Con un pelín menos de metraje, sin ápice de duda hubiera puesto la mano en el fuego por esta especie de "Black Panther" (Ryan Coogler, 2018) aventurera y de corte fantástico, con kung-fu, kaijus y mundos perdidos. Ahora bien, por culpa de sus excesivas más de dos horas de metraje, me lo pienso. Aunque en frío cederé, supongo.
Soy lector de Marvel desde mi más tierna infancia, y como tal he de admitir que hasta esta "Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos" ni zorra idea de quién era ese tipo. E imagino que como yo una inmensa mayoría. Y he aquí que el film de Destin Daniel Cretton logra anteponerse con soltura y gracejo a ese nada fácil escollo. El personaje tiene punch y el actor que le da vida, un tal Simu Liu, el carisma necesario para querer verlo más. Y su tête à tête con Awkwafina y sus pantalones chillones ya ni os cuento.
De acción y eso "Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos" va muy bien. Hay un par de set-pieces de acción pura muy buenas, y el tercer acto en plan épica fantástica mola. De tradición oriental mucho no puedo hablar, pero hasta donde llego, también bien. Hay alguna grata aparición sorpresa, y no solo tras los consabidos créditos.
En fin, ya digo que al producto le sobra metraje, pero he acabado con buen sabor de boca.

La versión buena de "Historias para no contar", sin que por ello está sea mala, que conste, ya la hizo el propio Cesc Gay hace justo una década. Se titulaba "Una pistola en cada mano" (2012), y os recomiendo enérgicamente tirar de hemeroteca y recuperarla.
A ver, que sí. Que me lo he pasado bien con "Historias para no contar". Un nuevo acercamiento del realizador catalán a las miserias humanas en lo tocante a las relaciones de pareja y en formato película episódica. De cinco relatos, cuatro me han interesado mucho. Lo que no es mala media. Pero es que noto aquí a un Cesc Gay, diríase: acomodado, que hace que se me enciendan todas las alarmas porque sé que él puede dar mucho más que eso.
Por todo ello, por ejemplo, el —increíble—reparto del film acaba pesando más que cualquier otra cosa. Algo que hasta ahora nunca me había nublado una obra de Gay.
En fin, creo que hasta la excesivamente denostada "Sentimental" (2020) me encandiló más que esta correcta aunque poco brillante "Historias para no contar".

Llevo muchos años ya en el barco de Edgar Wright, y "Última noche en el Soho" me sigue manteniendo en él. El británico mantiene recta y pulcra su personal línea de trabajo, y si acaso sube un pelín en relación a su anterior film. Y no voy a justificarme más porque a estas alturas creo que ya no hace falta.
Lo que más me ha sorprendido de "Última noche en el Soho", un excelente trabajo que siempre defenderé como giallo, son las iracundas reacciones de cierto sector del público. Ese que usa para condenar este último trabajo de Wright unos argumentos que, en obras anteriores, no solo no les importaba su presencia, sino que era casi lo que más les flipaba. Y me fijo por ejemplo en esos que acusan a la película de ser, y cito textualmente: «un ejercicio de estilo, no una película sólida donde la historia es capital». A ellos les pregunto airado: ¿Cuándo a Edgar Wright le ha importado más el fondo que la forma, y cuándo eso nos ha impedido disfrutar de su cine?…
Porque claro, "Baby driver" (2017) era una película de tesis marcadísima que no le prestaba nada de atención al estilo, y "Scott Pilgrim contra el mundo" (2010) tres cuartos de lo mismo. Ahí sí había que idolatrar al cineasta, quedaba bien. Pero ahora resulta que hemos madurado y eso ya no nos pone cachondos. Pues que os quede claro que no es Edgar Wright el que ha cambiado a peor con "Última noche en el Soho", lleva dos décadas haciendo el mismo tipo de cine. Los que habéis cambiado para mal sois vosotros como espectadores. Pero el extremismo vende, claro.
En fin, pasado ya el anterior cabreo solo queda disfrutar de este genial paseo por unos sórdidos y elegantes años sesenta que nos propone Edgar Wright a ritmo de Petula Clark entre otros. A disfrutar se ha dicho.

