Comienzo mi crítica con el inicio de la sinopsis: Desarrollada en una realidad alternativa en el que la humanidad puede acceder a una tecnología que graba todo lo que ve y escucha. Puedes borrar un recuerdo o volver a él, ¿pero es ésto algo bueno?

Siempre tendemos a ver a la tecnología como un progreso que nos facilita la vida, o incluso que nos ayuda a ahorrar tiempo, tan necesario en esta vida que avanza a una velocidad de vértigo. Queda muy lejano cuando para instalar el ratón del ordenador necesitábamos un floppy disk, pero no han pasado mas de 12 años desde que se extinguió la entrañable unidad B, y tal vez ese es el problema, la evolución es tan rápida que no nos da tiempo a valorar lo que tenemos, queremos todo lo nuevo ya y ahora, queremos mandar un mensaje y que nos contesten al momento, mandamos un whatsapp y vemos que esa persona se ha conectado pero no nos ha contestado y ya lo estamos destripando cual aves carroñeras...y el sistema nos lo pone fácil para convertirnos en adictos a la información, independientemente de donde venga, y en compradores compulsivos, adictos a las nuevas tecnologías, que no dejan de evolucionar...¿Y si llegasen algún día a crear algo parecido a lo que plantea este capítulo? Me acojono señores, me acojono...

La historia comienza con una entrevista de trabajo, que el protagonista no tarda en re-visionar para ver si lo ha hecho bien, e incluso se plantea la posibilidad de compartir su entrevista con otras personas para ver cual es su reacción, todo con la ayuda de una pantalla de cristal y un mando que se convierte casi en una parte de la mano, ya que todo aquel que tiene instalado tras la oreja el "grano" requiere de un mando para su uso. El problema viene cuando dicha tecnología, creada para hacer el bien, se corrompe y nos hace esclavos de nuestras acciones, nos ayuda a saber el como, el cuando, el donde y el porque da cada acción de una persona. Se acabaron las situaciones embarazosas en las que no te acuerdas del nombre de algún presente (basta con rebobinar), se acabó el preguntar a qué se dedica cada uno...y se acabaron las mentiras piadosas, porque una mentira sin importancia puede desencadenar en un conflicto personal de un nivel estratosférico, y en este capítulo se trata esto último con un toque psicótico que no nos escandaliza, pues con cada paso del protagonista vemos que la tecnología, sea buena o mala, nunca miente. No se si es el mejor, pero desde luego es el que más me ha estremecido. Genial Kebbell.

Tal vez estar en mitad de la miniserie es lo que ha hecho que para mí este capítulo sea el más flojo de los tres, o tal vez ser el mas largo con diferencia, porque aunque no traspasa la hora, hay escenas muy repetitivas que aunque justifican la trama podrían obviarse para darle mas ritmo al metraje. Como ejercicio de reflexión sobre la evolución tanto de la tecnología como, sobre todo, de la televisión, esta genial, es escalofriante de hecho, y tanto el desarrollo como el desenlace mantienen en vilo al espectador, en especial el clímax final, con un sensacional Daniel Kaluuya en una interpretación llena de ira y rabia. Puede que al principio le cueste al espectador ubicarse tanto en el tiempo como en la trama, pero merece la pena verlo.

Llevaba tiempo sin que ningún producto televisivo me impactase y me hiciese reflexionar. Este miniserial formado por tres capítulos es una verdadera joya, al menos este primer episodio, que critica con dureza a internet, a las redes sociales, y al uso de ellas, pues a pesar de ser consideradas una herramienta que nos ayuda a comunicarnos, también nos manipula, nos satura con información que no sabemos si es veraz y sobretodo, nos anula toda privacidad. El capítulo comienza planeando algo parecido a una broma de mal gusto, es más, la primera sensación es que este serial tirará mas bien hacia la comedia, incluso al comenzar a verlo piensas que semejante tontería no se puede llevar a cabo con seriedad y elementos dramáticos, pero lo cierto es que conforme avanzan los minutos y la trama te va desvelando el poder que tienen no solo los medios de comunicación, si no todas las personas que interactúan con ellos directamente...la cosa cambia, y se torna mas seria de lo normal, tanto que a la altura del desenlace el corazón del espectador esta en un puño debatiéndose que haría si estuviese en la situación del primer ministro británico. No hay nada que reprocharle al capítulo, tal vez el desenlace no es el que más convenza a la gran audiencia, y puede que muchas filtraciones (spoiler) sean extremadamente exageradas, pero lo cierto es que Black Mirror: El himno nacional, es un gran ejercicio de reflexión. Lo recomiendo encarecidamente.

Obra maestra para algunos, película que pasa indiferente para otros, y yo formo parte de ese segundo grupo. La historia es potencialmente atractiva, tal vez el problema es que estamos tan saturados de películas sobre venganza, se han hecho tantas versiones tan dispares, que este producto, a pesar de ser más antiguo, no llega a conmover. En la versión que he visto yo la iluminación es extremadamente oscura, por lo que cuesta trabajo situarse en la escenografía, y la ausencia de diálogos hace que el ritmo sea lento y la película se ralentice, mas aún cuando no tenemos información suficiente sobre todo lo que esta pasando. Los personajes principales no están muy bien construidos, el del padre, al ser tan terco y cuadriculado, un poco más, pero la hija no termina de convencerme. Me ha aburrido y no me ha hecho reflexionar, aunque tengo que reconocer que la primera secuencia conmueve bastante, al igual que la frase del padre de "El mundo no es para las mujeres".

Snyder debuta como director trasladando en el tiempo un clásico de terror de Romero y situándolo a principios del siglo XXI, la adaptación es asombrosa. Aunque la cinta busca también tener momentos de comedia y picantones (sangre y tías, combo indiscutible en las películas de terror) se recrea en las secuencias de acción, y ahonda un poco en el drama para hacernos ver cual es la procedencia de cada personaje, lo que ha perdido y como afronta el presente en un mundo lleno de muertos vivientes, aunque tal vez esto lo hace de una manera superficial, por lo que es complicado encontrar un poco de química con los personajes que vemos y ponernos en su piel. El ritmo es frenético, la música acompaña en todo momento, tanto en las escenas donde la tensión es notable como en las persecuciones que se producen. No llega a ser terrorífica, es mas, me reitero en que se ha buscado más recrearse en la acción y en la tensión que en asustar al espectador, lo cual no significa que la película no guste, es entretenida y divertida.