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Críticas de lourdes lulu lou
Críticas 1.501
Críticas ordenadas por utilidad
5
2 de septiembre de 2014
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Filósofos!, ¿en serio?
Empieza con una serie de sentencias banales, ligeras y tontas sobre el sentido de la vida, la importancia de la filosofía para una existencia feliz y la exquisita y superior preparación para afrontar los problemas que ofrece aquel que se forma como filósofo -el insulto para aquellos que realmente han estudiado dicha carrera es ofensivo y penoso- y, a continuación, plantea un ejercicio, juego de supervivencia donde hay que elegir quién entra o se queda fuera del búnker que les protegerá del apocalipsis que está afectando a la tierra, un ataque atómico que lo destruye todo y que, según tu personaje y las habilidades que posea para contribuir a la subsistencia y procreación de la raza humana, vives o mueres.
Vaya por delante que, esa misma prueba, la realizas como primera ronda de eliminación del personal que aspira a un puesto de trabajo en un supermercado conocido y que dicha experiencia fue más interesante y entretenida que toda la película.
Seguimos con el filme para descubrir a una sosa y apagada lider que necesita red bull en las venas y color en las mejillas y que aburre hasta la saciedad,unos diálogos tan vacíos y nimios que deberían tener más respeto al hablar de tan valiosa opción a la hora de estudiar y de plantear cuestiones sobre tu persona y el mundo que te rodea, un profesor que va de sabio Aristóteles y que no deja de ser un crío celoso y patético por no conseguir a su chica, unos alumnos privilegiados que no dan la talla ni para trabajar en McDonald´s, una presentación suntuosa de movimientos lentos, devastados paisajes y agónico espacio que intenta mostrar la exclusiva y vital importancia de lo expuesto que desespera y anula tu curiosidad -si alguna vez ésta llegó a aparecer-, una lección moral y de justicia ética sobre la igualdad de todos los seres humanos y la innegable utilidad de todos en el mundo y, en general, un despropósito de filme que teniendo en cuenta la atractiva y seductora idea que surge al leer su sinopsis es increíble que hayan realizado tal desastre que, ya no es que no tenga carisma, fuerza o emoción -que no la tiene- es que su visionado aporta una gama de sinsabores y nulidad de contenido que molesta y acaba en desgana e inapetencia.
En el tan mencionado mito de la caverna de Platón, dan ganas de quedarse con la ilusión y no descubrir la realidad porque la realidad de esta película ha sido un completo fiasco.
"¿Sabes, en realidad, que significa apocalipsis?, el que descubre lo que no pudiste ver tras la oscuridad"
En la oscuridad quedó quien tuvo tan genial idea pero no supo aprovechar ese rayo de luz que la inspiró para desarrollarla con dignidad y esmero.
"¿La Filosofía es a la vida lo que la masturbación al sexo?"
Triste para estar hablando de tan ilustres, variados y distinguidos pensadores.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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6
1 de septiembre de 2014
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Profesional, rigurosa, técnica..., concisa, directa, veloz..., conformar un equipo, los jugadores que formarán parte de esa plantilla ganadora, contentar al entrenador, a los aficionados, al jefe que confió en ti, estrategias calculadas, decisiones repentinas, intuición veterana, olfato ganador..., el codiciado mundo del fútbol profesional y sus tejemanejes, sus argucias, engaños y negociaciones de traje, corbata y teléfono para llegar primero a meta, para adelantar posiciones y conseguir el ansiado anillo de ¡la Super Bowl!
El intercambio de cromos de nuestra niñez llevado a la estratosfera, al cosmos del disparate y la locura, el juego de la tómbola en vidas humanas de millones y millones de dólares que maneja esta enorme industria que gira en torno a un balón y 22 jugadores de campo de inmensidad y desproporción exagerada.
No verás juego en acción, no verás estadios abarrotados, no verás árbitros ni vestuarios ni pelota ni marcador, verás la productiva y fructífera unión Ivan Reitman-Kevin Costner, su fuerza presencial y carisma en pantalla, presenciarás el intenso y caótico cronómetro de decidir el presente y el futuro, el estrés y la revolución personal de elegir y descartar, un centrado, acentuado, correcto guión cuyos diálogos te transmiten la política y negocio de despachos con un argumento de oficina, porcentajes, previsiones y cálculos que se mueve entre la televisión, los agentes y sus celulares, toda una movida sonora, rítmica, precisa y de reflejo fiel sobre la compra-venta y cesión de jugadores, de estratagemas de equipo y el enorme y enrevesado mundo que les rodea.
