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España España · Málaga
Críticas de Nuño
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Críticas 268
Críticas ordenadas por utilidad
9
10 de marzo de 2014
85 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 'cine' es una disciplina artística basada en la técnica de proyectar rápidamente fotogramas, a fin de crear ilusión de imágenes en movimiento.

Esa concatenación de imágenes, montadas, sirven como medio para transmitir algo. Una narración, una idea esencial, una idea estética.

'El proyecto de la bruja de Blair' es rudimentaria en su realización, deliberadamente tosca en su formato; pero es una creación audiovisual enfocada a elicitar una emoción.

Es, pues, Cine.

...

La narración clásica contempla introducción, nudo y desenlace. 'El proyecto de la bruja de Blair' respeta esas arcanas directrices.

1. Precedentes y planteamiento. Se inquiere a los lugareños acerca de la leyenda de la bruja. Los aventureros se internan en un insípido bosque que el mito local torna ominoso.

2. Los campistas se extravían. Las tensiones surgen entre ellos. Las noches se impregnan poco a poco de un progresivo espanto.

3. Los protagonistas desaparecen, dejando una onerosa incógnita.

No es rica en incidentes, pero su estructura argumental es diáfana.

...

No obstante, 'El proyecto de la bruja de Blair' no busca contar una historia. Es un trabajo, principalmente, de evocación. Busca un reflejo del desamparo, de dos temores inveterados: hacia las leyendas urbanas y hacia la posibilidad de perderse en un lugar desconocido.

Elimina el corsé de la ficción consciente. Crea una falsa realidad en la que adentrarse.

El formato documental aporta una veracidad feísta y desaliñada.

Los actores amateurs otorgan genuinidad: no hay lucimiento interpretativo que eclipse la esencia.

...

¿Es 'El proyecto de la bruja de Blair' una mala película por haber tenido una publicidad deshonesta?

No, a mi parecer. Ese es un factor extra-cinematográfico, externo al film en sí. Si es por publicidad engañosa o desproporcionada, caería la práctica totalidad de estrenos comerciales anuales. Aquí hubo picardía, astucia; pero eso merecería un examen ético ajeno al motivo que nos congrega en FA.

...

¿Es 'El proyecto de la bruja de Blair' una mala película por ser presentada como real, y, realmente, no serlo?

No. El Cine es una mentira, siempre. No es real, aunque refiera a lo real. Y, en muchos casos, es magistralmente inverosímil.

'El proyecto de la bruja de Blair' es tan veraz o no veraz como el Cine le permite serlo; pese a que sea taimada convenciéndote de su viveza.

...

'El proyecto de la bruja de Blair' es una de las películas que más puramente ha captado, en mi opinión, la esencia del terror. No apela a la ensoñación traicionera, como 'Vampyr', ni al escurridizo mundo de los ectoplasmas, como 'Kwaidan' o 'El resplandor', ni a las amenazas del instinto más primario, como 'Onibaba', sino que encuentra terror exprimiendo el hiperrealismo de su formato.

...

No pasa nada en ella, dicen. Ciertamente, no es un carrusel de golpes de efecto.

El miedo aquí es un estado sostenido y prolongado. No hay sustos epidérmicos, ni apariciones repentinas con su categórico fogonazo de volumen.

El miedo de 'El proyecto de la bruja de Blair' no es explosión; es temperatura.

A destacar, el excelente uso del sonido. Para lograr un espantoso escalofrío no es necesaria estridencia alguna. En mitad de la nada, si agudizas el oído, siempre escucharás aquello que temes.

...

Como en toda película de terror, se requieren unas condiciones de visionado evidentes; oscuridad, soledad, quietud. Y, más evidente aún, un espectador con ánimo de implicación.

Gracias.
Nuño
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8
16 de diciembre de 2013
70 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de esa sala no había sólo 12 hombres sin piedad; dentro se asfixiaba de calor la condición humana al completo.

La universalidad de la cinta de Lumet fascina. Reúne a 12 hombres, siéntalos alrededor de una mesa y proponles un tema de debate. Muy a menudo habrá...

... uno que opine conforme a sus prejuicios personales.
... uno que opine generalizando sus creencias.
... uno que opine dejándose llevar por sus vivencias emocionales.
... uno que opine lo que opinen los demás.
... uno que opine con clichés y frases hechas.
... uno que opine justo lo contrario de lo que opine el que opina con más acierto.
... uno que escuche a todos con educación, pero no se moje.
... uno que procure ser analítico con todas las opiniones, excepto con la suya.
... uno que no sabe qué opinar.
... uno que pasa de opinar y está mirando el móvil.

