Malditas marcas blancas, Hacendado nos engaña, importación de yogures griegos de estramonio ¡ya!.

A Iliadis, Lanthimos, Tsangari y Makridis, jinetes del apocalipsis del cine moderno y actual, enfants terribles del nuevo orden mundial y visionarios de un sistema social quien sabe si demasiado próximo ya, se ve que la crisis les ha dado bien duro en el cerebelo y allá por el Egeo, publico y directores, con desalmadas perspectivas de y para oriundos ineludiblemente insensibles, ávidos de sombrío humor cuales zombies ansiando carne fresca de caballo o yegua, se descojonan en los cines y se descojonan en sus casas mientras que más allá del Verno y del Vrontous ponemos cara de búho y creemos que estos tipos no están tomando el pelo. Que bien me caen estos tipos.

Una película de episodios con varias historias de amor con las mismas emociones que las de un autista con un posavasos de cartón, la línea argumental no es más que una burda imitación de las novelas de Philip K. Dick con filosofía barata de galletas de la suerte de los chinos y sobrecillos de azúcar para el café.

Tykwer y Wachowskis han querido crear una obra de culto y eso se nota, “El atlas de las nubes“ rezuma ostentosidad en cada escena y en cada fotograma que pasa y sin embargo la conexión entre las seis historias esta cogida con pinzas ya que ninguna de las historias por si solas, con influencias desde las cintas de intriga ochenteras mas casposas, del futuro de “The Postman” y de unos “Blade Runner” o “El quinto elemento” de mercadillo hasta el humor más zafio y el pasado más estúpidamente moralista se acercan mínimamente a algo que se salve de la quema en esta cascada visual de imágenes de situaciones forzosamente metidas con calzador.

¿“El atlas de las nubes” entretiene?. Evidentemente si, pero se han llegado a ver historias mas consistentes mediante diapositivas en PowerPoint y sin tener que aguantar algunos sonrojantes diálogos. El timo del año señores.

El pueblo escandinavo fue durante los siglos XIX y XX cuna de grandes aventureros y exploradores, audaces e intrépidos hombres que quisieron ir siempre un paso mas allá para demostrar que ni el hombre ni la naturaleza suponían una barrera, entre ellos se encuentran los miembros del “navío” Kon-Tiki, liderados por Thor Heyerdahl, un biólogo marino que con su expedición se gano el derecho a que su nombre figurara junto al de otros ilustres marineros como Jacques Cousteau, o los capitanes Ahab y Pescanova. Al final todos aquellos valerosos nórdicos quedaron ensombrecidos y renegados al ostracismo por la alargada sombra de los logros de Road Amundsen.

En “Kon-Tiki” la ambientación, los decorados y el vestuario cantan a kilómetros que son de pega, lo cual es bastante repelente, los colores tan vivos y un filtro tan nítido tampoco ayudan demasiado, quedando todo al final como con un toque muy de estudio, aunque no sabría decir si es por suerte o por desgracia, al final uno acaba acostumbrándose.

Pese a estar amparada en el “basado en un hecho real” con toda la épica que esto conlleva y pese a ser una recomendable película para ver junto a los padres, los abuelos, los churumbeles o mientras uno de magrea los muslos a la churri, “Kon-Tiki”, a no ser que de la campanada en los Oscar, cosa muy muy poco probable, quedará renegada a un segundo o tercer plano cinematográfico al no contar en la dirección con ningún director de renombre, ni con ninguna cara conocida en medio del reparto.

El film como con la mayoría de historias sobre retos y superaciones tiene sus puntos álgidos en las situaciones extremas que se nos plantean, de como no dejarse llevar por la locura y mantener la compostura en situaciones límite, situaciones que en general están bien llevadas, no obstante “Kon-Tiki” no pasa de ser una película entretenida y ya, pues fuera de estas no hay mas allá. Habrá que ver el documental en el que se basa la cinta presuponiendo que solo por ser documental ya ha de ser más interesante.

De la mano Open Road Films, productora de grandes obras maestras del cine contemporáneo como “Asesinos de élite”, “Infierno Blanco”, “Silent House” o “Silent Hill 2” y de un policía frustrado con pretensiones de cineasta, llega otra película con la testosterona por bandera y que pretende reflejar el día a día laboral de una pareja de policías, en principio. Personajes con una credibilidad y profundidad irrisoria, tonta y absurda en todos sus niveles, a la altura de “Dos policías rebeldes” (esta por lo menos hacia gracia), y que de tan profesional y veracidad que se le pretende dar queda una especie de amalgama entre un GTA, “Proyecto de la bruja de Blair” y Call of Duty.

La película, cuenta con escenas de mucho ímpetu y empeño por parte de los policías (como siempre unos cracks) y con la habitual chabacanería de las bandas callejeras, que supongo pretende concienciar a unos y a otros acercándonos lo máximo posible al cine social, algo que se va totalmente al traste por lo directa (y absurda) de la propuesta y sus diálogos “besuguiles” de falsa cotidianidad, así como supongo va dirigida exclusivamente al público estadounidense. Toda para ellos oiga.

Estamos ante la típica película que llega todos los años con un reparto cuanto menos notable, vini, vidi, pero que no vici, hecha con el piloto automático puesto “Sin ley” es un hibrido que se mueve a caballo entre el cine de gánsters y el western con todos los (malos) clichés del genero juntos, familia numerosa que no cede a las presiones de los poderosos de turno, amenazas que dan paso a represalias y represalias que acaban con venganza, tiroteo final incluido. Puede cambiar el contexto histórico pero la estructura siempre es la misma.

Las debilidades de la película son claras, un Shia Benzema LeBeouf que no gesticula ni cuando le rompen la cara y unas Jessica Chastain y Mía Wasikowska estereotipadas al máximo como chicas florero. El principal problema no es que sea mediocre, es que simplemente que no destaca en nada, el guion correcto pero simple, el resto de actuaciones son correctas pero simples, los vestuarios y decorados son correctos pero simples, todo tan correcto y siguiendo claros patrones marcados que solo puede llegar a emocionar a adolescentes, pues si uno mira bien no hallará nada de excitante en esta “Sin ley”.