Propuesta interesante de terror donde hay ciertos elementos innovadores que se ven manchados por una práctica anquilosada en cuanto a las películas de este género.

Antes de comentar nada quiero advertir que todo lo vertido aquí como "supuesto" conocimiento de algo es totalmente personal. Sólo (porque todavía no he asumido que esta palabra no lleve acento... mecachis con la RAE...) puedo hablar de lo que creo que sé.

Dicho esto tengo que alabar la propuesta de esta película. Primero digamos los pros, que eso siempre levanta la moral. Además de la atmósfera tensa y, en definitiva, "acojonante" (que es lo que ya suma puntos para este género) nos encontramos con algunas innovaciones que me parecen muy importantes. Normalmente, cuando hay un "cazador", el posible cazado se limita a intentar sobrevivir, a quitarse de en medio semejante bichejo como sea. Su fuerza e inteligencia se ven puestas a prueba. Pero la suerte tiene también un lugar reservado para la superación de la situación. En The Collector nos presentan a una persona que no intenta sobrevivir como si una víctima de catálogo se tratara (lo ampliaré en spolier).

El halo de nocturnidad, la persecución, el Mal (con mayúsculas) que se te pone delante y que debes evitar a toda costa, sube la adrenalina hasta casi provocar un ictus y esto ya significa que la prueba está superada.

Como contras cito las escenas sangrientas. Me encantan este tipo de cosas (especifico: en las películas) pero el hecho de querer enseñar lo que sea sin ningún tipo de vergüenza, simplemente para provocar al espectador, manchando la poca ética que debe tener y no sé si por ser rompedor o vicioso, me repatea las tripas (nunca mejor dicho).

Sin embargo, estaba pensando perdonar esto hasta que me encontré con el otro "contra" mucho más importante y principal y que desbarata todos mis esquemas (al spolier, of course). Le puse un cinco en principio por cumplir, por hacérmelo pasar muy mal y le he subido al seis por "presión social". La película se la conté con pelos y señales a mis compañeras y estaban tan ensimismadas y encantadas que no han consentido que ponga un cinco, sobre todo una de ellas, a la otra le da más igual porque estas no le gustan.

Otro punto negativo es esa estética de videoclip que adorna los créditos y que me parece que no pega ni con cola con la tranquilidad que se desprende en general luego. A pesar de los hechos que vendrán a continuación, el protagonista (Arkin) es alguien tranquilo, muy observador, inteligente y calmado y esos créditos no encajan.

Quizá sea el haber pasado unos días de vacaciones y descubrir que eso se acaba, quizá sea el desarreglo hormonal, quizá sea desear que los que quieres bailen y ahora no puedan hacerlo, quizá sea el avance imparable del calendario; no estoy muy segura del motivo o razón, pero he de reconocer que, aunque sea sutilmente, esta película me ha tocado con un algo que no sé.

No mentiré si digo que falta algo de conexión entre actores, guión y personajes en general, no mentiré si digo que Richard Gere parece que tenga un puñado de papas semimasticadas encerradas en su pequeña boca cada vez que baila, pero tampoco mentiré diciendo que no la he bailado con ellos. ¡Pero qué diablos! Es perfecto como bailarín porque nuestro señor protagonista hace de novato cincuentón y se desenvuelve como la historia se plantea: es más seguir el ritmo de la pasión que te devuelve a la vida que la perfección sofisticada en cada movimiento. Es latir y Richard late y Jenni late, incluso Tucci and company laten como tambores.

Hoy he vuelto de las vacaciones a un trabajo que, aunque me puede llegar a motivar, se está agarrando como mala hierba. Hoy he tenido prácticamente durante todo el día la misma cara que Don Richard Gere al comienzo de la película, una cara que cada vez se repite con más frecuencia, la misma cara que pones cuando algún conocido te pregunta qué tal y tú contestas bien (simplemente "bien") y eso me ha calado. He mirado sus ojillos de ratón y ha saltado la chispa.

