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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de Travisloock
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Críticas 311
Críticas ordenadas por utilidad
9
6 de febrero de 2008
148 de 181 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me gustaron los juegos malabares. Por mi cuenta, practicaba en casa con pelotas de tenis tratando de mantener 3 casi flotando en el aire o en el bailoteo síncrono tan peculiar que veía en los espectáculos televisivos. Siempre fracasaba, siempre se caían al suelo del patio, y después de unas decenas de intentos, lo dejaba estar.

Un día, en una feria, conocí a un tipo que enseñaba. Así que aproveché la ocasión y junto a un montón de niños, empecé a practicar con él. Empezamos con lo fácil, con 2 bolas. Primero lanza una bola con perfecta trayectoria curva; y cuando ésta esté en el punto más alto, lanza la otra en una trayectoria más pequeña y con cuidado de que no choquen en el aire, me dijo él. Era muy importante, hacía hincapié, que estuviera sólo pendiente de un buen lanzamiento, y que no me preocupara de recibir la bola con la otra mano. Así empecé a practicar. Primero lanzaba con la mano derecha, y estando muy pendiente de la trayectoria de la bola, lanzaba la de la mano izquierda justo cuando la primera abandonaba el cenit y empezaba a bajar. Me concentraba tanto en lanzarlas bien, en parábolas perfectas, que irremediablemente mis manos torpes no daban para más, y las dos bolas caían siempre al suelo. Todo esto, al principio, era muy contradictorio: en la educación infantil se penaliza muchísimo dejar caer algo al suelo. Siempre que se cae un plato, uno esconde el cogote esperando una colleja de su madre; y debido a esta educación, al principio de mi aprendizaje, hacía ademanes con las manos tratando de que no cayeran al suelo las dos bolas. Una vez corregido este hábito, se me ocurrió practicar, ya en mi habitación, al pie de la cama; así las bolas caían en la cama y no tenía que doblar tanto el espinazo para recogerlas.

Después de practicar bastante, ya mis lanzamientos perfectos, descubrí que apenas tenía que mover las manos para coger las bolas, pues las bolas caían sobre ellas; entonces me atreví con 3 bolas, y empecé a hacer auténticos juegos malabares. Lo dicho, siempre concentrado en un buen lanzamiento: si lanzas bien, la bola caerá suavemente en la mano.

Creo que a Tarantino le enseñó a hacer cine un malabarista. Él se preocupa de lanzar unas propuestas interesantes y atractivas. Luego, con unos diálogos divertidos, te mantiene durante todo la trayectoria del metraje interesando, cobijado y a gusto; disfrutando de una buena película. El final apenas importa. En el cine de Tarantino uno no busca un final rebuscado ni magistral. Simplemente llega; como consecuencia de una trama bien pensada desde un principio. Shyamalan, por el contrario, empieza a crear las historias desde el final, se centra en recibir bien la bola. Pone mucho empeño en cerrar una trama de manera genial, y luego desde el final va construyendo la trama a su alrededor. En esta película “El protegido”, hace un homenaje al mundo del cómic y sus mitologías. Y lo hace magistralmente. Es otra manera de hacer cine (o malabarismo).
Travisloock
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Perfect Blue
Japón1997
7,5
15.802
Animación
9
26 de agosto de 2010
100 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me entristece muchísimo haber conocido la muerte temprana (sólo tenía 47 años) de uno de las mentes más creativas del panorama cinematográfico actual. Satoshi Kon, creador de un universo onírico equiparable con David Lynch, ambos dos descriptadores de sueños, que dotan a los miedos y angustias, de un lenguaje propio y meridianamente nítido que sólo es posible entenderlo desde la emoción, nos ha regalado un puñado de obras maestras evocadoras y de un ingenio difícil de encontrar en nuestro tiempo.

Películas como "Paprika" y esta "Perfect Blue" ya justifican una vida. Aunque nos quede la amarga y egoísta desazón de no poder seguir disfrutando de las películas que vendrían; de quizás, las "princesa mononoke", " mi vecino Totoro" o " el viaje de Chihiro", que dado su talento y juventud habría que esperar que llegaran.


