Regálense esta película tanto si les gusta el cine de autor o las películas de Steven Seagle, tanto si estan en un día bueno o atravesando la mayor de las crisis. Háganlo porque no les dejará impasibles; es divertida, tierna e ingeniosa.
Analizar esta película es tan dificil como fácil es verla. Los motivos, sin embargo son los mismos. Es muy honesta, huye de todos los géneros y por eso está contiagiada por todos. Es argentina, y como todo lo argentino ingenioso. En ciertos momentos te pones a pensar: ¿cómo carajo se le habrá ocurrido decir eso? Lo divertido no está reñido con lo inteligente, aunque a muchos productores se les olvide constantemente. Los diálogos están muy conseguidos porque rezuman espontaneidad, gracias, claro está, a las estupendas interpretaciones, que hacen interesante a todos y cada uno de los personajes de la trama.
El ritmo es uno de los fuertes. En gran parte porque te transporta de lo cómico a lo dramático a través de una historia de amor, que se desarrolló gracias a un thriller policiaco con final terrorífico que te pone los pelos de punta. Y siempre aprovechando para meterse un poco con la propia Argentina, ¿será autocrítica? No lo creo.
En definitiva, ya que los festivales se olvidan de premiar estas películas por no se qué desconocidas razones, nos toca a nosotros premiarla yendo al cine, y de paso vemos este peliculón.

A veces los espectadores no valoramos las óperas primas como se merecen. Lo hacemos a diario con futbolistas y camareros, tanto para elogiarlos como para disculparlos, pero no lo hacemos con los directores de cine, quizá porque ni nos interesa, ni porque ni siquiera lo sabemos.
Ahora bien, muchas primeras películas son soberbias y después de eso sus autores fracasan de por vida. Puede que sea porque hacen la película de su vida, con la que llevan soñando tanto tiempo que se la saben de memoria incluso antes de rodarla.
No sabemos si este será el caso, pero desde luego la película es muy personal. Está, bien es cierto, contagiada de un estilo Kusturica de inevitable comparación, desde los propios personajes hasta la misma música. Pero esta película, a diferencia de las de Kusturica (que es más espontáneo y sincero) está muy cuidada desde el punto de vista fílmico.
Cada elemento de esta película está diseñado para emocionarte desde el punto de vista que el autor quiere. A mí, personalmente sí que me emocinó.
Además de todo esto, la película es excéntrica por sí sola. Todos los personajes son extraños, inquietantes desde un punto de vista psicológico, y sobre todo muy diferentes entre sí. Lo mejor de la película es ver cómo se relacionan y cómo se van descubriendo los unos a los otros y a sí mismos.
De todas formas, creo que puede ser muy querida, o muy odiada.

Trabajadísima película con excelentes resultados sobre todo a nivel interpretativo. La historia podría considerarse una precuela argumentativa de American Beaty pero quizá sea en Revolutionary Road donde encontremos las causas -y no las consecuencias- del fracaso de muchos matrimonios y aspiraciones personales. La vida se les escapa entre sus manos -sin pena ni gloria- a una pareja joven y ambiciosa que se da cuenta un día que son tan difentes al resto como todos las demás.
Las interpretaciones de los actores son dignas de poner como ejemplo en todas las escuelas de interpretación. No es necesario ni siquiera que hablen en muchos momentos, simplemente sabemos lo que están pensando, involucrándonos de esa manera mucho más en la historia y permitiéndonos sacar nuestras propias conclusiones escena a escena. Se dejan leer tan bien entre líneas -pero tan sutilmente- que incluso cuando se mienten entre ellos el espectador lo percibe.
Una película con muchísima fuerza que merece ser vista en versión original -si cabe más que las demás-.