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Críticas de BruceDKWayne
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de marzo de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esto del cine, aunque parezca lo contrario, hay muchos tipos de cine y cada día es más difícil diferenciar o separarse de un grupo o de otro. Hay películas de género, de cine de autor también o tipos de cine, como el negro o el gore. Pero hay un pequeño grupo de películas, con muy pocos ejemplos, que son películas hechas para disfrutar al actor que las protagonice en su máximo apogeo, y no para disfrutar la película en sí. "Lincoln" es uno de estos escasos trabajos.

Un biopic sobre el que probablemente la nación americana tenga como uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos de toda la historia y sobre un personaje que todo el mundo, sin excepción, conoce y cerciora como uno de los hombres más importantes de todos los tiempos, dirigido además por Steven Spielberg, un director cuyo nombre ya te hace levantar la mirada al ser pronunciado, y caracterizado por Daniel Day-Lewis, del que ahora es mejor no hablar por el hecho de currarse la crítica, que es lo que estoy intentando hacer, tiene todo los visos para ser una obra maestra y una película de culto que cale hondo en la historia del séptimo arte y sea revisionada una y otra vez sin ningún tipo de aborrecimiento o pasotismo. Eso es lo que parece a simple vista.

Pero en el fondo no es nada de eso. No es un obra maestra, pero sí una buena película. No es un film de culto, pero sí que asomará la cabeza en un futuro cuando se eche un vistazo atrás en el tiempo o cuando se haga memoria. Y tampoco aburrirá o se aborrecerá sus constantes revisionados, pero tampoco será una de nuestras primeras opciones cuando se nos antoje rememorar buenas películas y refrescar nuestro recuerdo de ella. "Lincoln" es un excelente trabajo de documentación y de historia, con muchísimo contenido cultural y social americano (Aviso para navegantes; el que sepa poco de historia y cultura americana se perderá mucho, pero mucho mucho). La Guerra de Secesión, la Decimotercera Enmienda o la abolición de la esclavitud son temas tratados durante todo el metraje con un conocimiento matemático que se podría calificar hasta de testimonial (parece que Spielberg vivió aquello de primera mano).

Es un flujo constante de jerarquía del presidente Lincoln, un intento constante de búsqueda de la libertad de los oprimidos, de la colaboración del grupo opositor y por ende, de la unidad entre partidos, y una magnífica recreación de la América del siglo XIX. La escena de la votación, quizá el punto donde la película despegue del todo para llevarse al espectador convencido del todo o lo deje por imposible en el sillón, es pura magia, pura intriga y auténtico suspense. Spielberg rueda los planos en tensión con una suficiencia pasmosa, con magníficos ángulos que captan hasta la más mínima luz que pueda alentar el pensamiento del espectador de una u otra forma mientras observa la escena, y con la música de John Williams adornando el espectáculo de una manera prodigiosa. El "The People´s House" es sin lugar a dudas uno de los mejores temas para película que unos oídos han podido escuchar en muchos años".

Pero lo que escapa a cualquier análisis y debe quedar fuera de toda crítica de la película es la actuación, si se quiere seguir utilizando ese término, de Daniel Day-Lewis como Abraham Lincoln. Lo de actuación va porque no actúa; él es Lincoln. Él anda como Lincoln, él se sienta como Lincoln, él mira como Lincoln, él agita las manos como Lincoln, él se enfada como Lincoln y él es Abraham Lincoln. Incluso cuenta las anécdotas tan increíbles que según el testimonio de muchos tras el paso de los años le gustaba contar al Presidente. Ya no es el parecido físico, porque es innegable que es idéntico, sino la naturaleza de su caracterización. Parece mentira que estuviese año y medio para buscar el tono y la voz rota del propio Lincoln y que sufriese dolores insoportables en los tobillos para imitar su forma torpe y cansada de andar. Hay que exagerar. Daniel Day-Lewis es de los mejores (el mejor) actores vivos que existen, sin ningún género de dudas.

