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España España · Madrid
Críticas de OsitoF
Críticas 2.086
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
11 de enero de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda sociedad tiene sus mitos, a veces nacidos de verdades convenientemente adornadas en el tiempo (como Romasanta el hombre-lobo galaico), a veces inventados con fines moralizantes o educativos (como el Tío Camuñas que se lleva a los niños que se portan mal) y, a veces, para quedarse con la gente como la Niña de la Curva. Hay que mencionar que en España, nación de cachondos y jetas como somos, ciertas comunidades autónomas no han vacilado en diseñar sus propios seres mitológicos para presumir de invenciones con denominación de origen, como esa especie de ent con chapela que se pasea por los bosques de las Vascongadas sin ningún propósito en particular. Pero está claro que ningún país seria y ninguna cultura con cierta solera es ajena a este fenómeno.

Obviamente, si aquí los tenemos más o menos centralizados (salvo las patochadas periféricas) y catalogados, en la inmensidad de Estados Unidos donde fuera de las grandes ciudades nadie se preocupa más que de su propio terruño, prácticamente cada villorrio (especialmente los de mala muerte) deben de tener su repertorio de fantasmas particulares, como este Hombre Alto que protagoniza la película o, por lo menos, así nos lo han hecho creer con innumerables productos cortados por el mismo patrón de monstruo local atemorizando a pequeña población.

“El hombre de las sombras” tiene la particularidad de que utiliza esa figura de las leyendas urbanas locales para plantear una película totalmente distinta. Capta la atención del espectador con una historia que parece la habitual de sustos e intriga y, cuando se ha resignado a más de lo mismo y el interés decae, pega un volantazo que, tras cuatro vueltas de campana y dos tirabuzones que atraviesan la mediana, aterriza de pie y continúa su trayecto convertida en una historia con un tono totalmente distinto pero consistente con todo lo anterior. La maniobra es arriesgadísima porque la nueva la historia es compleja, igual de inquietante pero a otro nivel y muy controvertida, como planteada para hacer pensar al público y que se posicione (internamente) ante un polémico dilema moral.

El resultado no es fácil de digerir. El cambio de género es sorprendente e interesante, hecho con inteligencia y respeto y cada parte de la película está hecha con buena mano. Lo que me deja un poco rayado es el mensaje que parece querer transmitir (SPOILER) y es que, hay temas sensibles en el simple hecho de plantear el debate te posiciona. No soy de los que creen que «se puede y se debe hablar de todo», no. Hay temas y situaciones en las que el puro sentido común y del decoro marcan el dogma y abrirse a debatirlas es, como mínimo, un ejercicio de frivolidad. Con todo, si se llega a considerar que el giro de la película no tienen mensaje asociado y es una simple herramienta para impactar y sorprender a un espectador que pensaba que la cosa iba por allí y fue por allá, “El hombre de las sombras” tiene un pase.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
OsitoF
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6
10 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Están últimamente de moda las series y películas de acción protagonizadas por superagencias de espionaje global y sus invencibles agentes. Supongo que una de las razones es que debe de salir barato tirar de plantilla y reaprovechar escritura de guion y escenografías entre unas y otras: con algún retoque estético, todas las susodichas agencias se caracterizan por un comité central mundial formado por gente elegante que representa a las organizaciones locales y se reúnen ocasionalmente en un búnker con sala de reuniones. Luego, cada sucursal está dirigida por el típico jefe/jefa con mucha mala leche y escaso tono físico, becarios que miran pantallas con números random mientras corren ocasionalmente de acá para allá aparentando ajetreo, tecnofrikis capaces de hackear hasta los urinarios públicos de un festival de música veraniego y, por supuesto, los superagentes entrenados en cincuenta técnicas de arte marcial, todo tipo de armas y explosivos, infilitraciones, inteligencia emocional y seducción corporal, pilotaje de cualquier cosa que tenga ruedas o vuele y nociones de COBOL.

