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Bahrein Bahrein · Viva la revolución
Críticas de Maese Huvi
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
6
13 de octubre de 2008
48 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neil Jordan y Angela Carter (co-autora del guión, basado a su vez en un relato suyo) reinterpretan en esta película el cuento popular de Caperucita Roja. Es bien conocido que los cuentos de hadas son mucho más que simples fábulas y que contienen siempre una enseñanza para la vida que los niños han de interiorizar. De inocentes no tienen nada. Caperucita Roja es una alegoría del tránsito de la infancia a la pubertad, de la pérdida de la inocencia y el despertar a la sexualidad. “Caperucita Roja es una niña que ya lucha con los problemas de la pubertad, para lo que todavía no está preparada desde el punto de vista emocional, puesto que no ha vencido aún sus conflictos edípicos.” (Bruno Bettelheim: Psicoanálisis de los cuentos de hadas). Pero la película de Jordan no es una mera versión cinematográfica del cuento, sino que lo reinventa, añadiéndole elementos tomados de otros cuentos y mitos (el más evidente el del hombre lobo), así como añadidos sólo entendibles en el contexto de la modernidad, o tal vez deberíamos decir de la posmodernidad, pues el resultado es un pastiche (tan del gusto posmoderno) en plano estético tanto como en el narrativo, si bien a diferencia de otros productos similares tiene una coherencia interna dentro de su heterogeneidad y una calidad más que dignas.
Desde el punto de vista técnico la película es más que notable. Los escenarios, tenebrosos y mágicos, recrean bastante bien lo que podemos imaginar al leer o escuchar los viejos cuentos de hadas, ese ambiente onírico, opresivo y acogedor al mismo tiempo, que cambia según el tono del relato. A crear este ambiente contribuye la magnífica fotografía, muy colorista. Y hay que destacar también los efectos especiales, con una de las mejores transformaciones en hombre lobo del cine: creíble (hasta cierto punto, claro), bella y brutal, pero también sobria (al menos en comparación con lo que solemos estar acostumbrados en el cine licántropo, especialmente en los últimos tiempos).
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Maese Huvi
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9
9 de octubre de 2008
43 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hiroshima mon amour es una de las más grandes películas de todos los tiempos, construida sobre uno de los mejores guiones de la historia del cine. Y esa es una de sus claves: el soberbio guión, la palabra convertida en pilar. Pero no sólo la palabra, también la imagen que se une a ella y la eleva. Imagen y palabra, fotografía y poesía, tan frecuentemente separados o artificial y grotescamente ensamblados, se funden auténticamente para darse sentido mutuo y crear sobre las ruinas de un mundo que se descompone, retratando casi a la perfección esa descomposición (putrefacción) del mundo y de la vida, negados y reducidos al olvido.
Esa unión de imagen y palabra ese asemeja a la de la pareja protagonista, tan alejados uno del otro, pero también unidos por una experiencia lejana (en el plano espacial, temporal y de significado) pero que es y se siente común. Nevers-Hiroshima. Ya en el comienzo (quizás los quince minutos más demoledores, pero también más hermosos del cine) se intuye esa relación, cuando los amantes hablan mientras se suceden las imágenes de muerte: -“Tu no has visto nada de Hiroshima. Nada. -Lo he visto todo. Todo.” Ella ha vivido Hiroshima sin vivirlo. El acontecimiento que irrumpe e interrumpe la vida se da más allá de su explosión espectacular. Allí donde todo es dolor, soledad, allí donde la vida ha acabado y nace otra cosa. Algo que hay que exorcizar, cubrir de olvido no para seguir viviendo, sino para sobrevivir. Aquello que ni tan siquiera se puede nombrar. Una experiencia colectiva (Hiroshima) o individual (Nevers), pero que se igualan en el sentido de que quien la ha vivido no puede siquiera nombrarla. Y todo lo que acontece desde entonces es sólo una representación de lo que dejó de ser. Es la muerte perpetuada.