Intenta ser cálida y humana a la vez que fría y formal, el mundo laboral y la vida personal combinados en buena sintonía y con eficiente gusto y sabor, involucrar el apasionado y loco corazón humano aunque no mostrar su frenético y descontrolado ritmo cardíaco hasta el final de partida cuando todas las cartas están sobre la mesa, descubiertas y no queda más que decir, un pulso dinámico y vitalista contrarreloj, armonía de inicio de carrera que cuida las formas, esmera la presentación y mantiene el nivel a intensidad progresiva y rapidez acelerada hasta llegar a victoriosa meta.
Sobresaltos interesante que cautivan y atraen -medidos en su cercado alcance-, virajes atractivos que despiertan tu ímpetu y entusiasmo -dentro de un patrón limitado y muy socorrido por su cliché reiterativo-, nada nuevo no visto en anteriores películas sobre el deporte rey que, con todo, mantiene su diversión y entretenimiento, agilidad y frescura por muchas veces que lo veas y lo repitan.
La confianza de su buen hacer, la rapidez vertiginosa de su proceder, la ansiedad agónica y la irrespirable tensión como motor que alimenta y proporciona gas, todo un arte y buen oficio para mantener al espectador ligero, ameno y en vilo sin excitarse en demasía pero lejos de aburrirse.
¿Recuerdas de niño, en la pandilla de amigos, estar esperando nervioso a que te elijan para jugar al fútbol rogando no ser el último ni ir con el grupo perdedor? Ahora, ¡eres tú quien eliges!

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lourdes lulu lou
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5
23 de agosto de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan académica, que anula la vitalidad del genio matemático.

Dudo mucho que salgas con la sensación oportuna y verdadera de la mente brillante que se está describiendo, de la importancia de sus descubrimientos y la grandeza de sus ideas y pensamientos, ese imposible parar de pensar en números, fórmulas y demostraciones, que acapara su razón y tiempo de forma constante y acosadora; la liberación de escribir lo que su cabeza dibuja una y otra vez, darle sentido y que lo conozca el mundo entero, pues es demasiado grande y necesario para quedarse únicamente en su persona.
Originalidad de procedimiento, sin base educativa previa, que se desarrolla de forma autóctona por sus propio medios, indiscutible mérito de un hombre genuino que volaba a ritmo avanzado en su compleja imaginación, ya que veía el cuadro finalizado donde otros no veían aún ni los colores ni la pintura, menos aún su perfecto orden de magistral simetría.
Dev Patel hace una labor concienzuda en la plasmación de tan ilustre personaje, pero todo queda en esforzado trabajo práctico, cuya alma nunca se siente ni aspira con rotundidad válida; demasiado rígido, técnico y estrecho de miras su formato, se ciñe a los datos cronológicos y al paso escrupuloso de los acontecimientos, con la lamentada objeción de no percibir al genio, de no inquietar o conmover su gran esfuerzo, sacrificio y voluntad firme de demostrar su valía y conocimiento.
Tu impresión no queda impactada, no sales de la historia impregnada de ella, no queda en tu recuerdo lo visto, ni hay palpable estupefacción, admiración y respeto por la gran figura..., y eso ¡es imperdonable!
Porque sí lo fue, fue grande entre los mejores, con todas las dificultades y trabas que se le impusieron y los percances que sufrió por la tierra de la que procedía; Matt Brown filma un relato correcto en tiempo y sucesos/escaso y mundano en espíritu célebre y vigoroso, estéril absorción cuando ni siquiera digieres la dramática, tensa y complicada convivencia de dos sabios irrepetibles, así como su estancia en la altiva y arrogante Cambridge, y tampoco es que queda retratado el fervor de la época con estupor y enigma; lectura cumplidora y discreta que extravía la pasión y el entusiasmo, que olvida dar a conocer a la persona con la plenitud y templanza que merecía.
“El gran conocimiento suele venir de los orígenes más humildes” y, tras verdad tan imponente y contundente, esperas un relato que te deslumbre, que te de a conocer a este sabio en toda su magnitud y grandeza, cosa que no sucede en todo su tamaño y esplendor.
El interés es acotado y restringido, dado que el estricto formato de la historia no permite una implicación enorme en ella; la observas, aprendes a pronunciar su nombre y percibes parte de la importancia de su trabajo, aunque no por lo visionado en la cinta, sino por las acotaciones escritas que se añaden y lo afirman.
“Las matemáticas no sólo poseen la verdad, sino la belleza suprema” pero, dependiendo del elegido enfoque, la verdad y su belleza se aspiran y devoran con más intensidad y estupor, o únicamente con simpleza de saber lo sucedido, sin más; lo segundo queda claro, los pálpitos y latidos del corazón de la primera brillan por su ausencia.