¿Qué tiene que tener esta película para que se salve? Tiene que tener un baile. Ella es tu pareja que se moverá siguiendo tus latidos. Si te dejas llevar, habrá conseguido su objetivo y no hay que mirar nada más. Ni siquiera podría tener más relevancia el culo de Doña Jenni López, que madre del amor hermoso, qué bien puesto lo tiene.

...y aquí seguiría el wow wow ouu ouuu tan profundo y melancólico de Raphael... fundido en negro y empezamos... (o terminamos, según se mire).

Tengo que reconocer que Don Álex de la Iglesia ha vuelto a encontrar aquellos elementos entre los que se mueve a gusto, pero lo siento, porque no me los creo. Lo que más me gusta de este director es que da igual en qué tierras se mueva porque por muchos personajes increibles que introduzca y por mucho que juegue con situaciones fantásticas, te lo crees. Consigue credibilidad en sus historias con apenas unos diálogos.

En esta ocasión, he visto que busca lo que le gusta: la exageración de los personajes hasta deformarlos físicamente y la exageración de la muerte desde un punto de vista grotesco y ambos dos mezclados en una atmósfera más cercana al sueño que a la realidad, pero descrita desde las entrañas. Veo intimidad en esta obra, por sus intenciones y porque se nota que él está ahí. Su realidad juega con su pesadilla.

Sin embargo, no sólo de pan vive el hombre y no sólo de buenas intenciones siente el cine. Aparte de ciertas actuaciones que parecen de "coña" (véase: Guillén Cuervo, véase Santiago Segura, que parece que se van a descojonar en cualquier momento como si de una toma falsa se tratara), no consigo convencerme con las tramas de cada uno de ellos y mucho menos ubicarlos de forma coherente en la cabeza. Eso hace que vea la película de lado, como de reojo, de soslayo, la veo pero no la siento, y esta historia era para sentirla. No convencen la progresión de los personajes porque en ciertos momentos parecen trazos falsos y no entiendes porqué hacen qué. Álex sabe hacer esto, sabe hilarte las cosas aunque esas cosas sean de los mismísimos extraterrestres, pero aquí te veo flojo, amigo.

Aún así, no todo es malo, hay cosas muy grandes como por ejemplo, la presentación y primeros momentos de Javier (payaso triste) en el circo, la escena donde cuenta un chiste el payaso tonto, cuando Javier llega al cine y se enfrenta a su balada triste. De hecho, me parece cinematolgráficamente bello. La escena final también te arranca algo de la entrañas. Pero faltan motivos o locuras de amor. La chica, ese oscuro objeto de deseo, atrae mucho pero ¿realmente inspira el amor que debería? Los payasos la aman porque lo dice el guión pero no porque se perciba y eso no tiene perdón. Al igual a la chica le falta ese halo enamoradizo de despertar locura en sus seguidores. Sólo le veo las tetas y la lengua, me falta su carisma.

"¡Jajajaja!" carcajada de esas que te abren la boca de lado a lado, de Lisboa a Palma de Mallorca prácticamente.
Ayyyyynss ayyys suspirito que te hace retomar fuerzas y denota que previamente ha habido una sucesión ininterrumpida de risas susceptibles de provocar dolor de garganta y/o tripa.
Sniff, incluso ha habido lágrimas que han saltado al vacío en una misión suicida en pos del honor hacia el entretenimiento. Queridas compratiotas del mismísimo cuerpo humano, os alabamos por esa misión heróica siempre merecida y reconocemos vuestro valor y mérito como os mereceis.
No se me ocurren palabras más apropiadas que estas para describir las sensaciones que me produjo tal proyección.

