Con la abdicación del rey Eduardo VIII, su hermano, el futuro Jorge VI, debe hacerse cargo del trono de Inglaterra. Y si ya en el pasado su tartamudez le causaba problemas y se agudizaba cuando le tocaba hablar en público, su nueva posición le obligará a ponerse bajo las órdenes del logopeda Lionel Logue, aunque acatar las reglas de un australiano amante de Shakespeare algo excéntrico no es algo a lo que esté muy predispuesto de entrada.

Y desde este enfoque histórico como telón de fondo surgen los subtítulos que enriquecen a la película: el valor de la amistad, cómo enfrentarse a un problema para, con esfuerzo y dedicación, ir superándolo, o la importancia de la palabra en la política.
Duelo de titanes. Por un lado la rigidez de la monarquía, el sentido del deber, demasiadas carencias emocionales y una nula capacidad de interacción social con el común de los mortales se enfrentan a los usos y costumbres de alguien que se conoce muy bien a si mismo y que se centra en lo que sabe hacer y se exige de acuerdo a lo que sabe que puede dar, sin regodearse en sus propios fracasos personales.

Dentro del bombo de los Oscars, espero que sean varios los agraciados: entre ellos, por favor, el equipo de fotografía, porque los encuadres y la ambientación en general se merecerían críticas desarrolladas en exclusividad. Y aunque Colin Firth llama a la puerta por segunda vez después de "A Single Man", mi corazón le pertenece a Geoffrey Rush, o más bien al jugoso personaje que le ofrecieron los guionistas y que no tiene nada de secundario: ¡tanto por la importancia en la historia como por los minutos que aparece en pantalla rivaliza por ese primer puesto con el mismísimo rey de Inglaterra!.
Favoritismos aparte, hay que destacar al elenco de verdaderos secundarios que engalanan este film tan british: desde un socarrón Churchill al obispo remilgado de la Abadía de Westminster. Pero para mí brilló especialmente su excelencia el Rey Jorge V: Michael Gambon, señores y señoras. Dos breves intervenciones en las que sus genes teatrales nos saludan. Y es que en los momentos previos a la muerte no hay compostura posible, por muy rey que se sea. Grande, muy grande.

Muy buena banda sonora (instrumental, mucho piano), queda patente la tensión de los inicios de la WWII, ...
Si todavía no la has visto, te esperan dos horas más cortas de lo normal que no te defraudarán. En V.O.: ni se te ocurra valorar otra opción. GodSavesTheseFilms.

Una buena mañana, sin comerlo ni beberlo, el protagonista masculino de la película adereza los corn flakes del desayuno con una propuesta de parricidio por parte de su novia.

Y a los espectadores de esta película les sucede un poco lo mismo: a los cinco minutos nos encontramos abruptamente con semejante punto de partida del que debería salir suspense a raudales. Y como que no... a pesar de que la banda sonora se empeñe en recordarme el supuesto género al que aspira la película.

No me atrapó en ningún momento, ni la historia ni las interpretaciones. Intuí una apelación a la complicidad del espectador, una serie de guiños que buscaban el juego (véase, por ejemplo, la "prueba del delito" rodando calle abajo), pero por mi parte no fue correspondido.

Con un "quiero pero no puedo" se inaugura la sección Punto De Encuentro de la Seminci'12.
Se verán cosas mejores, seguro.

El reencuentro familiar del que parte esta película no estará lleno de agradecimientos al
patriarca por sus años de dedicación o por su gran listón moral que demuestra cada vez que
tiene oportunidad, sino de reproches por el dudoso ejercicio de su paternidad, con lo que sus
hijos están más interesados en el reparto de beneficios a su marcha (que alguno pretende acelerar por medios químicos...) que en reconstruir ninguna unidad familiar. Eso sí: el tren de vida del padre no augura un consuelo económico.

Y con este punto de partida que tanto juego ha dado y dará en el cine, Kaurismakï consigue desarrollar sólo una "comedia" con la peculiar personalidad del padre (incluida una brillante resurrección!) que adquiere el adjetivo de "negra" porque no se ve la luz al final del túnel.

La llegada del hermano mayor después de 25 años de ausencia, su reencuentro con el resto de la familia, un triángulo amoroso con Rusia como país invitado... todo empieza "entrando" bien. Pero una vez que se sientan en la mesa, la película pierde coherencia y el enganche con el espectador.

Aprobado raspado y gracias por participar!