Y, además, suelen ahorrar muchos quebraderos de cabeza a la hora de desarrollar la trama porque se da por hecho que estas superagencias tienen numerosos superrecursos que justifiquen que el laboratorio ha encontrado una microfibra y ha identificado el ADN en cosa de minutos, un satélite convenientemente orientado a la calle del Baturro en Calzadilla de los Barros, provincia de Badajoz, donde unos tíos sospechosos traman algo, así como expertos en MySQL capaces de sacar cita previa en la Seguridad Social para antes de tres meses. Por no hablar de que como siempre andan pisando callos, es sencillo encontrar enemigos como algún zumbado que busque venganza o alguna superagencia enemiga que quiere quedarse con el monopolio del espionaje.

Así las cosas, “Agente Stone” es una más de los proyectos que se han subido a la ola, ni el mejor ni el peor. Como cosas buenas, dentro de lo genérico del producto, se han esforzado en darle un aspecto aseado y llamativo, con una organización global donde a sus activos se les identifica por cartas de póker (Pepito es el tres de picas, Manolita la reina de tréboles y el jefe de negociado el as de corazones) y dispone de la mayor IA conocida al servicio de la paz mundial, capaz de predecir crímenes y asistir a los agentes sobre el terreno enviándoles en tiempo real rutas de escape o mapas de edificios. Suena a patochada, pero logran ponerlo en escena y que parezca razonablemente viable.

En el reparto también se puede hablar de acierto. Gal Gadot convence como actriz de acción de modo que, si bien no me creo que pueda acabar con tres sicarios usando un secador de pelo (nadie puede), sus capacidades físicas me llevan a dar por buena la escena. Tiene estilo al correr y al pegar y no se le ve resoplando tras subir unas escaleras (no todas las actrices que han protagonizado papeles similares pueden decir lo mismo, ¿verdad, Jessica Chastain en “Ava”?). Ahí también se ve buena mano en las coreografías y en el diseño de una trama que trata de discurrir con buen criterio por situaciones moderadamente manejables. Vamos, que las peleas se orquestan para que los esbirros salgan de uno en uno o de dos en dos. También me gusta Jamie Dorman y el papel que le hacen jugar.

Si nos ponemos tiquismiquis, la trama es la de siempre, pero por mi parte está convenientemente adornada y me vale. Como cosas menos buenas, la trama pierde un poco al dar protagonismo al típico crío que es un máquina en lo suyo (en este caso, los ordenadores) y va de listillo (o listilla). Igualmente, la película peca un tanto de irregularidad, con fases un poco anodinas, nivel televisivo, entre unos clímax de acción bastante logrados, nivel cine. En cierto modo, se le nota su naturaleza Netflix en que parte del metraje está hecha sin preocuparse del presupuesto y, a ratos, está hecha con sobras. Pero, yo diría que, en general, “Agente Stone” logra conectar con el público con una mezcla de humildad y trabajo general y el encanto particular de Gadot, ese algo que se tiene o no se tiene (y ella lo tiene). Desde luego no es Misión Imposible, pero se hace simpática. No sé si da para una franquicia, pero me he sorprendido viendola sin problema dos veces en poco tiempo.
OsitoF
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9
9 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En cierto modo modo “Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones” cierra una especie de ciclo personal. Creo que alguna vez he contado que mi carrera aquí en Filmaffinity comienza por una fuerte discusión laboral sobre “La fuente de la vida”, de Darren Aronofsky, en la que me quedé solo defendiendola frente a mis compañeros de la oficina. La cosa terminó con una especie de reto en plan «pues si tanto la defiendes, a ver qué nota le pones y dejas por escrito lo que te parece en una página nueva que se llama Filmaffinity». No me costó nada hacerlo, pero descubrí que tengo una especie de obsesión coleccionista que me lleva a puntuar todo lo que veo (al principio era todo lo que había visto en mi vida, pero logré reconducir el trastorno para limitarlo a películas vistas a partir de ese momento y dejando series y documentales a un lado) y, lo que más tiempo me roba, a escribir una reseña a todo lo que valoro porque en la sección ‘Mis votaciones’, al lado de la nota, FA tiene un icono que conduce a la crítica y no soporto que haya cosas descuadradas como valoraciones sin icono de crítica.