Es cutre y está "relativamente" mal hecha pero suple tales carencias porque la película se deja querer. Así de simple. Además, tenemos que tener en cuenta que "Iván Vasinosequé: back to the future" no pretende en ningún momento ocultar sus orígenes ni lo que es, no se avergüenza de ello. Es más, sin pudor ninguno se nos muestra tal y como Leonid Gaidai la trajo al mundo. Pretende hacernos reir y lo consigue, por lo que no puedo suspenderla, tendría un alto cargo de conciencia. Asimismo, me he sentido tan bien viéndola y he disfrutado tanto que sería una traidora bastarda para con mis principios si no reconociera sus virtudes. Es un seis y medio, ¡lástima los medios puntos que no se contemplan aquí a la hora de votar! Por ahora la he castigado con el seis pero no rechazo en ningún momento darle ese siete que creo que también merece.

Una historia de viajes en el tiempo con una sucesión de gags continuos, un paralelismo que nos muestra que todas las épocas pueden tener sus castigadores sociales propios, una certeza de que la historia siempre se repite y que el hombre es igual aquí y en pekín, en el año 20 y en el año 50. Además, la historia está salpicada por unas pinceladas yeyé rusas inigualables que hacen que se te muevan los pies con su soniquete incansable. Divertidísima y sencilla. Como nota importante unida a la sencillez diré que el empleo de la cámara rápida, una tontería como un piano, provoca el 75% de las carcajadas. Pero te ríes, es inevitable, y el que no lo haga es que no tiene corazonòv.

Quizá no acabe de ser redonda porque tiene una introducción a la historia demasiado amplia y lenta, pero después resarce daños y perjuicios con ganas. Interesante también el papel doble de "Iván Vasilenosequé" con el que muestra como ciertas actitudes personales pueden hacer que, aún siendo igual, parezca otra persona completamente diferente.

Todos los puntos graciosos han quedado ya más o menos retratados en críticas anteriores, por lo que no voy a repetirme pero sí apoyo el entusiasmo fijado en esos gags. Si no recuerdo mal ahora mismo, voy a apuntar uno que creo que no ha sido señalado: ¡el chandal del zar! jajajajaja dios, es que lo recuerdas y sigues riéndote....

Miauu, digo Chao :D

Aunque todo tu empeño vaya destinado a callejear eludiendo el miedo, una hebra invisible e irrompible te arroja de nuevo a tus pesadillas. La mente somos nosotros. Nuestros comportamientos están dominados por una serie de conexiones que se han forjado a través de vivencias y aprendizajes distribuidos por las distintas habitaciones del cerebro. En la despensa, podríamos decir, que guardamos nuestras manías y miedos y muchas veces, a la hora de cocinar, cuando no has hecho compra reciente, está todo cerrado, no te apetece comida rápida y tienes hambre ¿dónde vas a mirar? A la despensa. Ahí tienes víveres, unos que quizá habías olvidado pero que acaban saliendo a la cocina.

Si tienes invitados, seguramente degusten un plato al que no estén acostumbrados proviniendo de ti. Sorpresa para todos. Pero la economía no está como para no aprovechar los recursos y en el fondo de tu ser, sabes que eso tiene que salir de tu despensa.

Lo mejor para enfrentarte a esos ingredientes es clasificarlos y elaborar el menú. Las cosas a tu manera. No te gusta que a tu cocina entren a manipular. Puedes mirar pero no toques ni una cacerola, piensas. Sin embargo, a la hora de encender los fogones y medir tiempos de cocción, es muy probable que acabes por boicotear tu propio plato, por el mero hecho de no entenderlo. Sabes que lo tienes pero no te habías encarado antes para cocinarlo. Incluso puede que tu madre se siente incómoda y celosa viendo que te haces cargo de la cocina, siente que su lugar se empieza a tambalear y que puede ser desplazada.

De nuevo estás sola en la cocina, eres valiente y te arriesgas pero si no estás lo suficientemente atenta o no eres conscientes del tiempo de preparación, se te puede quemar la comida y acabar el almuerzo con un chasco.

En definitiva, una obra cuyo mayor reclamo es la estética. Imágenes de gran calidad fotográfica que expiran sexualidad a flor de pezón. Entre los píxeles desvelamos la historia de una niña-chica-mujer que no pudo ser una gran cocinera porque el día que fue a la despensa y se puso a cocinar, se encontró cacharros sucios por todas las habitaciones.