Los que coincidan, se hermanarán y lograrán imponer su opinión como verdad categórica, por disparatada que sea. ¡No falla! La deliberación de un jurado popular fue una manera, como otra cualquiera, que tuvo Reginald Rose de mostrárnoslo. Yo veo a estos 12 hombres a diario: en las terrazas de los bares, en las tertulias televisivas, en las cafeterías de las universidades, en las reuniones de vecinos... Se despliegan ante cualquier tema: partidos políticos, religión, historia, inmigración, sindicatos laborales, cine, terrorismo, economía, pena de muerte, música, educación, sanidad, eutanasia, literatura... ¡Da igual, todos estarán ahí, firmes, tomándose muy en serio!

Sólo hay uno que es menos dado a aparecer.

Alain Resnais, director de la nouvelle vague, comentaba que el autor debía buscar la situación inédita para el espectador; como medio para zarandearle, para que se cuestionase, para que replantease todo su sistema de creencias. Esto es extensible, no se reduce al cineasta. Fonda, quien afirmó sentirse especialmente orgulloso del papel que interpretó en esta película, aparece milagrosamente para ejecutar esta máxima y hacer que 'pensemos sobre lo que pensamos'. No impone nada: sólo invita a la duda cartesiana. Recurre a la mayéutica. Un ángel racional. Los 12 hombres acaban llegando a hechos objetivos, que estaban ahí; que podían verse, de pensar un poco... Sólo precisaban encerrarse durante horas en una habitación, pasar un calor infernal y que un número 8 les instara a dejar de ser prejuiciosos, emocionales, expeditivos, inflexibles, pusilánimes, irracionales e intransigentes, para poder, así, pensar. Es toda una heroicidad conseguirlo.

"—... y ahora no sé qué es la virtud; tú quizás lo sabías antes de hablar conmigo, pero ahora eres ciertamente igual a uno que no sabe".

Más de 2300 años después del 'sólo sé que no sé nada' aún somos muchos los que nos negamos a pensar que podríamos no saber nada en absoluto.

Gracias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nuño
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4
9 de febrero de 2016
90 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Muy bien hecha

No es la perfección técnica de una imagen lo que la hace bella, es su significación potencial como reflejo o símbolo de la emoción que el artista, o el tipo que dirige, pretende capturar. No hay que buscar la imagen perfecta, sino la adecuada, y eso requiere seguramente más intuición artística que destreza.

'El renacido' no sólo busca como loca la imagen perfecta, sino que pretende coleccionar unas cuantas por minuto. Las postales que acumula Iñárritu me parecen de una precisión digital muy loable (como artesanía son intachables), pero no son bellas. Tienen el valor pseudo-inspirador, la belleza epidérmica, de los paisajes manipulados y retocados que aparecen en las guías de viaje o en los calendarios.

2. Muy lírica

El verdadero protagonista de esta historia no me parece el explorador Hugh Glass, ni los indios nativos, ni tampoco el espíritu aventurero o de supervivencia. El destinatario parece ser su propio hacedor: Iñárritu. Tuve la molesta sensación de tener al mexicano al lado, esperando un "qué bueno eres" de mi boca. No critico la vanidad: es humana y seguramente, en ciertas dosis, sea necesaria. Lo criticable es que se la reivindique o, qué mínimo, que no se disimule un poco. Hay algo de ese alarde de virtuosismo de Eisenstein (sus primigenios logros en el montaje) o Kalatozov (la cámara de gran angular), pero a diferencia de aquellas, aquí falta verdadera carne dramática, verdadera poesía o verdadera novedad para alcanzar la grandeza. A Iñárritu le falta guion, le falta(n) personaje(s), le falta conflicto. Sólo le sobra la regia e inmisericorde música. ¿Dónde quedan las pausas?

3. Muy independiente

Entretener y trascender. Rehuír de Hollywood, y ser premiado por Hollywood. "Es la película que jamás te esperarías en Hollywood", dicen algunos de sus artífices, meses antes de recibir 12 nominaciones a los premios que otorga Hollywood. Un director ha de definir en qué liga quiere jugar. Al menos, con cada película.

4. Muy bien interpretada

Den el Óscar a DiCaprio. No porque su actuación sea buena (no lo es, apenas tiene personaje que interpretar, sólo cien muecas de dolor diferentes a lograr). No por su dicción o prosodia (apenas recuerdo una línea de diálogo a remarcar entre sus gruñidos). No porque el muchacho lo pasara canutas rodando en las montañas (las vicisitudes de rodaje son elemento puramente circunstancial). No porque se pelee con un oso hecho por ordenador (y le gane). Simplemente dénselo para que ya no puedan decir que no tiene uno.

