Iván ha pasado su infancia como un niño pero ha tenido que crecer bajo la crudeza de la guerra que lo hace madurar a una edad muy temprana. Su mirada seria, fuerte y firme hacen denotar lo que ha visto y vivido pero ello no hace que no sueñe alguna vez que otra con aquella niñez que una vez vivió y que le hace añorar aquella etapa. Iván no baja la guardia, se ha acostumbrado a vivir entre disparos y explosiones y sólo se fía de quién conoce.

"La infancia de Iván" es una película de visión obligatoria para aquellas personas que tengan un gran interés en la época contemporánea y más en concreto con los finales de la II Guerra Mundial ya que es un film cercano a aquellos años y como tal, es fidedigna a ésta, con imágenes, escenas y planos que hacen que verdaderamente vivamos la desoladora imagen de un país destrozado y aniquilado.
En esta película empezamos a vislumbrar la importancia que le da Tarkovsky a la mujer en la vida de un hombre (desde la madre o la hermana hasta la novia/esposa) y que en otras películas como "Solaris" ,del mismo director, va fijando la idea y ampliando su visión. Como hemos dicho anteriormente, los planos, la fotografía y el contraluz son magníficos y dan cierto punto de realidad y cruda belleza a lo que vemos. Es el largometraje perfecto para conocer al Tarkovsky más cercano donde se aleja de diálogos complejos ,no exentos de humanidad y añoranza, y nos muestra con imágenes significativas y llenas de contenido su punto de vista de la vida.

Cuando entenderemos que el cine fue, es, y será un arte. Sí y como arte puede variar de las maneras más variopintas. No todo en el cine son efectos especiales, diálogos absurdos, presupuestos desorbitados o sagas y remakes irrisorios. Hay que asimilar que el arte del celuloide puede sorprenderte de diferentes maneras y no todas son el estereotipo que las grandes compañías nos venden.

Drive no intenta convencerte con grandes diálogos o efectos especiales que hacen que te agarres a la butaca. Lo que hace es transmitir sentimientos (si si como una pintura o una canción, un arte) con silencios que lo dicen todo, con miradas que parecen conectar al emisor y al receptor y tú tienes que entender el mensaje. La fotografía y la escena en la película son espectaculares, los planos ayudan a captar la esencia del ambiente, ayudado de un apartado sonoro digno de mención. Lo mejor de todo es cuando ves películas con grandes explosiones, tiroteos, matanzas, tías con escotes espectaculares... Si, el cine de acción que ahora nos venden. Y si no están esos elementos, ya no es acción es un aburrimiento en toda regla. Drive no tiene ninguno de esos elementos, te lo advierto, pero te va a atrapar a base de unas actuaciones con personajes de características muy bien definidas.

Gracias a que hay películas con algo más que simples ganas de hacer dinero puedo vivir feliz. Feliz de que el arte sea libre y pueda ver, ser o conocer, personajes, vidas, obras o culturas que podré denostar o amar. No hagamos que el cine de autor muera, la independencia de cada uno es lo que hace que la vida nos sorprenda.

Cuando ves La princesa Mononoke tienes la sensación de estar viendo algo que esta muy dentro de nosotros. De ti. De mi. Es difícil de explicar, es algo que hemos perdido pero que, por extrañas circunstancias, esta película te vuelve a recordar esa melancolía.

Pocos somos los que entendemos las tradiciones japonesas u orientales pero esta película hace que, de repente, se despierten los sentidos que están más profundos y empieces a recordar esa conexión con la naturaleza que nuestros antepasados una vez tuvieron y que a medida que nuestros sentidos se atrofian vamos involucionando cada vez hacia un ser más inerte. No hace falta que te expliquen absolutamente nada de la película. La vas viendo y sintiendo. No es como ver una película de Tarkovsky, Lynch o Bergman.

La avaricia y el poder hacen que el ser humano arrolle todo lo que se le ponga por delante, inclusive aquello que nos da la vida y que, algún día, nos dará también la muerte. El denominado ciclo de la vida debe de continuar, debemos de mediar y que vuelva esa sintonía entre la naturaleza y ser humano. Ambos pueden y deben de convivir, no formemos todos parte de la mano que sostiene el rifle. No cortemos la cabeza a la naturaleza.

¿Cuántos de nosotros no nos hemos sentado, en una tarde de domingo, a pensar que qué bien que estábamos antes? sin preocupaciones, sin estrés, sin pensar en nada más... La vida es algo que fluye, que se pasa, y hasta que una tarde de domingo no te paras, no te das cuenta.

Hacerse mayor y la reflexión, ambas inseparables, es el mejor consejo que uno mismo puede recibir. Fellini intenta empatizar con el espectador de mediana edad, mirando cara a cara a la melancolía, al deseo, a la niñez. Se hace preguntas y se cuestiona acerca de si ha obrado correctamente a lo largo de su vida, con sus padres, mujer, amantes, actrices. La crisis de inspiración va derivando paulatinamente en una crisis emocional, existencial e incluso sexual. Piensa y sueña en la cantidad de caminos que pudo tomar a lo largo de su vida, los que tomará o los que, dentro de su subconsciente, desea pero que son amargamente imposibles.

Un recorrido por el tren imparable de la vida que poco a poco ve como llega a la parada pero sin saber cuándo...
Ay... que malos son los domingos por la tarde.