Tenemos una obra en la que nuestro héroe, que no tiene nombre, se enfrenta a una épica lucha contra el mal en la que tiene que conseguir algo que no parece tener relevancia en la trama, conoce a Robert Pattinson, que por cierto; se llama Neill, y se hace amigo de Elizabeth Debicki, en un principio para hacer avanzar el relato, ¿No?

Existe un futuro apocalíptico desde el que saben trucar armas para que funcionen invertidas en el tiempo. Lo curioso es que el hecho de que las armas estén invertidas no cambia para nada su finalidad. Hay pinzas temporales, efectos visuales alucinantes, un relato que funciona como si tuviera la forma de un reloj de arena, una soberbia dirección de Christopher Nolan y…
unos personajes aburridos, una falta de explicación inmensa para una película tan grande y un clímax épico que termina por no importarme dada la falta de carisma de los personajes. Vamos a ver, John David Washington ve un arma invertida y su reacción de sorpresa o asombro es mínima.
Robert Pattinson sí es más carismático, y desde luego ya le podéis perdonar por “Crepúsculo”.

La idea principal y central de la trama me parece soberbia, el problema es que creo que o a Nolan se le va la mano con el guión o se pilla los dedos argumentalmente.
Los personajes no saben lo que está sucediendo, y aún así lo aceptan todo con la pasmosa normalidad con la que yo puedo aceptar que se me ha escapado el tren al acudir a mi trabajo.
Hay una trama sobre un cuadro de Goya que termina pareciendo irrelevante…

Sinceramente, creo que Nolan imprimió una brillante visión en “Memento” y “Origen”, pero aquí se le fue tanto de las manos que ni él mismo terminó sabiendo lo que quería, y el resultado es una película de 6.
Se puede ver, pero aporta poco y llena menos.

Cuando yo tenía 10 años, vino a parar a mi casa una cinta llamada “El secreto del castillo”.
Yo no sabía que era una segunda parte, pero la portada me recordaba mucho a la de una película que había en casa de mi abuela. ¿Cual era esa película? Obviamente “La princesa cisne”.
Así que éste fue uno de esos casos en los que vi la segunda parte antes que la primera. Afortunadamente cuando vi la primera, me puse al día enseguida, y me gustó más que ésta.
Especialmente por su doblaje, porque si bien hay que reconocer que en ésta segunda entrega, contamos con voces como la de José Luis Gil, la primera es superior en cuanto a reparto completo.

Sobre “El secreto del castillo” puedo decir que es una película familiar de aventuras, de esas directas al mercado doméstico que se popularizaron tanto en los 90.
La excusa para volver a traer al príncipe Derek, a la princesa Odette y a nuestros amigos Veloz, Puffin, Jean-Bob y compañía, es que ha aparecido un nuevo hechicero malvado en el Reino y está provocando muchos incendios; éste hombre es el anciano Clavius, que al parecer era amigo de Rothbart y se sintió traicionado por él por no haberle dado a conocer algunos secretos de las artes prohibidas.
Derek inicia una investigación sobre los incendios que le mantendrá muy ocupado, a tal punto que Clavius secuestrará a su madre para experimentar magia con ella y poder hacerse con el control de la nación.

“El secreto del castillo” es más infantil y sosa que su predecesora (Especialmente en el ámbito musical), pero no diría que llega a ser cargante, así que en ese sentido, estoy contento.
La animación sigue cuidada, y en general es mejor que muchas de las secuelas directas a vídeo que suele hacer Disney.
Y eso ya debería ser un gran halago para Richard Rich. No sé si suficiente como para justificar una segunda parte, pero desde luego mucho más que para justificar todas las secuelas que vinieron después, especialmente después de la tercera, que comparada con sus sucesoras, todavía entra dentro de lo pasable.