Segundo episodio de esta especie de reformulación de las "Historias para no dormir" de Chicho Ibáñez Serrador sacada adelante, entre otros, por su hijo Alejandro Ibáñez y Amazon Prime Video; y aunque hemos subido unas décimas el nivel respecto a "La broma", sigo defendiendo que brillan más los nombres que el contenido.
"El doble" es una atmosférica y enrarecida sci-fi (no tan) distópica muy deudora del cine de Denis Villeneuve. Los doppelgängers de "Enemy" (2013) se entrecruzan con los replicantes de "Blade Runner 2049" (2017) en una deshumanizada metrópolis bañada por una única y atosigante paleta de colores. El eterno dilema entre lo que llevamos a cabo y lo que queremos llevar a cabo, pero no nos atrevemos, aflora en un episodio que peca de críptico, aún no siéndolo. De hecho hay momentos en los que temes que el producto se vaya a poner en plan sci-fi de Shane Carruth. Pero en verdad Rodrigo Sorogoyen, comandante del mismo, lo único que hace es despistar al espectador con la forma para que no se entere de que, en el fondo, hay muy poco con lo que engañar.
"El doble" tiene cosas, que duda cabe, más incluso que "La broma", pero me vuelvo a quedar un poco a medias. Y esa sensación ya empieza a ser un incordio. Actoralmente vuelve a haber un gran nivel, ya dije que eso sería tónica dominante. Pero es que ni se puede ni se debe vivir solo de eso.
En fin, a ver si con las dos entregas restantes remontamos la gris línea que se ha establecido en estas muevas "Historias para no dormir".

A ver. Que hay un porrón de elementos estimulantes en "Loki", no lo niego. Pero, entre otros muchos males que quizás relate o quizás no, al final todo el conjunto me ha dejado en el paladar un persistente y amargo retrogusto a hábil movimiento para estirar el chicle de la canónica escena poscréditos Marvel que solamente tiene como objetivo presentar al futuro villano de turno que no logro eliminar ni tragando litros de flúor.
Otro problema que he tenido con "Loki", que en el fondo radica en lo dicho anteriormente, enraíza en la finalidad del producto. Tanto "WandaVision" como "The Falcon and the Winter Soldier" tenían el loable cometido de cerrar o completar arcos dramáticos que el cine no había sido capaz de desarrollar por el motivo que fuera. Y lo hacían muy bien, gusten más o menos dichas series. Pero estos —finalmente muy escasos para con la trama— seis episodios showrunneados por Michael Waldron y dirigidos por Kate Herron le han servido al personaje de Tom Hiddleston lo mismo que un polvorón a un sediento. Para nada. Sí, ya sé que aquí habrá segunda temporada. Lo que convierte "Loki" en algo diferente a lo citado anteriormente. Pero lo siento, sigo pensando que la función de esta serie resulta muy difusa.
En definitiva, ni comprando con gusto todos y cada uno de los what the fucks de "Loki" se rebaja mi cabreo. Owen Wilson está estupendo y Sophia Di Martino es una agradable sorpresa, ambos dos con una genial química con Hiddleston. Visualmente el conjunto es un lujazo. Pero el resultado final me deja muy mosca.
Di también que "Loki" era seguramente la serie Marvel/Disney+ que más hype generaba, bien por lo ambigua que resultaba a priori bien por el potencial de su protagonista, o bien por ambas. Y al final sacar la cabeza con tantas expectativas es muy difícil ya que, no te vale con ser buena, tienes que ser además lo que cada espectador se ha imaginado en su mente y en fin… No sigo por ahí porque esto da para otro intenso debate, y este no es el formato adecuado.