Pues (y aquí viene el giro), esa fue la segunda vez que me quedé solo (literal y absolutamente solo) defendiendo una película. La otra vez había sido varios años antes con (¡sorpresa) la desdichada “Dragones y mazmorras” de Jeremy Irons. Vale que la película era muy mejorable y hasta el propio Irons ha reconocido que le pilló en una época con poco cash tras la compra de un castillo y que no pudo negarse. Sí, los efectos especiales eran pocos y de mala calidad, los exteriores no diferían mucho de algún parque de las afueras de Guadalajara y el diseño de vestuario estaba en la línea de Xena, Hércules y series similares de bajo coste. Pero la película desbordaba fantasía y ganas de trascender. Quizá demasiada para los medios disponibles, pero la ilusión del reparto en general y el rendimento que se le sacaba a unos dragones de photoshop llevaba mi imaginación a ese punto en el que rellenas las carencias, ves la película como la tenía su director en mente y te centras en su esencia. Además, había química entre los protagonistas y el sicario del malo me pareció sorprendentemente bien escrito.

Así que como FA no existía en 2003 (o por lo menos no había oído hablar de ella) y no pude retratarme y defender “Dragones y mazmorras” en aquel momento, siento que recibo una segunda oportunidad con su sucesora, habida cuenta de que la taquilla no ha respondido como se merece. Y, lo cierto, es que es un gusto escribir con fuerza que “D&D: honor entre ladrones” es un peliculón, de las cinco o tres mejores películas sin duda de 2023. Algo más de dos horas de la mejor acción, fantasía y cachondeo que se pasan volando. La película está elaborada en clave de comedia pero con dos características muy destacables: primera, que sabe volverse seria cuando debe y, segunda, que es un humor muy fino, muy inteligente y, sobre todo, muy respetuoso con la franquicia sabiendo perfectamente dónde está la línea entre reírse de uno mismo y hacer el ridículo o ridiculizar a otros.

Hay que empezar diciendo que “D&D: honor entre ladrones” es un regreso a la fantasía sencilla en la que nadie se pregunta por qué un elfo y un enano se entienden hablando en inglés, la magia existe porque sí, todas la ubicaciones están a tiro de paseo o cabalgada y muchas razas son mera ocurrencia sin base mitológica. Me gusta Tolkien y me gusta Juego de Tronos, pero también hay cabida en el panorama del entretenimiento para proyectos menos serios que tengan las ideas igual de claras. “D&D: honor entre ladrones” plantea un mundo mágico de reglas abiertas en las que casi todo puede pasar (la magia es así), pero deja sentir un compromiso con el sentido común y donde no todo vale. Los protagonistas tienen unas habilidades y poderes razonables y coherentes con los de sus enemigos, de modo que su trepidante gymkana de pruebas y viajes mantiene la expectación sin aburrir.

Los efectos especiales son más que correctos y la escenografía es más que digna, pero la película tampoco abusa del CGI porque apenas lo necesita. Tampoco hay peleas con coreografías rebuscadas ni batallas multitudinarias, le basta y le sobra con plantear aventuras a un ritmazo que recuerda al estilo Guy Ritchie que refuerza la extraordinaria vis cómica de un reparto muy apropiado: Chris Pine y Hugh Grant son de los actores que mejor saben reírse de sí mismos sin perder el rumbo y Michelle Rodriguez de las pocas chicas duras capaz de resolver una situación cómica. A eso le sumamos unos gags de alto rendimiento (la película arranca con uno de los mejores sketches que recuerdo) y unos secundarios que entran en el juego. Los diálogos son pura chispa, los cameos son brillantes e, incluso, sabe reírse CON la saga original (y no DE la saga original) con atrevidos guiños.

