Contando con unos superhéroes llamados Kick-Ass, Hit Girl, Battle Guy, Doctor Gravedad y Zorra Nocturna y unos supervillanos de nombres tan expresivos como El Hijoputa o El Tumor ¿qué se puede esperar? Desbarre, locura, violencia (algunas veces algo gratuita), humor y diversión.

Algo por debajo de su predecesora, Kick-Ass - Listo Para Machacar ("Kick-Ass" - 2010), no deja de ser un entretenimiento más que digno con unos personajes con mucho carisma, sobre todo Hit-Girl, que está pidiendo a gritos un spin-off. Y es que, en mi opinión, Chloë Grace Moretz tiene una fotogenia espectacular y ese "algo" que delata a las jóvenes actrices con talento y creo que en el futuro puede depararnos grandes sorpresas. De momento ya tiene un Scorsese (La Invención de Hugo - 2011) y un Tim Burton (Sombras Tenebrosas - 2012) en su currículo y apenas acaba de cumplir los 16 años.

La película ha llegado acompañada de una gran polémica tras la negativa de Jim Carrey a promocionarla. Tachada de táctica promocional por los más críticos, al parecer Carrey siempre ha sido un actor muy comprometido con el control de las armas en su país, donde por abrir una cuenta corriente en un banco te regalan una escopeta recortada, como quien dice. Yo me pregunto, a la vista de las escenas en las que aparece el bueno de Jim, ¿cómo es posible que no supiera que la película era muy violenta? ¿Acaso no vio la primera parte? Y todo esto suponiendo que se limitara a leer sólo las partes del guión donde aparece su personaje, el Coronel Barras y Estrellas, porque si lo leyó por completo lo entiendo menos aún. Sea como fuere, este tema ha aportado bastante publicidad gratuita a la propia película.

Por si os animáis a verla, os aconsejo que esperéis hasta el final de los créditos finales, pero final, final, donde podréis ver una escena extra. Son apenas 20 segundos pero os vendrá bien haberla visto si dentro de otros tres años nos "sorprenden" con una tercera parte, que espero que se llame definitivamente y sin rodeos "Hit Girl Reloaded (Kick-Ass 3)", pero lo de los paréntesis muy muy chiquitito....

Uno de los grandes directores de Hollywood de todos los tiempos, John Ford, rodó este western en 1962, en blanco y negro y con una pareja protagonista de órdago, John Wayne y James Stewart. La película narra la historia de una venganza, cuando el fuera de la ley Liberty Valance, un magnífico Lee Marvin, atraca y da una paliza al futuro senador Stoddard (Stewart). Éste, un prometedor estudiante de derecho en ese momento, centra desde ese instante todos sus esfuerzos en llevar a Valance ante la justicia. Con el paso del tiempo se convierte en una persona muy querida por la gente del pueblo y con la ayuda de Tom Doniphon (Wayne) intenta que Liberty Valance acabe entre rejas.

Exceptuando quizá al propio Liberty Valance, tanto el senador Stoddard como Tom Doniphon son personajes con muchos matices, bien definidos, que actúan según sus convicciones y asumen las consecuencias de esos mismos actos.

No es el western mi género favorito, a mí la lucha entre indios y norteamericanos, las cargas del séptimo de caballería, y demás tópicos de estas películas sencillamente no me van, me aburren y cansan, pero esta película de John Ford sin embargo es una historia emocionante en la que el presunto perdedor se engrandece ante nuestros ojos. No se trata por tanto de un western simplón, sino de una gran película ambientada en la época de la conquista del oeste.

Reseñables son también las grandes interpretaciones de la pareja protagonista y la fotografía aunque sólo obtuvo una nominación a los Oscars en la categoría de Mejor Diseño de Vestuario en Blanco y Negro, que finalmente no ganó. Le fue arrebatado por el Vestuario de otra gran película: ¿Qué Fue De Baby Jane? (“What Ever Happened To Baby Jane?” – 1962), de Robert Aldrich.

