Descubrimiento el de Nanni Moretti. Nunca antes había oído hablar de él y me ha sido muy grato encontrarlo. La película está dividida en tres capítulos, y está hecha al estilo de Woody Allen: el director es el protagonista de la película. En el primer capítulo, Moretti nos enseña una Roma diferente, alejada de la conocida por todos. Una Roma residencial en donde viven los romanos desde hace décadas, alejados de la gran ciudad. Montados en su vespa, reflexiona sobre la vida y nos introduce en su mundo de reflexión. A mí ha sido la parte que menos me ha gustado.

Sin embargo, en la segunda parte, nos da un paseo por las islas que hay en el sur de Italia: Lipari, Salina, Stromboli, Panarea y Alicudi. Este me ha parecido el mejor capítulo. Conocía Stromboli por la película de Rossellini e INgrid Bergman y me ha resultado genial la manera en que nos presenta la búsqueda de la tranquilidad para escribir: “al final, donde mejor estoy es en el barco que me lleva de isla a isla”.

Por último, nos habla de los médicos. Parece ser que Moretti tuvo que superar un cáncer linfático, e incluso nos muestra imágenes reales de sus sesiones de quimioterapia. La forma en que trata algo tan cotidiano como es el ir al médico también me ha resultado muy interesante.

Además, es muy graciosa la parodia que hace de la televisión. El encuentro con los americanos y preguntarle por la serie me ha hecho mucha gracia. Sin duda, mi momento favorito.

Hace 5 años, publiqué mi primer libro. El motivo fue llegar a llamar la atención de un amor de juventud, a la que había perdido la vista. Ella, en aquel momento, vivía en Londres, y fui "a casico hecho", como dicen en mi pueblo, a llevarle el libro, desde mi pueblecito alicantino natal. Días más tarde éramos, de nuevo, pareja formal.

La casualidad o coincidencia me ha erizado la piel al ver que, mi historia, la cual yo consideraba locura, no es algo baladí para los creadores universales. En esta trilogía ocurre justo lo mismo. Un gurí que no olvida la gurisa que le cambió la forma de ver la vida. Cómo le entiendo... Qué peligroso es mitificar, y qué fácil es hacerlo, sobre todo para seres con agujeros llenos de vacío sin llenar en su interior.

Más allá de la anécdota, la película es una actualización de esos últimos nueve años de ambos, y de aquel tiempo vivido juntos en Wien. Ahora, en París, Julie ha perdido la fuerza engatusadora que nos enamoró 9 nueve años ha (tan solo unas horas para mí, que vi la primera parte unas horas antes).

Esta película es una clara prueba
De lo que influye en una persona
Toda esa rica y cultural caterva
Que en ocasiones no se valora.

La vi por primera vez
Hace justo seis años
O mi memoria es de pez
O no entendí su tamaño.

Hoy la he disfrutado mucho más
Eso sí, con una épica restauración
Que hace su visión especial
Delicada y directa al corazón.

Los planos son cuadros
Aprovechando el clima
Así como contraplanos
Y demás cosas divinas.

Hay mucha dureza
Desde el inicio
Aventurando tristeza
Maquillada con designio.

El pequeño Totó
Al féretro pegado
Con aquel ladrón
Banalmente agazapado.

Luego, la lucha por los rayos de Sol
Hacen que veamos el trato exquisito
Que se tiene de la pobreza y el dolor
Con mucha dignidad y honor adscritos.

Hay una crítica feroz
Al capitalismo atroz
Que no entendía
De debilidad hastía.

Hipocresía que deniego
Vestida con falso descaro
Sombreros de copa negros
Abrigos de astracán caros.

Y cómo no, el amor
Auspiciado con decoro
Por ese chico de color
Y su bella gurisa de oro.

Ambos piden ser como el otro
En un momento mágico para mí
Que me hizo pensar en el aborto
De mi locura por este supino film.

Quizá sobre la egoísta parte final
Donde el ser humano decrépito
Saca a enaltecer de forma banal
Su egoísmo fétido tan estrépito.

Solo para concluir
Quisiera sutilmente
Permitirme incluir
Una luz de mi mente.

Película pura Capriana
En plena Caza de Brujas
Que hicieron malvada
Esta sobredosis de burbujas.

Solo los italianos supieron captar
La cruda y paradójica realidad
Que en Europa asolaba sin piedad
A las personas que ansiaban paz
Una cabaña para dormitar
Y pan para a sus hijos alimentar.

Película histórica en el amplio recorrido de la historia del cine. Cincuenta años después, mantiene su frescura, novedad y el enigma que Kubrick quiso transmitir, sin ser explícito, mostrando tres partes de la humanidad: el origen de la especie, nuestra conquista del universo y la interrogante vida después de la muerte.

La película es muy lenta, por lo que conviene no saturarse y degustarla a sorbitos. La banda sonora es espectacular, muy poderosa, de lo mejor de la película. De esas melodías que sobrepasan su creación. A pesar de que fue creada por Strauss en 1896, inspirada por la obra de Nietzsche “Así habló Zaratrusta”, hoy en día es más conocida por la película de Kubrick.

Particularmente no se encuentra entre mis películas favoritas, pero no me exime de enaltecer la gran obra que hizo su creador. Como escena muy interesante, que me ha llamado la atención por los interrogantes que me genera el saber cómo se realizó, destacaría los paseos circulares por la nave, desafiando a la gravedad.

¿Por qué no se llevó el Óscar Ralph Fiennes? He de ver “Shine” para poder aliviar esta pregunta, pues la actuación de Geoffrey Rush debe ser épica. Me sorprende que Ralph Fiennes, un desconocido hasta hoy para mí, no haya engordado su currículum con otros grandes películas en los años postreros. Una prueba irrefutable de que en Inglaterra cuenta más las actuaciones teatrales que el cine, y que en Hollywood, para triunfar, hace falta un apadrinamiento descarado.

En el segundo escalafón de actuaciones está Kristin Scott Thomas, otra desconocida para mis pupilas, que rezuma atractivo y seducción por los cuatro costados, al principio de la película. Y que luego, cuando su cobardía gana a su pasión, defiende ese papel de manera solvente y óptima.

Me encanta este dueto de pasión.

Por otra parte, la otra parte de la historia me parece prescindible. Hana es una chica gafada, a la cual se le mueren todos los seres queridos durante esta guerra. Demasiado forzado todo, y demasiado intrascendente. De hecho, toda la película se nos cuenta el miedo que tiene a querer a alguien por esa inercia de perderlos, para que luego acabe consumando una eutanasia poco creíble.

Otra de las incomprensiones es el personaje de Caravaggio. ¿Convivir varios días con el que se supone es el causante de tus males, para luego, pasados los días, redimirte? Esta historia tiene sentido de otra manera, no así.

Mención aparte merece la fotografía, sin duda de 10. El desierto es un actor principal más. Esos enclaves son difíciles de acceder, por lo que se agradece, al igual que el monasterio, el pueblo italiano, así como esa bonita escena (aunque fuera de contexto), de la vista de los frescos de la iglesia italiana.

Muy larga, aunque una historia muy bonita, con referencias literarias a Kipling y Heródoto, que se agradecen.