Es la segunda vez que veo esta cinta, la primera quizás fuera en los años 70, y me gustó, sí, pero en esos años la sociedad española era otra muy distinta y no me llamó tanto la atención como en esa ocasión. Los jóvenes de los años 60 y 70 teníamos -en su mayoría- "sentido" y "sensibilidad", quizás por eso me pareció -solamente- buena.Hoy me parece maravillosa. Una ventana abierta de par en par al amor y al sentido común, pero sobre todo, al amor. Tiempos de echar en falta; tiempos maravillosos. El guión soberbio...
Para mí, director guión y actores (sin exclusión) de diez.
Alberto Ruiz

Extraordinaria pelicula de naturaleza, aderezada por otra gran interpretación (fuera de su ambiente) de Robert Redford. Ambientada como pocas, da al espectador una sensación de deleite especial a la vez que le oprime el corazón por las "malos tragos" por los que tiene que pasar el protagonista.
Maravillosa la cámara en sus movimientos, (felicidades al director de fotografía) se trata de unas imágenes impactantes, en las que el espectador poco más puede exigir de los planos.
Amargo final, en parte lógico, en un mundo como el que se describe, donde la superviviencia debió ser la meta de todos y cada uno de los segundos de las vidas de esos tramperos cara a la dura naturaleza y a los salvajes que la compartían: racionales e irracionales.
Me impresiono la historia de amor.
Una gran película a mi juicio.

Para un aficionado al cine, conociendo a los protagonistas, no se imagina que la "cinta" así se denominaba en los años en que está rodada, fuera a salir tan buena. Y desde luego nadie espera encontrarse con un drama. Sin embargo a medida que la película avanza se da uno cuenta que "va en serio", y que tanto Cary Grant como Deboran Kerr, saben lo que hacen y lo hacen muy bien, aunque la Kerr nunca ha sido -al menos para mí- una derrochadora de dulzura en las escenas de amor. No puede con ello... y tiene verdadera competencia en la breve interpretación de Cathleen Nesbitt, la abuela de Grant, que deja a uno con el lagrimal húmedo.
Magnífico guion con algún altibajo en las escenas -sobrantes- del comedor y sus comensales del trasatlántico que cruza el Océano Atlántico. También debo de poner un pero a su extensión (los ensayos de los niños, "comen" mucho tiempo) y el cambio de escenarios rotundo. Estamos en lo más exquisito del teatro neoyorquino y pasamos a un colegio de un suburbio de Nueva York en segundos.
En fin, como digo una excelente película con excelentes actores que se quedan cortos en la exposición de su amor al final de la película.
Alberto Ruiz Gancedo
Santander

El verdadero valor se demuestra en circunstancias dramáticas como las acontecidas por el dragaminas Caine. El guionista no lo pudo exponer de mejor manera. Para alguien que conozca la mar, el rumbo que llevaba el Dragaminas era de locos y, como bien le dijo el segundo de a bordo, de nada servía seguir las ordenanzas dado que el barco se iba a perder navegando proa a ciclón.
Interpretar el guion no ha sido cosa menor, los actores están soberbios, y las escenas del ciclón inmejorables para 1954. Todo un alarde de técnica y buen gusto. El alférez y su pareja, desdibujados para mi gusto.
Alberto Ruiz Gancedo.

Una prueba más de que el amor, aun en la juventud, se puede apagar por bien que se lleve el matrimonio, si éste no se alimenta diaria y constantemente con obras y nos buenas palabras (creo hacerme entender) de no ser así, lo normal es que derive en lo que derivó esta magnífica película donde el erotismo es exquisito y la interprete insuperable. Lane debió ser usada con más asiduidad y con actores de más fuerza emocional que un Gere, ya platónico aunque lo disimule. Superpelicula de amor y pasión.. Mi puntuación es de 9,5
Alberto Ruiz Gancedo