Nos deja un autor, al que se le ha negado una madurez; otra perspectiva de mirar el mundo proyectado sobre su definido universo e inquietudes; una inestimable presentación de momentos vitales por vivir que no se nos presentarán desde su particular visión artística. Puede que las chavalas y la ciudad, hubieran seguido siendo el "leivmotiv" de su obra, puede que no. Aunque hubiera sido así, como en otros autores, habríamos disfrutado de otra cadencia y sosiego...En resumidas cuentas, de disfrutar viéndolo pasar por sus distintas edades. Como Bergman, Woody y un larguísimo ect, esperamos las películas de estos cineastas como una visita cada cierto tiempo de un amigo de toda la vida.


Descanse en paz, Satoshi Kon
Travisloock
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10
12 de enero de 2008
98 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es Leolo, el niño que fue Lauzon, y que leería por primera vez “el valle de los avasallados” (L'Avalée des avalés, de Rejean Ducharme). Y es “ El domador de versos”, como no, el propio Rejean Ducharme. En la vida real, Ducharme huyó de los oropeles del éxito con su primera novela, la citada, allá por los años 60. Se rumorea que deambula a día de hoy por los suburbios de Montreal, buscando escritos de personas anónimas por los cubos de basura. Las comparaciones con J.D.Salinger son obligadas; y a propósito de esto, muchos dijeron que la adaptación de “el guardián entre el centeno” era imposible, pues si filmaban las aventuras del joven Coulfield, nunca te transmitirían lo mismo que el libro. Se equivocaron, Lauzon lo hizo con “el valle de los avasallados” y con “el guardián entre el centeno”. Al parecer el truco estaba en recordar (evocar) tú propia infancia, tus propios sueños, tus miedos y proyectarlos en la novela.

Estos tres rebeldes, estos locos que volaron alto, muy alto; y que derritieron la cera que fijaba las plumas de sus alas; se saltaron “la regla secreta del gran escritor (o cineasta)” ( esa que dice que la mejor historia que puedas hacer, la de tus sueños y tus miedos, no debes hacerla nunca). Lauzon voló demasiado alto (trágicamente, también en la vida real), pero por ello, pretendió. Fue pretencioso, a sabiendas de que haría “ LA MEJOR PELICULA DE LA HISTORIA”,vendió su alma, abrió “la caja de Pandora”, mató “la gallina de los huevos de oro”, llámenlo ustedes como quieran; pero lo hizo. Filmó (evocó) un cuento con forma de sueño.

En lo que se refiere a la fotografía de “Leolo”; es maravillosa. Sencillamente hay mucha sensibilidad en ella. Se ha tratado con mimo; y cada parte tiene su justa iluminación, encuadre y tratamiento del color. Leo Lauzon (mismo apellido que el director, Lauzon) es un niño canadiense que quiere ser italiano; y al igual que él, “Leolo” es una película canadiense que quiere ser italiana (evocar a Italia); hecha en cineccita; hecha por Fellini. Por ello, Lauzon cambia constantemente la paleta de colores “mediterráneos” por otra de latitudes más frías. Por último en lo que concierne a la fotografía, y aquí me tengo que maldecir por no haberla visto en el cine, no sé si ese granulado tan especial es propio de una decisión de Lauzon o consecuencia de editar tan tarde una película en DVD, pero el caso es que hasta ese granulado le sienta al film de maravilla.

(Continúa en spoiler). Tranquilos, es un spoiler inofensivo (los incómodos 3000 caracteres).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Travisloock
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8
28 de agosto de 2007
88 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un crítico literario definió a Bret Easton Ellis como un escritor tan malo, que no se daría cuenta de una obra maestra ni escribiéndola el mismo. El caso de american psycho es un ejemplo claro de obra que supera a su creador. Y es que las fantasías, fobias, y hastíos de Patrick Bateman son mucho más que una provocación sangrienta, gamberra y bien calculada hacia la sociedad americana, siempre con el objetivo avieso del éxito editorial.