Gracias.
Nuño
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6
21 de enero de 2015
84 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 'Whiplash' conviven, a mi parecer, una convincente potencia emocional y musical, y una feliz complacencia con el tópico.

...

[a partir de aquí, hay spoilers]

Entre la escritura de un personaje y la calidad del actor en su interpretación, caben matices.

J. K. Simmons interpreta a gran altura; es magnético y tiene presencia, gestualidad, prosodia e intensidad. Su personaje, en la práctica intachable, sobre el papel no me convence del todo. Ha emergido de una tierra común; deslenguado como un personaje de Tarantino, berrea como R. Lee Ermey en 'La chaqueta metálica'; tan socarrón como 'El sargento de hierro' de Eastwood, tan tirano como el Berenger de 'Platoon'. Son personajes con garra comercial, intensos pero recurrentes. Al director no se le olvida la insalvable inclusión, hacia el final, de una confesión personal del despótico profesor, en la que se le descubre, cómo no, su dimensión humana y sensible. Su discurso de reafirmación, sentido y sincero, invalida su propia presentación al inicio del film; justificar que es lícito humillar a Bird para que llegue a ser Bird no justifica la vejación de un saxofonista tímido y mediocre que solamente desafina, por el mero placer (del guionista) de hacerlo; o, mejor dicho, por el mero recurso de presentar ferozmente (y de manera efectista) al personaje que, se sabe, es atracción principal de la película.

Lo de la novia, subtrama algo endeble, se entiende en su propósito: existe para resaltar que en el concepto que Andrew tiene sobre el triunfo y la carrera profesional no hay cabida siquiera para la calidez de un romance. Innecesario, por ello, que se haga el amago de recuperarla después, hacia el final de la película, sin un sentido narrativo claro.

El padre; tan entrañable como fútil. El contrapunto que supone no enriquece la dinámica de relaciones entre el resto de personajes: todas las interacciones que vemos en la película se rigen por la competitividad y el egoísmo; ésta desentona.

El accidente; un efectismo barato, del que se podría prescindir. El agotamiento mental y físico de Andrew era ya evidente sin necesidad de insertar un shock externo precedente.

La película es egocéntrica. Es Andrew el principio y fin de la historia. Por momentos, el espectador siente que incluso está por encima de su feroz profesor: uno sabe que el final de este periplo musical no tendrá lugar en el callejón de Llewyn Davis. No caben sorpresas ni desvíos inesperados; el heroísmo de Andrew ("yo tocaré, me sé la partitura de memoria") es una garantía.

...

¿Por qué, tras señalar tantas inconformidades (personales), la valoro como 'interesante'?

Hay viveza en los duelos entre Simmons y Teller, que tienen como campo de batalla esas endiabladas y crípticas (para el profano) partituras musicales. Los movimientos de ataque son el retroceso y el avance sobre la lectura musical, la repetición enfermiza de los segmentos melódicos en busca de su ejecución perfecta. Se respira autenticidad en la dinámica de esos extenuantes ensayos, en la velocidad del solfeo. Abruma el desafío de reproducir una estructura musical sin error alguno y es ameno dejar que el espectador detecte o intuya los errores y aciertos indagando en la claridad sonora de las composiciones.

...

Una potente naturaleza musical y J. K. Simmons son las mayores bazas, en mi opinión, de esta correcta y convencional película.

...

[La consideración moral que algunos usuarios señalan en 'Whiplash' me parece interesante, aunque, personalmente, prefiero no entrar en juicios extra-cinematográficos. 'Whiplash' es una historia sobre espíritus competitivos, y puede entenderse que de ella deriva una defensa del despotismo y de la voracidad profesional, así como un sospechoso enaltecimiento del 'profesorado nazi'. En cualquier caso, la naturaleza de los personajes retratados no me parece suficiente para asegurar que en el director y guionista exista esa misma naturaleza en un plano personal, o que el espectador vaya a asumir como válidas las conductas aquí reflejadas].

Gracias.
Nuño
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8
10 de marzo de 2014
63 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera traza psicológica de Henry Hill, protagonista de 'Goodfellas'.

"Desde que tengo uso de razón, siempre quise ser un gángster"

Y, probablemente, ninguna más. Tampoco es la pretensión de Scorsese, por lo que no se puede tachar como defecto cierta linealidad psicológica en los personajes. La ambición, que es universal, vertebra la película, únicamente, y los personajes giran, como bobos, en torno a ella. La codicia puede dirigirse hacia un objeto u otro, más o menos peligroso pero, en última instancia, es común y susceptible de dominarnos.