"Lincoln" es una película que no defrauda si se quiere disfrutar del regalo divino en forma de actor que es Daniel Day-Lewis, que no contenta del todo si se quiere seguir alucinando con la mano de un director consagradísimo como es Steven Spielberg, que enamora si se quiere oír una música presidencial, épica y con evidentes tintes de historia americana como la que aporta John Williams, y que incomoda en su transcurso argumental al espectador ignorante en historia americana por el mero de hecho de contar lo que pasó, pero quizá esto no sea culpa de "Lincoln" o de Spielberg, sino de ti, que fuíste al cine sin saber quién se enfrentó en la Guerra de Secesión, sin saber que fue la Decimotercera Enmienda, o sin saber lo grande que fue Abraham Lincoln, aunque esto último, si no lo sabes, sí que es culpa tuya seguro.
BruceDKWayne
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7
9 de enero de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias, la mayor parte de las veces, a un nombre relacionado con el proyecto, nos decidimos en aras de ver una película u otra. En este caso, la competencia que le disputaba mi interés a Joel y Ethan Coen con su aparentemente, y repito, aparentemente, brillante nuevo trabajo que responde al nombre de “Inside Llewyn Davis” (suena mucho mejor en inglés), es la gran emboscada que sufren Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch y Ben Foster en la imparable película de Peter Berg que toma por título “El Único Superviviente”. Por motivos del Destino, que no vienen al caso, Berg le ganó la partida a los talentosos hermanos, y esto fue una prueba perfecta de que, obviando el nombre de Mark Wahlberg, a veces en este arte se desestima un producto sólo por el hecho de que no vemos nada conocido en sus labores de producción/realización/interpretación, pues la cinta del director neoyorkino resultó ser una enorme y grata sorpresa. Pero el turno de réplica ahora es para el bobo pero bueno de Llewyn Davis.


Quizá lo más destacable del párrafo introductorio sea lo de “aparentemente” brillante. Es lógico que aquí haya cavado usted en demasía con su interés para comprender el uso de ese “aparentemente”. “Inside Llewyn Davis” es brillante en el tráiler, en las críticas que genera, en las valoraciones en prensa, radio o televisión, en comentarios del público, momentos antes de entrar al cine, justo en el momento de sentarse en la sala y lo es más aún al finalizar su primera escena, donde el protagonista, un Oscar Isaac que merece un párrafo para él sólo, nos destripa todos nuestros problemas, miedos o cualquier sentimiento negativo con el que hayamos entrado en la sala y nos serena con el mundo y con nosotros mismos. Pero a partir de ahí, justo a raíz de ese momento, “Inside Llewyn Davis” empieza a perder ese brillo que tanto nos ha elevado el hype y que hasta parecía no haber soltado vista su escandalosa escena inicial.


Aunque los Coen endulzen la crudeza de la vida de Llewyn con hilarantes gags, la película sabe a monótona en muchas fases y es, siguiendo el patrón de la Odisea de Ulises e incluso mencionándola y representándola a pequeña escala en una forma un tanto, digamos, minina (y esto es una absoluta genialidad), un bucle del que Oscar Isaac intenta escapar cantando guitarra en mano. Es un viaje circular en el que la carretera es el dramatismo, los árboles aislados son la comicidad y donde el sol es la música, que francamente es donde el film cimenta su éxito. El folk, con Carey Mulligan, que aunque se empeñe en decir tacos jamás dejará de parecernos dulce, Oscar Isaac, un monstruo en el que ahora se profundizará, y Justin Timberlake, no hace falta decir nada de su innegable talento para esto de la música, mágicos cada vez que abren la boca con un micro delante , taladra nuestro cerebro pero sin hacernos daño, como si el propio espectador estuviese en ese mismo club sentado en la segunda fila con una copa en la mesa de madera circular.


La brillante banda sonora, en la que uno se podría quedar a vivir sin problema ninguno, es lo más destacado de la película indudablemente. Canciones como la inicial, una proeza artística que logra la conexión homogénea del artista con el instrumento y que Isaac tan perfectamente ejecuta, llamada “Hang Me, Oh Hang Me”, o ese “Fare Thee Well” tan rítmico y vivo, esa maravilla tan profunda y directa al alma llamada “The Death Of Queen Jane”, la extraordinaria y picaresca colaboración de Timberlake e Isaac en “Please Mr. Kennedy” con una voz en coro de lo más peculiar, la pegadiza y también sentimental “Five Hundred Miles” en la que Mulligan nos abre las puertas del cielo con su voz, y así hasta completar una lista que sin duda debe ser tenida en cuenta por la Academia. Esto, junto con esa especie de empañamiento de la cámara (que los Coen tan acertadamente supieron usar en “Fargo”) para reflejar la fría América de los años 60, es lo más notable de esta cinta que no es que busque impresionar o pretender ser una obra maestra. Tan sólo quiere dejarse ver y sobretodo oír. Lo primero lo consigue con irregularidades, pero lo segundo lo borda de una manera alucinante.


