Aunque todos los citados son geniales creo que me quedo con Dennis ya que él consigue que empatizemos con el villano, entendemos porque existe y sabemos que es como es porque es el que hace el trabajo cuando se trata de proteger a Kevin. Pero todos son personajes redondos llegando al punto en que aceptamos plenamente la existencia de todas las personalidades, incluso de aquellas que no aparecen en la película.

Ser capaz de manejar un personaje con tantas capas y al mismo tiempo mostrarlo en escenas como el baile de Hedwig a ritmo de Kanye West o Patricia peinando a Casey, demuestra un trato muy particular a la historia que a mi me fascina.

La psicóloga es necesaria pero únicamente existe para contarnos aquello que sonaría raro si saliese de la boca de otro personaje, de todos modos ya es más de lo que hacen las otras chicas encerradas con Casey que son dispensables desde el minuto uno.

No tengo grandes críticas más allá de estos dos detalles tontos y es que esta película me ha sorprendido muy gratamente, y eso que iba con altas expectativas (aunque Shyamalan estaba un poquito en la mierda). Disfruté mucho del humor tenso de The Visit (2015), lo suficiente como para incluirla en el Top 10 del año 2015, y el trailer de Split ya avecinaba un thriller entretenido, pero el convertir el abuso de menores en el tema central de la película la hace aún más atrevida y trascendente además de darle a la protagonista el poder moral para enfrentarse a un villano resultado del sufrimiento. Bastante cojonudo.

Hemos hablado poco de Casey, pero es solo porque su función no es tanto hacer avanzar la trama como dotar de intensidad dramática a la historia. Su arco argumental es más interno y se cierra con la revelación de que aún vive con su tío (de nuevo la gestión de la información es de lo mejor de este film) y ese último plano estático que consigue transmitirnos una decisión.

Casey es la prota y no hay duda, pero la historia que se está contando es la del origen de un villano a través de los ojos de una superviviente. Lo cuál hace que se pueda entender la película con La Horda como protagonista (ni una de las personalidades ni todas ellas sino el conjunto malvado) ya que básicamente la peli narra como esta toma el control sobre las demás personalidades hasta conseguir una transformación tan evidente que es hasta física.

Llegados a este punto vemos que Split es una película excelente y merecedora de, al menos, cuatro estrellas, pero el giro final que nos revela que forma parte del mismo universo que Unbreakable (2000) la asciende a otro nivel. La peli es completamente disfrutable aunque no entendieses esa escena final, pero es espectacular para aquellos (somos más de los que parecemos) a los que nos encantó Unbreakable consiguiendo que eso, normalmente tan molesto, de vender la siguiente película sea algo revelador y relevante ya que permite que llenemos pequeños huecos de la trama y la lógica de la película. Así que los que no hayáis visto la primera parte o no la recordéis, podéis echarle un vistazo porque os encontrareis con otra historia de origen con un tono diferente pero una intención conceptual parecida.

Pero no es solo guión. La dirección está a la altura del argumento haciéndolo aún más interesante gracias a unos planos que combinan atractivo, tono e información de la trama y personajes. La escena anteriormente citada con la música de Kanye, las introducciones de cada personalidad ante las chicas o el repaso final por las pertenencias de Kevin y compañía (los cepillos de dientes, las taquillas, los percheros) son muestras de maestría de un director, que son sus altos y bajos, nunca ha dejado de intentarlo tomando los riesgos necesarios para realizar una película original.

Para mí Split ha sido un regalo de Navidad que, sin saberlo, llevaba esperando desde el 2000. Y aunque sea pronto, me atrevo a decir que será una de las pelis del año.