Como si de un especial de Nochevieja de Martes y Trece o Cruz y Raya se tratase, esta película de Woody Allen es una sucesión de gags, situaciones absurdas y humor surrealista protagonizada por el propio director. Y ya quisieran algunos humoristas de renombre hacerme reír la mitad de lo que me reí viéndola.

Centrada en la desastrosa carrera como atracador de bancos de Virgil Starkwell, un inepto delincuente de poca monta que tan pronto intenta robar un banco haciendo uso de una nota manuscrita en una escena descacharrante, como intenta desplumar, sin saberlo, a un policía.

Sin la habitual temática recurrente en sus películas, simplemente intentando y, lo más difícil, consiguiendo, que el público se lo pase a rabiar, el gran director neoyorquino consigue realizar una de sus más divertidas cintas.

Hacía mucho que no pasaba tanto miedo viendo una peli. Sin duda verla en el cine debió ser toda una experiencia porque si en casa he dado los repullos que he dado, en una gran sala creo que me hubiera pegado al techo como Spiderman al primer salto.
Y lo bueno además es que no se trata, como otras demasiadas veces, de sustos basados en efectos sonoros, ni tampoco de recrearse en lo más gore. Son sustos bien pensados y mejor ejecutados, integrados en la historia y con el único fin de crear tal desasosiego que no puedas pegar ojo una vez que finaliza.

No en vano la película está dirigida por James Wan, que ya nos hizo sufrir de lo lindo en Saw (2004), la única que realmente merece la pena de toda la saga.

En Expediente Warren tenemos además unas interpretaciones estupendas de Vera Farmiga y Lili Taylor, aquí la sufrida madre de 5 hijas que, junto a su marido, adquieren una hermosa casa en medio de ningún sitio. Al poco de llegar comienzan a suceder algunos fenómenos extraños, y cuando sobreviene el primer suceso grave contactan con una pareja de investigadores de lo paranormal, los Warren, que constatarán que lo que ocurre en aquélla casa es algo mil veces peor de lo que ya han visto otras veces.

Total, una peli maravillosa para los amantes de pasar miedo del bueno.

Vaya por delante que no he visto la versión de esta historia protagonizada por Robert Redford en 1974. Y que a Baz Luhrmann, siempre tan excesivo en la puesta en escena, no le tengo por uno de mis realizadores favoritos.

Sin embargo, aquí su tendencia al exceso visual y musical y su espectacularidad habitual en las escenas con multitudes (esas fiestas que organiza Gatsby…) le vienen que ni pintadas a la historia de este farsante con ínfulas.

Gatsby es interpretado por un Leonardo DiCaprio que ha madurado muchísimo como actor en los últimos años. Reconozco que no me gustaba nada en sus comienzos, incluida su floja aportación en Titanic (“Titanic” – James Cameron (1997)), pero he de reconocer que ha mejorado mucho, ampliando sus registros y consiguiendo grandes interpretaciones, sobre todo cuando es bien dirigido, como es el caso de sus colaboraciones con Martin Scorsese (Shutter Island, El Aviador, Infiltrados…). Precisamente este año está en todas las quinielas para el Óscar a mejor Actor por su papel en la nueva cinta del director italo-americano, El Lobo de Wall Street (“The Wolf Of Wall Street” – (2013)), de inminente estreno en nuestro país.

En cuanto al resto del reparto, Tobey Maguire no es santo de mi devoción y aquí vuelve a recordarme por qué con una interpretación poco convincente, limitada y que aporta más bien poco a pesar de tratarse del hilo conductor de la historia, el narrador y voz en off.

También en mi opinión la elección de Carey Mulligan como Daisy, el amor platónico de Gatsby, por el que es capaz de morir y matar, es un error de casting. Como suele decirse, esta chica no tiene”ni chicha ni limoná”, es más bien sosilla y me cuesta creer que la forma en la que Gatsby pierde la cabeza por ella sea posible.

Aun así, debido a un impresionante diseño de producción y una fotografía igualmente notable, la película se pasa en un suspiro a pesar de sus casi dos horas y 20 minutos de duración. Merece la pena.