótico o pornográfico. Pese a que a buen seguro en Norteamérica no se habrá exhibido en salas normales o seguramente habrá sido necesario mutilarlo para pasar el corte.

Alejando posibles polémicas, Kechiche consigue ofrecernos un film realista, honesto y directo, sin opiniones, sin juicios de valor y sin moralina sobre la vida de una joven, normal y corriente que sabe mostrarse tal cual es ante la cámara y a la que terminamos conociendo mucho más que la mayoría de personas con las que nos cruzamos en la vida.

El mítico logo asociado a la música, "sexo, drogas y rock'n roll", da la impresión que sólo se asocia a los rockeros masculinos. Tampoco es que el cine haya entrado demasiado a menudo en la vida de rockeros famosos. Quizás los "biopics" más destacables de los realizados hasta el momento hayan sido las aportaciones a las vidas de Ray Charles y Johnny Cash. El resto han sido productos eminentemente televisivos de calidad más bien dudosa. Sin olvidarnos de la olvidable "Rock Star" protagonizada por Mark Whalberg que únicamente sirve como un compendio de lo todos los mitos (verdaderos o no) que rodean el mundo del rock. Hasta la fecha, las mejores visiones sobre el mundo del rock nos han llegado del mundo documental, lugar donde incluso directores como Scorsese nos han ofrecido excelentes títulos.

Es cierto que el mundo del rock se ha presentado como un mundo mayoritariamente reservado a los hombres, mientras que el papel de las mujeres queda relegado al de enfervorizadas fans o, peor aún, "groupies" obsesas que buscan meterse en la cama de su estrella favorita a cualquier precio. Sin embargo, no hay que olvidar que, aunque minoritarias también hubo bandas formadas exclusivamente por mujeres, incluso en los primeros años. Una de las bandas pioneras, que aparecieron en los años 70 en plena ecervescencia musical, en la que la música rock tomaba caminos tan curiosos como el glam, o el punk, el blues-rock, o el hard-rock.

La directora Floria Sigismondi, debutante tras las cámaras de un largo aunque con una sólida carrera como fotógrafa y realizadora de videos musicales, ha sido la encargada de llevar a la gran pantalla la historia de este conocido grupo, que a base de actitud rockera consiguió hacerse hueco en un panorama dominado casi exclusivamente por hombres. Aunque la verdad es que Sigismondi, toca este tema casi de pasada, como si no tuviera verdadera importancia, centrando el foco únicamente en el grupo de mujeres, y retratando sobretodo a los personajes de Joan Jett (Kristen Stewart) y Cherie Currie (Dakota Fanning).
El hecho que el film esté basado en las memorias de Cherie Currie debe tener mucho que ver para que la cámara de Sigismondi se dedique a seguir exclusivamente a las dos protagonistas, obviando al resto de las que apenas si mencionan sus nombres (pese a que una será la futura miembro fundador de "The bangles" y otra de ella, Lita Ford, se ganará un sólido prestigio en el mundo del hard-rock).

(sigue)