Fantástica película que nos presentan los estudios de Walt Disney Pictures (en solitario) al más estilo clásico y renovado que hizo resaltar a la compañía durante su segunda etapa magistral en el cine de animación: la década de los 90.

Tras unos años en los que la compañía perdió su identidad y comenzó a perder su eterna personalidad en la necesaria industria cinematográfica de animación, Disney se ha descubierto a sí misma con esta película y ha vuelto a recuperar los valores que la distinguieron como una fábrica de obras de arte del mundo animado.

La película recupera una de los grandes cuentos olvidados (la princesa y el sapo), no cayendo en la rutina de una simple adaptación de una idea literaria original inolvidable, sino que sabe tratarla, sabe transformarla para atrapar al espectador dándole ese toque mágico necesario para pasar a ser un nuevo clásico sin reconvertir al original o echarlo de menos.

La historia invertida de la princesa que besa un sapo convirtiéndose ésta en rana, mezclado con una realidad de principios del siglo pasado (toda la historia se desarrolla en Nueva Orleans, EEUU) era una apuesta difícil, pero el resultado: brillante. Se repasa el nacimiento del lugar de origen del género jazz (un buen guiño), ritmo que acompaña a toda la película y nos hace deleitar con una banda sonora "negra" extraordinaria (fantástica, sobre todo la última canción donde la voz "negra" resulta inigualable).

Importante es éste último punto, la vuelta del musical de Disney, donde acompaña a ritmo narrativo toda la historia, no sólo sin pisar o interferir la trama principal, sino dándole un apoyo y coherencia que le da más fuerza y que anima al espectador, e incluso deja un buen sabor de boca con canciones que vuelven a atraer y llamar la atención, alguna pagadiza, y recuperar esos musicales animados de los años 90 que tanto se extrañaban.

Vuelve también el malo malísimo (de nuevo con magia, esta vez con magia negra y más terrorífico de lo habitual) y el humor sencillo y fácil de entender para el público infantil y oportunista y cuidado para un público adulto. Aunque como comento en “spoiler”, la vuelta más hermosa y agradecida en la película es el de la moraleja final, la conclusión de una buena y trabajada trama principal.

La secuela a una buena película siempre es una gran responsabilidad, y la película, aunque no llegue a defraudar, si baja bastante con respecto a la antecesora que tenía grandes momentos brillantes.

La apuesta de una segunda entrega se realizaba con cambios ya significativos, sería el director John Woo el director, lo que hacía preveer que la tensa intriga de la primera la perderíamos sin De Palma, pero la trama de acción, aunque difícil, aumentaría.

A ello se le añade una continuidad a Tom Cruise (que se hace con la saga como productor), una nueva y bella protagonista (era difícil que repitieran papeles principales anteriores) y una aparición, más de anécdota que de aportación, de Anthony Hopkins.

Una combinación que nos deja una película interesante para los que les guste el género de acción (la película no cae en demasiados tópicos y el guión no baja el ritmo), donde se pierde en profundidad e intriga, pero que gana de nuevo con cambios constantes (a veces bruscos) en la trama.

Con un guión simple (que parece que renace de la misma historia), se nos relata la triste realidad diaria de miles y miles de guionistas que intentan hacerse un hueco en este difícil mundo comercial, muchos a partir de la televisión para dar un posterior salto al cine que no resulta menos difícil que la complejidad que nos narra esta historia de supervivencia de una forma simple, cómica y efectiva para el espectador.

David Duchovny se mete muy bien en el papel de director comedido (comedido sin remedio si no desea el rechazo) y una Sigourney Weaver enorme, que en ocasiones llega a dar resplandores de aquel gran papel interpretado en "Armas de mujer" que la subió al éxito.

Película muy interesante al más estilo "Funny Games" (1997) donde la agonía y tortura durante más de la mitad del film nos hace en ocasiones retirar la vista por dolor propio e impacto, aunque no por la visión de los mismos (lo que es de agradecer).

Al igual que la película austriaca anteriormente mencionada (no de su remake) es una película en la que hay que estar bien informado antes de verla, ya que no es fácil de digerir en un imprevisto si no se conoce su trama o el tratamiento al espectador que se le da a la película (ya que el comienzo parece llevar a otro camino). No es la típica película que se escoja al azar en el videoclub porque "no hay otra" o se enganche uno a verla una vez iniciada en televisión (de cuya emisión dudo salvo en canales temáticos de pago).

Película realmente dura de agonía con una lectura bien distinta para los distintos sexos (pero igual de fuerte), donde hay que estar preparado para cualquier ocurrencia en el transcurso del guión.

Buena comedia británica con gran humor oculto al estilo de estos isleños (que saben utilizarlo como nadie), donde lo absurdo se mezcla con la realidad sin necesidad de forzar el guión y orientarlo indebidamente a una trama principal muy bien planteada y sin cabos sueltos.

Este film del año 2000, se nos plantea, tras bombardearnos en la década de los 90 con comedías románticas (de las que el 80% eran malas imitaciones de romances de películas Meg Ryan o Julia Roberts) cómo fabricar una película cómica sin que los protagonistas tengan que estar babeando a lo largo de 90-100 minutos en la pantalla y acaben de una forma absurda juntos e inseparables para siempre.

De alguna manera Nigel Cole realizó una película que sirvió de llave para abrir la puerta (de nuevo) a comedias sobresalientes con un guión cuidado y texto inteligente (no de carcajada fácil).

Una comedia que de haber sido americana, hubiese tenido un gran éxito a nivel de crítica, muy bien llevada por Brenda Blethyn (fantástica), lástima su poca popularidad.