“La princesa cisne” se estrenó a principios de los 90, y nació con la maldición de vivir a en cines a la sombra de “El Rey León”.
Y a pesar de que el director de éste film fue un veterano animador y director de distintas películas de la compañía Disney.
Su debut como director en su propia productora fue precisamente “La princesa cisne”; una cinta que pese a beber mucho de Disney, posee una personalidad propia que la hace bastante diferente a muchas otras, pero supongo que Richard Rich debió escuchar algo como ésto en su día y le parecería que había reinventado la rueda, porque al margen de “El cisne mudito” y “Alpha y Omega”, éste hombre ha estado viviendo de “La princesa cisne” durante al menos 28 años.
Y no me malinterpretéis, “La princesa cisne” es una obra notable, pero no da para exprimirla tanto. Aunque lo cierto es que otra saga que ha sido exprimida hasta el hartazgo; “En Busca del Valle Encantado”, sí daba para ofrecer distintas posibilidades al espectador, y después de trece secuelas, se limitan a hacer lo mismo una y otra vez, con contadas excepciones.

Ahora vamos a lo importante; ¿De qué trata “La princesa cisne”? Podríamos decir que trata acerca de la alianza política de dos reímos a través de una unión.
El rey William, del reino A (No, no dicen el nombre del territorio en ningún momento), y la reina viuda Uberta del reino B, deciden casar a la princesa Odette, hija de William, con el príncipe Derek, hijo de Uberta.
Y aunque en un principio, los intentos de los monarcas no van demasiado bien, todo cambia cuando nuestros jóvenes héroes alcanzan la adolescencia.
Empezamos con una trama que parece casi de “Juego de Tronos”, porque a los jóvenes nunca les preguntaron qué deseaban. ¿Y si a Derek no le hubiese gustado Odette?, ¿Y si Odette hubiera sido lesbiana?, ¿Y si Odette se hubiera enamorado de Bromley? En fin, un montón de posibilidades que nunca hemos contemplado.
Pero por si esa trama no es suficiente, vamos a añadir a un espectacular villano con motivaciones claras, pero métodos extraños llamado Rothbart, el malvado más divertido y autocrítico que he visto en muchos años.
Y entre los secundarios hay que destacar a la rana Jean-Bob, al pájaro Puffin y a mi personaje favorito del film; la simpática tortuga Lorenzo Pisalento, o Veloz, como le llaman sus amigos.

En general, la cinta funcionaría bien si no fuera porque el eje central de la misma, el romance entre Derek y Odette no resulta nada convincente, y a diferencia de romances de Disney, ellos se conocen desde la infancia, lo que tiene más delito todavía.
Y lo peor es que las dos secuelas que yo he visto (Hay siete más), se apoyan excesivamente en ese pilar.
Pero no vamos a quejarnos más, tenemos la preciosa canción “Hasta el final del mundo”, una animación bonita y fluida y una duración adecuada.
6/10.

Guy Pearce se desata en este cortometraje, que no fue otra cosa que un spin-off y reclamo comercial de una de las grandes promesas cinematográficas del 2012; “Prometheus” de Ridley Scott.
Una película que prometía ser un regreso al universo de “Alien” en forma de precuela/spin-off.

“Prometheus” es una cinta muy coral, por tanto éste cortometraje es la presentación directa de uno de los personajes más emblemáticos y ambiciosos de la película; el arrogante, elegante y codicioso Peter Weyland.
¿Se ve algo de éste Peter Weyland en la cinta? Muy poco.
De hecho, Peter Weyland, tal como aparece en este cortometraje, únicamente aparece en el prólogo de “Alien: Covenant”.
Desde luego, el personaje deja mucho más claras sus motivaciones aquí que en la propia “Prometheus”.

Para quiénes vivimos éstos hechos en mayor o menor medida, para quienes vivimos cerca de Madrid, y especialmente para las víctimas del terrorismo, tanto de los atentados del 11 de marzo de 2004, como para los afectados por ésta terrible tragedia y otras de ésta índole.
Hay quién ha visto tendencias políticas en este documental, pero sinceramente bastante mal se gestionó este ataque por parte del gobierno en su día, sobre todo teniendo en cuenta que ese mismo fin de semana iba a haber elecciones, y según las encuesta, el partido del gobierno ganaba de calle.
Afortunadamente, el documental ofrece distintos puntos de vista y trata de indagar en como sucedieron los hechos que transcurrieron entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, en cuales fueron los aciertos y los errores de la gestión.
Tal y como dice Iñaki Gabilondo, es absolutamente impresionante comprobar cómo España entera permaneció profundamente unida ante la tragedia para convertirse en un país enormemente dividido a los pocos días.

El documental aborda especialmente de cerca la tragedia vivida por los familiares de las víctimas, y eso es lo más trágico, duro e interesante.