El reto de estar a la altura de la imaginación y talento de Ramajudan no se ha visto, con impacto y solidez, cumplido; para ser el hombre que conocía del infinito, su película es muy limitada y reducida.
Lo mejor; Ramajudan y Dev Patel interpretándolo.
Lo peor; Ramajudan merecía una mejor película de su vida.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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5
19 de enero de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A veces es mejor no saber las cosas”, permite seguir diviertiéndose.

Cuando las travesuras de críos dejan de ser tonterías de amigos enfadados y se convierten en peligro de perder la vida, cuando pasas de jugar y tirar piedras a los trenes a ver la mano de una inocente niña pidiendo ayuda, cuando descubres el horror e injusticia de la guerra al tener que esconderte de tus allegados, cuando ya no hay más bromas, ni risas ni pasatiempo de tarde; la seriedad llega, el daño golpea, la duda corrompe, la traición espera, se deja de ser niño para ser adulto forzado que nunca olvidará con cariño y tristeza, con desasosiego y alegría un irrepetible tiempo de dulce y añorada infancia que nunca volverá, un sabor agridulce para tan tierna época, que de golpe y por túnel de escape, pasa a una memoria que se quedará con lo bueno, con la gente que merecía la pena.
“Éste lugar será nuestro secreto”, y así, a través de verdades silenciadas, mentiras públicas y tapaderas escondidas, Dennis Bots muestra la maldad, desafío, resquemor y amargura de un conflicto bélico que enfrenta a vecinos a través de los ojos de dos inseparables hermanos de amistad, cuya llegada de una tercera extraña, candidata a miembro del grupo, abrirá los ojos a la crueldad, auxilio, desesperación y miedo quebradizo de quien teme ser descubierto si hace un mal gesto.
Nazis y judíos de nuevo a la palestra de la actualidad, con un sencillo y modesto relato de evidencia en su discurrir, típico planteamiento ya solventado en otras ocasiones que no por ello, por ser familiar y conocido, deja de cautivar, envolver y complacer a una audiencia que aprecia la ingenuidad, honradez y torpeza de quien, por edad e intención, es puro de corazón y leal hasta donde pueda pero, está rodeado de adultos acusadores, egoístas y portadores de la rectitud y el correcto hacer de las cosas.
Desde Ana Frank ha llovido mucho, aunque las historias tengan la misma base, orientación y destino; no cambia el argumento, siempre unos escondidos/otros delatores, en esta ocasión se hace gala de la candidez, virginidad e inofensivo proceder de quien, por ignorancia, no es consciente de su ineptitud y el daño que está causando.
Afable fotografía para un guión lozano, de frescura innocua en su lenguaje, que mantiene un ágil ritmo, de duración propicia para consumir su humilde percance con gusto, comodidad y conformidad de quien ya sabe por donde van los tiros, pero no le importa volver a visionarlo dado el acierto dinámico y resuelto de presentar la velada; endulzar mínimamente e ir al punto estratégico que lo deforma todo, que desvela lo oculto y quita caretas, con esas obvias consecuencias anímicas para el dueto protagonista, al ser arrancado de la pueril infancia y ser arrojado a la cueva de los leones, por nunca más secreto para nadie.
Un pueblo pequeño, la militancia y la resistencia, y los sentimientos se desbordan, la convivencia se acaba y ese lejano conflicto llega y arrasa a los que más quieres; se toman posiciones y cada cual a ejercer su papel de héroe o villano, de cobarde salva cuello o de valiente que arriesga el suyo.
Todo lo cuenta con pulcritud, adecuación y eficiencia aunque, sin provocar emotividad, afinidad o simpatía sensiblera por los mismos, narración expuesta en acordes condiciones que no logra emigrar al alma ni emocionar al corazón; carácter liviano para una disputa entre colegas que llega demasiado lejos, ya vista con mismo contexto pero otros nombres, se deja volver a ver con entretenimiento medio y sin lamento.
Leve cirugía para un tema tan arduo y serio; secretos de guerra que no elevan la temperatura.

Lo mejor; su mirada infantil que despierta a la responsabilidad adulta.
Lo peor; se conforma con muy poco, con un templado bosquejo de acción moderada y emociones tenues.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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5
19 de julio de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Me gusta más la verdad cuando soy yo quien la descubre que cuando es otro quien me la muestra", sentencia dictatorial que resume, por qué no ilusiona ni entusiasta, dicha historia.
"Todos merecen que le escuchen su historia", más cuando ésta puede ser el salvavidas que te reflote de ese naufragio periodístico en el que te hallas hundido, masacre profesional a resetear con esa increíble oportunidad llegada como glorificada agua para el agónico sediento.
