Cada vez que veo una película coreana termino imaginándome esta situación: el típico guionista de Seúl tratando de vender su idea a la productora de turno.
- Como pueden ver, nuestro protagonista es un policía que trata de vengarse de los asesinos de su hermano, pero a medida que se adentra en el sórdido mundo de la mafia se va convirtiendo en aquello que siempre ha jurado...
- Ahá
-...tenemos una pelea a cuchillo contra 15 matones, y al final se descubre que lo que creíamos era la venganza del policía es en realidad la de uno de los capos contra nuestro protagonista, convirtiéndol...
- Lo hemos leído, y nos gusta. Pero... ¿y el mensaje?
- ¿?
- ¡El mensaje! Lo que subyace a la trama. ¿Qué quiere decirle realmente al espectador?
- ...el policía...quiere vengar a su hermano y...Hobbes, el hombre es un lobo...
- Lo siento, no nos interesa. Pruebe con Hollywood.

¡Siempre hay mensaje! Pero antes... empecemos por el principio. Si, es una historia de zombies. Y no solo eso, es una historia de zombies espectacularmente narrada.
Algún tipo de experimento biológico se extiende rápidamente por Corea. Desconociéndolo, un grupo de personas viajan en un tren que se dirige a Busan, al que ha conseguido entrar una infectada. Como podemos imaginar, antes de que el típico bebé les amargue el viaje con sus llantos ya están compartiendo el tren con una multitud de zombies.
Me parece necesario destacar todo lo que este particular escenario conlleva: un espacio minúsculo en el que moverse, la incapacidad de escapar ni esconderse,... Y ojo, que no estamos aquí ante los típicos walkers; estos corren -y saltan-, y asistir al proceso de transformación (el mejor que he visto, con esos movimientos espasmódicos y una manera de incorporarse que se asemeja a la de un animal ante su presa) es suficiente como para saber que lo tienes muy j****o.
Y aún con todo esto, la película no decae, ni presenta situaciones inverosímiles (más de las esperadas por la naturaleza intrínseca del género) tratando de ser fiel a su particular escenario, sino que avanza sorteando minutos de la manera más realista posible, ante los brillantes obstáculos que plantea el guión a los protagonistas.
En cuanto a estos...es una de las pocas pegas que le suelo poner al cine coreano. A menudo sus personajes me parecen demasiado paradigmáticos, con actuaciones que a veces rayan la parodia, y evoluciones muy predecibles. No se sale esta película del guión, y ya podemos imaginarnos con su simple presentación quién es el malo, el tío guay, etc. Aún así, si nos atrevemos a comparar su complejidad con la de los personajes del 90% de películas de zombies que todos conocemos, la evolución de alguno nos parecerá la de Walter White.

Siempre hay mensaje, había dicho al principio. Y es que este peli de zombies no es SOLO una peli de zombies. Es una historia sobre cómo el egoísmo y el miedo -y el discurso basado en los mismos- se usan a menudo como escudo y guía para no tener así que afrontar situaciones y decisiones más difíciles, aunque sean las correctas. Y sobre todo es una película sobre la generosidad, sobre el sacrificio, y en menor medida, sobre la redención.
Y por eso, y porque, no nos olvidemos, es una película de zombies magnífica y una vuelta de tuerca al género- acostumbrado a calles por las que escapar y esconderse-, no queda otra que quitarse el sombrero. Lo suelo hacer con los coreanos. Por algo será.

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