“Inside Llewyn Davis” no deja de ser un relato dramático muy interesante amparado en la figura de sus creadores, en una gran actuación de Oscar Isaac, que aunque parezca imposible canta aquí mejor que actúa, y en una enorme joya para la música folk y por supuesto para la historia de las bandas sonoras cinéfilas, pero nada más allá de esto. Sus gags, suficientemente graciosos aunque algo inocentes, están colocados como evidentes salidas de emergencia ante la apresurada llegada en ciernes del aburrimiento en tramos concretos del film, aunque esto no es un fallo hecho a propósito. Es más bien una solución hecha con mucho gusto, conscientes de que no trascenderá pues con los elementos positivos la película compensa cualquier desembolso económico invertido en ella o simplemente el tiempo que se ha gastado durante su visionado. Y además, si John Goodman tiene 15 minutos haciendo del John Goodman que tanto gusta y si podemos presenciar 8 segundos de un concierto de Bob Dylan., ¿de qué nos podemos quejar?
BruceDKWayne
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9
1 de marzo de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando allá por el 2010, en verano (creo que ya era Agosto), se estrenó la película en los cines españoles (yo estaba de veraneo por las extraordinarias playas de Cádiz, aunque esto no venga a cuento), sinceramente de cine entendía muy poco, y me interesaba quizás menos. De hecho, opté por meterme en Los Mercenarios antes que en esta, y salí bastante orgulloso de mi elección. De hecho, la duración de Los Mercenarios es tan inferior a la de Origen que me permitió meterme en la sala para ver la última media hora de película, y salí aún más orgulloso de ver Los Mercenarios, porque no entendí ABSOLUTAMENTE NADA.

2 años largos después, con bastante cine visto (nunca el suficiente, claro está), y con un suficiente nivel de conocimientos cinéfilos y algo de destreza en la parla o en el escrito, tenía como obligación desde hace bastante tiempo ver esta joya que muchos me pintaban de diamente hacia arriba, y la cual llevaba tiempo dejando de largo a pesar de tratarse de una de las mejores obras de mi director favorito (mi nombre de usuario creo que resume el porqué), del cual estaré eternamente orgulloso por regalarme el Batman que quizá no me merezca, pero sí el que necesitaba (al hilo de la tan famosa frase de la película).

Origen es quizá la película más "emparanoiante" que han podido ver mis ojos, y si alguno de los que leen estas líneas sabe de alguna que lo supere, por favor no dude en adjuntarla, porque dudo que la haya. Christopher Nolan, otrora defensor de usar realidad y ficción en sus filmes y de tocar la naturalidad de temas tan cotidianos como el honor, la verdad, el sueño o la mentira, ofrece en una primera parte extraordinaria "efectovisualmente" hablando de la película la explicación necesaria para meter al espectador en cintura y asegurarse de que nadie se quede en el camino de la película al no entender nada del desarollo del argumento. Se nos presenta a un Di Caprio lider, imperial, jefe de equipo, seguro de sí mismo con una tremenda convicción en sus palabras y con la estela de respeto aunque de sospecha, pues la primera misión ya indica que esconde algo con lo que hay que tener cuidado. Vemos un Joseph Gordon-Levitt en una clara línea de transición en su carrera, con no tan demasiada importancia salvo en el final de la película pero con claras impresiones de ser un nuevo talento Made in Nolan. Tom Hardy con la voz de Warrior, la buena, la de lobo solitario que ayuda cuando hace falta y que se borra cuando no le gusta lo que pasa. Cillian Murphy encaja perfectamente en el papel de sujeto, pues en cada sueño donde lo encajan parece que sigue sin saber de que va la historia. Esos ojos azules y ese rostro desangelado ayudan mucho a la interpretación, y por último, omitiendo al correcto Ken Watanabe y al siempre filosófico Michael Caine, tenemos al reparto femenino del film; A una Ellen Page que hace de consejera madura, a pesar de calculársele una edad bastante joven, de influir ideas positivas en el corrupto e irregular mundo de Cobb (Di Caprio), y a una Marion Cotillard cuya siniestra mirada al volverse de espaldas la tiñen de malévola y de ser una auténtica pesadilla durante todo el trayecto de Cobb en la película.

Y esto es lo que creo del argumento, los que hayan aguantado el tochaco innecesario para algunos pero necesario para mí a modo de introducción, estáis de enhorabuena porque estáis llegando al final; Me parece una mentira incompleta. Me parece que Nolan, con un tejemaneje cuales marionetas con cuerdas, nos lleva donde quiere sin contarnos nada pero con la impresión de habernos contado todo. Me parece que se sueña todo y que no se vive nada, o que se vive todo y no se sueña nada. Me parece que la única intención de esta extraordinaria mente británica es precisamente eso, descoordinar la mente de todos nosotros. Ni quiere que se interprete el final, ni busca saber que opinión tenemos de la película ni busca la aceptación total y absoluta de la crítica. Lo único que le interesa es ver el frenesí en el que nuestro cerebro entra una vez visualizados los 148 minutos de película. Hay algo que si he podido sacar en claro, y es que se nos quiere hacer creer que presenciamos el Origen de Fisher, cuando en realidad es una cortina de humo pues el verdadero Origen al que asistimos es el de Cobb. Nolan intentó demostrarlo en "El Truco Final" y no le salió demasiado bien, a pesar de ser una maravilla de película, puesto que su extraordinaria construcción tenía grietas por las que el espectador salía convencido de descubrir toda la historia de Alfred Bordem. Pero aquí lo ha conseguido. Aquí nadie (al menos de lo que llevo leído en esta ficha) ha dado una idea clara de acertar con la película. Hay aproximaciones o inventos sin sentido, pero eso es lo que Nolan pretende. Más que disfrutar con la película, que al fín y al cabo también es algo que consigue, quiere disfrutar con las reacciones de los que ven la película. Origen es un laberinto del que nadie sale, y si sale alguien, no sabe explicar después como.
BruceDKWayne
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9
21 de octubre de 2013
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo está lleno de ilusos y de atrevidos. Los hay que lo son con razón, por supuesto, pero es pan de cada día que la inmensa mayoría de este tipo de personas son de tal forma sin razón o sin conocimiento de causa. Quizá una buena parte de esta inmensa mayoría sean así por mera ignorancia, por falta de información para construir un argumento que los aleje de su atrevida e ilusa convicción, pero la inmensa mayoría de la anterior inmensa mayoría son del tal forma por, como se dice por el sur, “dársela de entendido” o más vulgarmente, “pegarse el moco”.

