Llevaba tiempo si quedarme atrapado en una serie. Sin sentir esa adrenalina que, muy de vez en cuando, te genera una obra. He de reconocer que el primer capítulo, incluso el segundo, me produjo indiferencia. Curiosamente, ambos dirigidos por ese genio de los thrillers psicológicos que es David Fincher. Sin embargo, la ambientación, esa tensa calma reinante y, especialmente, la fotografía, me empujaron a seguir.
Efectivamente, no puedo estar más alucinado con el resultado. He rememorado esos momentos en los que me quedaba hipnotizado viendo la insuperable Breaking Bad, la majestuosa primera temporada de True Detective o la adictiva Fargo.
Y es que estamos ante un producto, a mi entender, rebosante de originalidad, magníficamente interpretado y genialmente ambientado. Las atmósferas carcelarias son realmente inquietantes y las interpretaciones de los psicópatas y los sospechosos son, en su mayoría, desasosegantes.
El tándem protagonista me ha conquistado absolutamente. Su contraste y diferencias, físicas y psicológicas, no me parecen, como suele suceder a menudo, nada impostadas o forzadas. Dos grandes actores. El resto del reparto a la altura.
Si no le he dado un 10 es por esos 2 o 3 capítulos que creo no rozan la perfección, como sí lo hace el resto.
Una serie de las grandes, con mayúsculas.

La 2 de televisión española ha tenido a bien emitir este clásico hoy. Yo ya la había visto dos veces. La considero una de las mejores, si no la mejor, películas bélicas de siempre.
Tenía un par de pelis listas para ver hoy, pero me he decidido a ver Full metal jacket por tercera vez para corroborar y cerciorarme sobre algo que ya tenía claro. No comprendo porqué la gente desprestigia la segunda parte de la cinta, vamos, la parte de Vietnam.
Claro, es comprensible que esa parte es más convencional, hay más películas sobre Vietnam. Pero, para mí, la segunda parte adquiere un valor extra después de haber asistido a la obra maestra que es la formación de los marines en la academia.
Ese contraste tan radical entre la primera y la segunda parte creo que es parte de la genialidad que supone está película.
Uno todavía está noqueado por el desenlace de la historia del Recluta Patoso, cuando de repente se encuentra en el caluroso Hanoi, donde una prostituta seduce a dos soldados americanos.
Ahí empieza otra maravilla visual, que es el infierno de la guerra, el acoso de los francotiradores y la lucha por la supervivencia.
Me niego a aceptar esta película como una obra menor de Kubrick. Es, en conjunto, una obra maestra.

Buen thriller, siguiendo la estela de otras obras argentinas de los últimos años, confirmando que se trata de un país del que salen magníficas producciones, grandes guionistas, directores e intérpretes.
Me parece muy importante señalar que, a mi entender, la historia fluye con mucho dinamismo, sin historias paralelas ni rellenos innecesarios. Se agradece.
Muy buen guion, gran dirección y magníficas interpretaciones. Enorme Leonardo Sbaraglia, sorprendente Clara Lago y, para mi, por encima de los demás, magnífico Pablo Echarri, en su papel de villano sin escrúpulos. Asimismo, siempre es bienvenida la colaboración de un grande como Federico Luppi.

Muy recomendable para los amantes del género.

Dar la máxima nota a una película o serie siempre puede parecer exagerado. Piensas "con un 9 basta, ya estoy diciendo que es una maravilla". Para mi, Mad Men es perfecta. No creo que le falte ni le sobre nada para llegar a la excelencia. Conforme se van sucediendo los capítulos y las temporadas, uno se va acomodando en la genialidad y deja de apreciar el lujo que es cada secuencia, cada plano, cada gesto, los decorados, la ropa, los más mínimos detalles, cuidados hasta la extenuación...
Mucha gente me dijo que la abandonó en la 4ª o 5ª temporada por aburrimiento y lentitud. Lo siento, pero no puedo aceptarlo. Es cierto que la serie no ofrece giros inesperados ni finales angustiosos, como para necesitar ver el siguiente capítulo, cual chute de adrenalina. A cambio, nos ofrece un retrato excelso de una sociedad y una época, en un gremio muy particular como son las agencias de publicidad. Y lo hace descubriendo a la perfección todas y cada una de las grietas sociales imaginables, en torno al clasismo, el racismo, la xenofobia, el ansia de poder, el lujo desmesurado, el machismo imperante a todos los niveles, la egolatría, el narcisismo y, sobretodo, la soledad. Detrás de cada uno de los exitosos individuos de Mad Men hay un hombre o una mujer frustrados, inseguros y dependientes (del alcohol, el sexo, el cigarrillo la fama y el dinero). Podríamos analizar a todos y cada uno de esos excelentes personajes, pero el conjunto de características mencionadas anteriormente, se presentan de forma clara en el colosal Donald Draper, un personaje que, a pesar de la multitud de defectos e imperfecciones que puede presentar su personalidad egocéntrica y presuntuosa, es un imán, es atractivo y atrapa al espectador.
En definitiva, solo puedo decir que Mad Men es una obra maestra para ser degustada lentamente y disfrutar el regusto que queda tras ello.

Woody Allen, en mi humilde opinión, es de esos directores que, en sus películas más flojas, está por encima de la media. Es decir, cualquier film del neoyorquino, como mínimo, entretiene. Ser tan prolífico creativamente puede ser, en cualquier disciplina artística, peligroso. Sin embargo, el octogenario director conserva la chispa y la lucidez, con más o menos éxito, con su firma inconfundible.
En la cinta que nos ocupa nos encontramos, como siempre (y en eso no falla nunca), con unos escenarios espectaculares. Pocos cineastas cuidan tanto los paisajes, la fotografía y los entornos, como Allen, bien se trate de Nueva York, Barcelona, París, Londres o la Costa Azul. La estética del Hollywood de los años 30, majestuosa y superficial a partes iguales, es uno de los atractivos del film.
Otro factor indispensable de la reciente filmografía de Allen es la presencia de su alter ego, en este caso Jesse Eisenberg, con sus inquietudes, sus temores, inseguridades y reflexiones. Vamos, el Woody de toda la vida.
Otra de las características esenciales también presente en Cafe Society: las continuas referencias a la comunidad judía, en tono irónico-cómico. De hecho, considero que en este film están más presentes que nunca, quizás excesivamente.
Las actuaciones bien, en general. Eisenberg, correcto como siempre. Kristen Stewart, bien, aunque sin arriesgar demasiado. Tal vez, tenga un rol un poco plano en la peli. Y muy bien, Steve Carell, gran actor, gran presencia en la pantalla. Me ha parecido lo mejor de la peliciula.
Como decía al principio, para mi, cualquier pelicula de Woody Allen merece ser vista. Siempre hay detalles, recuerdos, que quedan en la retina. Sin salir maravillado del cine, mi reflexión después de ver Cafe Society es, una vez más, que ya estoy esperando a la próxima entrega de Woody Allen.