En este caso, el deseo de Henry Hill consiste en ser reconocido como un gángster. Los gángsters, ya sabemos, no guardan colas.

¿De qué esta hecha dicha ambición? De nada que no sea un espejismo.

...

Siempre la he considerado una película malinterpretada, en líneas generales.

1.
Hace poco, hojeé un libro en Fnac. Su contenido era la enumeración de las 10 o 20 películas favoritas de una serie de personajes públicos. Políticos, ministros, empresarios... Gente gorda y lustrosa. Me llamó la atención ver que un título, irónicamente, se repetía una y otra vez: 'Uno de los nuestros'. En algunos casos, como en el del ministro Wert, en primera posición. Imagino que todos ellos se vieron más o menos reflejados en la vacuidad de los personajes de esta película, y admiraron la forma en que trepan hasta arriba la pared del precipicio, aún a riesgo de caer por el otro lado.

Como escribía Camus en 'La caída', contemplar el ajusticiamiento de un criminal reafirma la sensación de inocencia del que observa. Seguramente estos tipos, alguno que otro bien metido en oscuros tejemanejes, se sintieron aliviados porque, al fin y al cabo, ellos no han corrido la misma suerte que el personaje de Joe Pesci.

2.
A casi cualquier joven o adolescente al que le he preguntado por qué le gusta 'Uno de los nuestros', me ha respondido que la mafia es fascinante. Con 'El precio del poder', 'El padrino' o 'Érase una vez en América', pasa algo similar. Parecen más o menos ajenos al término del periplo, marcado por la decadencia y la pérdida irremediables, o quizás ven la derrota final como un apéndice moralista que de ninguna forma invalida el frenesí de placeres materiales con el que, anteriormente, han disfrutado. Parece ser que estas películas gustan porque los mafiosos gustan. O sea, gustan por su apariencia.

Yo me pregunto... ¿puede gustar a alguien este puñado de seres malvados, egoístas, crueles y otra vez malvados? Scorsese tiene parte de culpa, claro, nos contagia de ese hechizo con escenas como la del plano secuencia en la entrada al bar. Todos querríamos entrar en un mundo tan opulento de esa manera tan embaucadora, ¿no?

No obstante, 'Goodfellas', para mí, es un atinado muestrario de vanidades, anhelos y superficialidades que, de alguna forma u otra, comparte el 99% de la población; y en dicho porcentaje van incluidos los dos polos que he mencionado antes; el de los peces gordos que ya han triunfado, y el de los jóvenes que a ello aspiran. Todos babean, o babearon, ante la posibilidad de poder repartir propinas de 50 euros sin que su patrimonio lo note.

Unas muestras de siniestra superficialidad en la película.

1. Dan un golpe, consiguen una copiosa cantidad de dinero, y nadie es capaz de contener las ganas de despilfarrarlo inmediatamente en coches horteras o abrigos de piel.

2. Entran en la cárcel, pero mientras haya marisco fresco y alcohol, parece dar igual. Lo malo de estar en prisión no es la desposesión del ejercicio de la libertad de movimiento, sino la posibilidad de 'dejar de tener cosas'.

3. Henry Hill implorándole a Paulie, derrotado por completo. Paulie le escucha, más o menos afligido, pero dándole la vuelta a las salchichas.

4. Joe Pesci se carga a un camarero, por algo tan trivial como servir con lentitud.

5. Las aduladoras carcajadas, de pelotas absolutos, con que Liotta y De Niro celebran las estupideces de Joe Pesci.

Al final, cuando pasan los fantasmas de la delación y de la bancarrota, da uno cuenta de que todo ha sido una hermandad sin lazos reales: un matrimonio sostenido únicamente porque ella se puso cachonda al tomar el arma entre sus manos.

...

Así es como yo veo 'Goodfellas'. Scorsese siempre ha mostrado mucho interés por retratar personajes devorados en algún punto intermedio entre la moralidad que se exigen y las pulsiones naturales que sienten. Desde el Harvey Keitel que se debatía entre el amor y sus creencias religiosas en 'Who's that knocking at my door?', hasta el Griffin Dunne de la cómica 'After hours', ¿acaso en ella no había un timorato y ejemplar empleado de una gran empresa que, por una vez, decidía sumarse al jolgorio nocturno, con desastrosos resultados? Aquí, la moralidad la pone el espectador (o debería).

Uno lo corrobora con ese final, con ese escupitajo a lo Irvine Welsh, un rotundo 'viviré como un gilipollas el resto de mi vida'. Así estamos, Henry.

Gracias.
Nuño
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