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Maese Huvi
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8
9 de abril de 2008
42 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suna no onna es una película compleja, con un clima asfixiante y claustrofóbico que va más allá de una lectura superficial: la de un hombre atrapado en un lugar en el que no quiere estar. Un hombre que pasa unos días buscando insectos en una zona desértica pierde el autobús de vuelta a la ciudad y es engañado por las gentes del lugar para pasar la noche en una casa situada en un pozo de arena. Para llegar a ella debe descender por una escalera. Allí vive sólo una mujer y pronto comprueba que no puede escapar al ser retirada la escalera. Los lugareños secuestran a foráneos y les obligan a vivir allí junto a las gentes del lugar para evitar el éxodo de los jóvenes a la ciudad. Se encuentra prisionero dentro de una cárcel de arena que se desmorona y le gana terreno a la casa poco a poco, pero de la que no parece posible escapar, aunque él no cesa de intentarlo.
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Maese Huvi
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8
15 de mayo de 2008
44 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yabu no naka no kuroneko (o Kuroneko a secas) es una película que se suele incluir dentro del género fántastico o de terror (género que tan bien se les da a los japos), pero va mucho más allá. Es una reflexión sobre temas como el amor, el perdón, la lealtad, la situación de la mujer o la violencia. Aunque aparezcan de forma sutil dentro de la trama misteriosa de la película, estos temas y la reflexión sobre ellos, recorren toda la película y son lo que la hace trascender por encima de la mayoría de las de su género.
La primera escena es magistral y nos introduce al peculiar mundo de Shindô, en el que el tiempo y el espacio tienen una relación y un ritmo distintos a los habituales. La película comienza con un plano en el que se ve llegar a un grupo de samurais a una casa en la que viven una mujer y su nuera, violándolas y asesinándolas, hechos que intuimos, pero que no llegamos a ver. Se evitan las imágenes truculentas de la violación y el asesinato, pero todo el horror de los hechos está ahí, reflejándose en los rostros grotescos de los samurais riendo mientras las mujeres son violadas.
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Maese Huvi
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4
2 de junio de 2008
45 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vente a Alemania, Pepe es uno de esos productos típicos del tardofranquismo que recoge el conflicto entre la sociedad tradicional española y la modernidad que empuja cada vez con más fuerza y a la que el propio franquismo ha de adaptarse, aunque esto llevase, paradójicamente, a su desaparición. Por supuesto hay un mirada conservadora (que es la oficial) que destaca los “peligros” y los problemas de esa modernidad, contraponiéndolos a las ventajas de la sencillez e inocencia de la vida tradicional y los valores del nacionalcatolicismo. La pretensión de la película no es desde luego deslizar una crítica, pero en ese conflicto se pueden hacer visibles algunas de las contradicciones que recorrían la sociedad española y que evidenciaban el conflicto entre la ideología del franquismo y la de necesidad de cambios para que lo fundamental (la salvaguarda del capitalismo) permaneciese.
Ese conflicto es el núcleo de la película, pero aparece (como no podría ser de otra forma) reducido a lo más anecdótico y banal. Su objetivo no es otro que minimizar el impacto de esa inevitable modernización, atenuándola, matizándola y llevándola allí donde el choque es meramente figurado y no puede ir más allá poniéndola en quiebra. Es un reflejo de la gran operación desarrollista de los tecnócratas que, al tiempo que impulsaban la transformación de la sociedad contenían, enmascaraban y contrarrestaban aquello potencialmente peligroso para el Estado franquista y para el futuro del orden socio-político que podía surgir de ese choque. No es casualidad que el destape surja en estos años. Un par de tetas no escandalizan a nadie más que a cuatro beatas y a los curas, pero la reflexión crítica sobre la sexualidad puede trastocar muchas cosas especialmente en una sociedad tan inestable como la española de aquella época. Era preciso contrarrestar ese peligro con algo banal pero aparentemente rupturista como fue ver por primera vez en una pantalla de cine unos muslos o una teta de una actriz española.
El tema central de la película es la emigración de españolitos a Europa. Yendo más allá de lo evidente, del humor fácil y tópico y de las pretensiones del director y del guionista se pueden comprender algunos de los factores conflictivos que intervenían en ella y contrastarlos con el momento actual en el que hemos pasado de ser los “hermanos pobres” a formar parte de la elite de países ricos y recoger la inmigración de otros países. Hay que destacar el choque entre la visión que todos los inmigrantes tienen de la sociedad de acogida antes de emprender su odisea y la realidad que les espera. Esta visión distorsionada es favorecida por aquellos que regresan y que cuentan las supuestas maravillas del mundo al que huyeron para esconder la miseria en la que viven, su frustración y su soledad. Aunque todo esto se reduce en la película a la mera morriña de España, de sus embutidos y de su vino.
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Maese Huvi
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