Como comedia, muy superior a otros productos más especializados. Y, como aventuras mágicas, sobresaliente. Va tan sobrada y es tan sutil, que no necesita recurrir a la típica tensión amorosa entre protagonistas y, aún así, conmueve con momentos de ternura desbordante. ¿Fue un fracaso? En absoluto. Los números de taquilla puede que digan que sí, pero creo que hay que empezar a pensar que los gustos y las costumbres del espectador han cambiado tras la pandemia y, aunque haya pelotazos ocasionales, las recaudaciones muchimillonarias ya son cosa del pasado. Además hay que ver lo que aporta a las parrillas de las plataformas. Estoy seguro de que, como yo, la gente petó los servidores el día de su estreno en Movistar.
OsitoF
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6
8 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo mejor son sólo cosas mías, pero diría que aprecio una evolución en el thriller coreano con ciertos paralelismos a la que ha vivido el cine español y que les han llevado a un cine atractivo y comercial gracias a la adopción de ciertos patrones americanos, a la vez que integran localismos que aportan personalidad y carácter propios. Aquí a veces nos ha salido mejor (“La isla mínima” o “No habrá paz para los malvados”) y a veces nos ha salido peor (“El guardián invisible”) pero son todas películas que, cuando menos, tienen un aspecto decente e intrigante que apetece catar. Igualmente, en Corea parecen haber abandonado el exceso gestual, la violencia acrobática, el ritmo desenfrenado y la creencia de que unos buenos toques cómicos nunca sobran en una buena investigación de homicidios, de modo quey sus thrillers recientes (“El redentor” o “New World”, por ejemplo) son más sobrios, más contenidos y más aceptables en Occidente.

“The yellow sea” va por esa línea y nos lleva a una de las zonas más siniestras y desconocidas de Asia, a la triple frontera entre Rusia, China y Corea del Norte que, como suele suceder allí donde hay aduanas, cambios de país, de regulaciones y de leyes, es terreno abonado para buscavidas y negocios turbios. Allí, el típico perdedor acosado por malas decisiones y en una confusa situación personal, se ve obligado a aceptar la proposición de un criminal local que desencadena una sucesión de acontecimientos a un lado y otro de la frontera.

La película logra meternos en el ambiente mafioso de la zona y sumergirnos en unas peripecias de los protagonistas que implican razonables dosis de una violencia descarnada y salvaje. Nada de elegantes peleas y sofisticados tiroteos, sino luchas por la vida con armas de fuego, armas blancas, armas improvisadas o los simples puños y dientes. Navajazos donde se pueda y como se pueda, arrancando ojos y mordiendo partes blandas para sobrevivir a una historia que se complica con la misma facilidad con la que se desenreda y se clarifica de una manera solvente.

A pesar de algún giro un tanto rebuscado y de alguna licencia en alguna pelea, me creo “The yellow sea”, que es de lo que se trata en un thriller y me gusta la exótica miseria que muestra en pantalla, así como lo inquietantemente cotidiano de su puesta en escena, como recordándonos que, realmente, no conocemos a nuestros vecinos ni a la gente que nos vende los periódicos. Casi ni siquiera a nosotros mismos y de lo que seríamos capaces si amenazaran a nuestras familias, por lo que la cinta logra dejarnos un punto de mal cuerpo al hacernos pensar que ese desgraciado podríamos ser cualquiera de nosotros en una mala racha.
OsitoF
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4
7 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Da un poco de lástima ver cómo una producción de innegable solvencia presupuestaria que reúne a un director de renombre como Jim Sheridan con un reparto estelar, se desaprovecha de una manera tan burda por culpa de un guion infantil y ladino, de los que despiertan interés con una buena idea y se piensan que luego ya es cosa de rellenar hasta la duración comprometida. Con un arranque interesante, en el que el buen hacer de unos y otros sumerge al espectador en un complejo thriller psicológico, “Detrás de las paredes” sorprende muy pronto con un buen giro, muy bueno incluso, de esos con los que suelen concluir las películas dejando buen sabor de boca.

El problema es que ese giro llega demasiado pronto, casi ni mediada la película y deja a la obra en un nudo narrativo de difícil solución porque, realmente, la película podría (y debería) haber acabado ahí… si los compromisos comerciales permitiesen un producto de cuarenta minutos. El bajón es tan notorio como inevitable y el guion lo resuelve como los malos toreros, con florituras de distracción. Es decir, con más giros. Del thriller psicológico pasamos a un thriller policíaco de difícil digestión plagado de conveniencias inverosímiles para hacer avanzar la trama. Y en lo que vendría siendo una espantada antológica, remata la faena recurriendo a intentar crear tensiones sobrenaturales imposibles de defender.

Nada que reprochar a dirección, interpretaciones ni ninguna disciplina técnica. Cumplen de sobra creando la atmósfera esperable en una película de intriga y sustos, pero, sencillamente, la historia es imposible de llevar a la pantalla con alguna remota posibilidad de éxito.
OsitoF
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