Mike Finkel, ex periodista del New York Times, con una sepultada reputación a limpiar y recuperar, requerido por Christian Longo, presunto criminal, para hacer llegar al público su historia, se versión de los hechos, su vida en forma de exitoso libro gracias a esa desconocida verdad que sólo compartirá con el susodicho por el respeto, admiración y confianza que, poco a poco, entre ellos se generará.
Y ¡cómo no sentirse especial!, ¡emocionarse ante la posibilidad abierta, ilusión de ser el único en conocer ese gran secreto a revelar a los lectores!, ¡qué ávido oso se resistiría a tan suculenta miel!
Sin duda, las habilidades del gato emergente, James Franco, son excepcionales, distante, frío, sereno y fascinantemente calmado, acorde interpretación al nivel de su creíble oponente, un, por ahora, perseguido y manipulado ratón, el esmerado Jonah Hill que forma, junto a su compañero, la parte atractiva y gustosa del relato, esos sabrosos momentos de complicidad, de confortable diálogo donde se juega con la sinceridad, la veracidad, la confianza y el significado de todos ellos.
La lástima es que, dicha complaciente parte, no se vea apoyada, supeditada y realzada por una intensa investigación que le vaya a la par y ayude a integrar al espectador con apetencia y ganas en el asunto a tratar, complemento imprescindible en un caso de asesinato múltiple, indispensable pesquisa informativa para cazar a la liebre, nerviosa e impaciente de ese ansioso juicio en busca de lo realmente ocurrido.
Porque todo ocurre a distancia emotiva, gélida separación sensitiva que no permiten aflorar tus sentimientos o pensamiento cognitivo al respecto, escenario sin garra ni fuerza que te obligue a involucrarte y sentirte afortunado por haber evitado, o caído, en el engaño; Rupert Goold vive de sus dos intérpretes, de su visual cautiverio y de la esperanza de un atrape por tratarse de historia real sobre un despiadado y loco asesino que se encarniza con su propia familiar.
Y, aunque está en lo cierto, al público apasionan casos veraces de mentes idas que realizan atrocidades inexplicables, se olvida de nutrir el guión con más autenticidad, brío y solidez, energía que te mantenga en tensión, ardor e incesante incógnita, cuya permanencia e insistencia vuelva loca a la mente y despiste al corazón a la espera de la valiente o cobarde resolución, no ya del tribunal cuya sentencia ya ha pasado a los anales de la curiosidad histórica, sino del oponente, manejado a capricho y necesidad del atractivo coyote que se divierte y entretiene, con paciencia y sin pausa, al observar como vuelve, una y otra vez, su escogida víctima a por más tanda de ese correcaminos que sabe ya no queda nada más por andar.
"No puedo ayudarte si tú no me ayudas", primer paso de un encantamiento bien representado por sus asistentes que te deja en estado de indiferencia perceptiva al no requerir tu participación ni elección de bando, una simple observación llana, plana y cómoda que se reconduce sola sin contar contigo, sin solicitar que el público suba al autobús de dicha resolución y su inevitable sentencia.
Sin saber más sobre las víctimas, los hechos y el contenido del libro del que se inspira la cinta, con la producción de un Brad Pitt comprometido con el cine que quiere patrocinar y algún día dirigir, queda un relato conformado en torno a ese privado cuadrilátero para dos que se centra en la intimidad compartida por los susodichos protagonistas en su exclusiva partida de ajedrez, dejando a segundo plano el juego de los acontecimientos y pruebas que la acompañan, fallo que deja cojeando una velada que debería haber resultado inolvidable, de gran recuerdo e impacto y, en cambio, transcurre como pasaje, poco ilustrativo, de un demente más que, rápidamente, pasa al olvido.
La resuelta verdad como cebo, dulce goloso para encandilar y seducir, la cual se corrompe tanto con la mentira como con el silencio, sólo que aquí se retoza ingenuamente con ambos adejtivos cuyo resultado es un infructuoso ejercicio de descubrimiento que no sacia, ni motiva, ni inspira a ofrecer tu opinión, un leve y abstracto ojear como lo hacen los demás que ni hiere, ni fustiga, ni quema en el alma, percepción no deseosa pues hablamos de traición, violencia, mentiras y vil parricidio sin lamento ni compasión, la más pura maldad que te hace un guiño de complicidad inofensivo.
Una historia real hecha con plastilina que se olvida de moldear y resaltar muchos factores, únicamente enfoca su atención en dos peones cuyos negativos propios forman un positivo limitado, mínimo y, aunque conforme, también pobre; tanto los sucesos como el vidente merecen más logro y goce.

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lourdes lulu lou
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