Quién escribe estas líneas era de aquellos atrevidos, de los de la inmensa mayoría de la inmensa mayoría anterior, que pensaban que Tom Hanks no era tan buen actor, que sus papeles, extraordinarios, sin duda, en “Forrest Gump” o en “Náufrago” eran flor de un día, y que “Salvar al Soldado Ryan” era como un símil polémico del estado de forma actual de la F1, con Vettel y su Red Bull. No es tan bueno el piloto, pero sí la máquina que lo dirige, tomando como sujetos de cambio a Vettel por Tom Hanks y al Red Bull por Steven Spielberg.

Obviando este jardín enrevesado que no favorece ni al que escribe ni al que se quiere leer, ese atrevimiento se ha visto golpeado muy fuerte en el mentón con “Capitán Phillips”. La nueva película del director que hizo la brillantemente intensa “El Ultimatum de Bourne”, Paul Greengrass, ha silenciado y mandado a paseo el atrevimiento de ese tipo de personas entre los que se incluye un servidor, y ha dado de bruces con la realidad de que Tom Hanks no era tan buen actor. Y son varios los factores que han hecho posible este ansiado y necesario cambio de opinión.

Primero, sin duda, el hombre cargado de llevar la historia a la pantalla, Paul Greengrass. Su manejo de la cámara desde la silla es impresionante. La destreza con la que rueda cada plano, como juega con el movimiento de la escena para activar o no el botón de suspense de nuestros ojos y por consiguiente de nuestro cerebro, y su absoluto poder para reflejar en cada momento del metraje la intensidad con la que a buen seguro vive su vida el director británico. Qué le pregunten al mismísimo Jason Bourne (vale, a Matt Damon para que no nos pongamos tiquismiquis) si es bueno o no.





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Segundo, y quizá la gran culpable de que el espectador se siente en la silla del cine a ver la película, la historia. La historia vende, compra ella sola nuestra entrada. Nos embauca y nos atrapa cada vez que sale anunciada en televisión o cuando leemos algún tweet promocional. Pero es su desarrollo, sin obviar el inmenso grado de importancia histórica que tuvo el abordaje del Maersk Alabama en el 2009, lo que nos trastoca el corazón, lo que nos revuelve en el asiento, lo que nos agarra de nuestras partes por decirlo de manera demasiado vulgar. Desde Buried (Enterrado) no se recordaba algo que dejase tan tensionado. Francamente Increíble el suspense conseguido en el clímax del film. Sencillamente brutal la escena previa al epílogo, de esas que te dejan de vez en cuando algunas películas para revisionar en Youtube cuando se tercie el momento y las ganas





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Y tercero, y por supuesto, el culpable de que la historia y el trabajo del director de recrear la misma tenga el impacto tan extraordinario que tiene en las pupilas del que visiona el film, el Señor Tom Hanks. Se puede valorar su trabajo solamente observando su escena final sin que hiciese falta verle en toda la película. Es una oda a la interpretación, es puro amor a su arte. La definición de shock post-traumático sin necesidad de palabras o traducciones simultáneas. Es injusto decir esto, pero Tom Hanks hace mejor a la película de lo que ya lo es, y decimos injusto porque la historia es maravillosa y el trabajo de Greengrass impecable, pero lo que es, es, y Tom Hanks, si es algo en Capitán Phillips, es un animal de la actuación. Y eso que el reparto, no tan conocido y admirable como en otras producciones, se comporta a un nivel genial, como el villano de la función, Muse, que luce no a la inaccesible altura de Hanks pero sí a un nivel excelente para la magnitud de la película. Increíble dedicación del reparto pero en especial de Hanks para una película premiable sin lugar a dudas a estas tempranas alturas de la carrera.
BruceDKWayne
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