El retrato de Patrick Bateman, un alma solitaria e incomprendida en un mundo tan falso y carente de ideales, va dejándonos entre ver retazos de una personalidad inocente y pueril, que se limita a copiar el comportamiento de su entorno social. Quizás con “inteligencia social”, el individuo se somete a la alineación para ser admitido a cambio de reconocimiento social.

Los valores son claros y están bien definidos; la belleza, el dinero, obstentación, y “lo que se espera de uno” ( por supuesto, nunca pensar por sí mismo). No deja de ser una paradoja, el hecho de que valores tan clásicamente “egoístas”, no tengan fruto o beneficio sobre la primera persona, sino que sean puestos a debate (admiración, burla o compasión) por los demás, siendo esclavo de ellos.

Patrick Bateman, como el Johnny Rico de Starship Trooper, es un personajes ingénuo, poco inteligente. Recordemos que el detonante o iluminador de que “ese submundillo pijo, es una puta mierda”, es el personaje de Timothy Bryce, personaje admirado por Bateman siempre sobre los valores de belleza y dinero. ver spoiler

Conclusión: Una gran adaptación cinematográfica de una obra imprescindible de la literatura de los 50 últimos años. Realmente "American Psycho" es la otra cara de la moneda de "El gran Gatsby". Un mundo hermético (la alta sociedad newyorkina) que no permite salir ni entrar a nadie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Travisloock
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9
26 de julio de 2008
81 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin temor a equivocarnos, podríamos estar delante del film más controvertido del género fantástico en los últimos 15 años; y esto a mi entender, estriba principalmente en los siguientes dos motivos: el primero es la burla en los títulos de crédito, muy discutida y polémica, que desorienta al espectador en el film y que le puede llevar a una búsqueda infructuosa de una parodia de género que afortunadamente no existe; la segunda, el manejo del “Wendigo” como elemento comodín de uso y reciclaje a la hora de adentrarse en los misterios de la América profunda. Yo, sin dejar de dar la razón a sus detractores por estos motivos, seguiré apostando por las bazas que el film sí que tiene, y que hacen de él una “rara avis” en el apolillado, y cuando no, abigarrado, género Fantástico, de Suspense y Terror.

El argumento de Ravenous (traducido al español, sería algo como “hambre de lobos”) está basado en una historia real tristemente acaecida a mediados del siglo XIX(1847) en el oeste americano: El único superviviente de la malograda expedición de George Donner, un hombre de origen escocés (buscador de oro), completamente desfallecido, delirando y extenuado, llega en uno de los peores inviernos del siglo XIX a un pueblo del paso fronterizo de Sierra Nevada –cinturón montañoso emplazado entre los estados de California y Nevada- . En un principio, y aun con lo completamente enajenado de su estado, cuenta la historia de lo ocurrido en las montañas de donde proviene, y así es escuchado y creído. Pero, con el tiempo, algunos datos investigados no casan de manera satisfactoria, y es en la primavera de ese mismo año organizada una partida de expedición para corroborar esa historia….

El guionista Ted Griffin adapta esta macabra historia verdadera, y le imprime elementos fantásticos y un desarrollo argumental francamente originalísimo; siendo la primera hora, quizás, uno de los mayores hitos del género Suspense de los últimos treinta años. La realización, de una personalidad arrebatadora y, gracias a una producción británica patente, de una huida sistemática ante el convencionalismo imperante en este tipo de films, roza casi la perfección e imprime el ritmo necesario en el climax al final de esta, como digo, primera hora insuperable.


Mención aparte la magnífica banda sonora del binomio Nyman-Damon “Blur” Albarn, en la que destacan temas como el magnífico “Boyd´s Journey”; que evoca a una marcha de soldados sureños vencidos, y que deambulan por los caminos como una fanfarria lastimera; llenos de vendas ensangrentadas los miembros y cargando en parihuelas a sus compañeros mutilados. Banjos y flautas muy sugerentes que imprimen a la dirección de Antonia Bird más fuerza si cabe.



Conclusión: Una película de culto, mágica, inigualable (con todo el significado que ello conlleva) y que reivindica con su propia personalidad su permanencia en el recuerdo de todo buen “Gourmet” que se precie de serlo. Una película que hay que ver.
Travisloock
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