Un melodrama en toda regla. Una historia de amor con tintes de suspense en la que casi no podemos creer el final.
Interesante sobretodo las preciosas imágenes de Venecia y los magníficos interiores de las villas: con las paredes llenas de los frescos en trampantojo, los muebles y el atrezzo. Todo ello en una gama de colores en la que no destaca uno por encima de otro. Unos colores suaves y armoniosos que nos transportan a la atmósfera veneciana, donde los colores se funden y las líneas y los contornos se disipan. Parece un cuadro toda ella; un cuadro pintado por el maestro Luchino Visconti.
Una película a la que, si fuera un adjetivo, sería bella.

Otra genialidad en blanco y negro del maestro Hitchcock en la que de nuevo nos mantiene atrapados hasta el mismo final sin apartar la vista ni un segundo de la pantalla, donde cada detalle es tan significativo como la propia historia.
Se observan grandes contrastes de luces y sombras, así como una arquitectura y unos decorados, destacando en este sentido al enorme escalera de caracol, cercanos al expresionismo alemán y al cine negro. Este aspecto le otorga un ambiente perfecto a todo el film, dándole un tono terrorífico y misterioso a la vez muy propio para la historia que nos está contando.
Gran actuación de Joan Fontaine y de Cary Grant, del cual se llega a sospechar tanto, o más, que la propia protagonista, aunque siempre dentro de su tono cómico tan característico.
Siendo una película de su etapa norteameriacana, mantiene los toques característicos de la sociedad inglesa como el gusto por el crimen y los asesinatos, aspecto muy bien encarnado por la escritora, su hermano el forense y por el propio Cary Grant.
Algo de todo ésto volverá a repetirse veinte años después en Extraños en un tren: tanto la influencia del expresionismo alemán como el gusto inglés por el crimen. Sin duda, dos películas memorables.

El título nos hace pensar en una película típicamente hiychcockniana, ya que nada caracteriza más a sus films que el tema del falso culpable. Sin embargo, Hitchcock se nos presenta aquí de forma algo distinta.
El formato en blanco y negro ya nos introduce en un mundo gris y desesperazado, donde cada segundo supera al anterior en pesimismo. A ésto se añade la actitud del protagonista, al que da vida un excelente Henry Fonda que sabe captar por completo la atmósfera del film; y la de su esposa. Un matrimonio feliz que ve como todo cambia en un instante. Y ese cambio lo estamos viviendo desde la subjetividad de los personajes y de la cámara, que se convierte en un personaje más, mostrando planos y puntos de vista impresionantes, algunos de los cuales crean un antecedente de lo que dos años más tarde será "Vertigo".
Una huella de la vida del director es la dosis de religiosidad que introduce durante todo el film, ya sea mediante el rosario que lleva continuamente el protagonista o, más explícitamente, en la oración final frente a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Quizás, la película más triste de Hitchcock, pero con la que consigue introducirnos en el mundo de ese falso culpable que tanto y tanto le interesa. De esta forma quizás podamos comprender mejor el resto de sus peliculas.

En mi opinión, es de lo más flojo de Hitchcock, aunque quizás influya el haber visto antes el remake, por otra parte, fabuloso. En este primer intento no llega, ni mucho menos, a dejarnos pasmados ante la pantalla, como consigue con sus otros films. Ni la trama, ni los personajes, ni las actuaciones, ni el ambiente, ni el suspense...me parecen tan conseguidos, en primer lugar, como en sus películas de la etapa británica y, en segundo lugar, como en el remake.

No deja de tener escenas interesantes, como al del Albert Hall, donde se observan detalles que luego copiará al milímetro en el remake. También aquí recurre al cine mudo para dar tensión al momento, aunque, como todo, me pareció mejor en la posterior.

Aun así, siempre es interesante ver la progresión de este magnífico cineasta que, como todo el mundo, ha tenido sus más y sus menos.

De nuevo Hitchcock nos deja una película que, aunque algo diferente a lo que nos tiene acostumbrados, vuelve al tema del falso culpable y hace gala de ese detallismo y esa sutilidad de la que el director es ya un maestro.
Recurre a su método favorito de asesinato, pero de una forma mucho más explícita y agresiva, haciendo de este "malo" uno de los más brutales de su filmografía, aunque no sin ciertos momentos de torpeza y descuido en su proceder. Por contra, el falso culpable no consigue transmitir del todo el agobio de otros hombres que ya vimos en su mismo papel, dando aveces incluso una leve sensación de pasividad ante su situación.
Es interesante la relación entre comida y sexo, a la que se hace alusión continuamente durante toda la película: el mismo asesino trabaja con la fruta, se desenvuelve entre fruta y verdura en algunos de sus crímenes, grita la palabra "delicioso" varias veces durante el acto y su primer gesto tras cada asesinato es comerse una manzana (símbolo del pecado original); las cómicas y satíricas escenas del matrimonio y la "alta cocina francesa"; o el continuo movimiento de cajas y camiones de fruta y verdura que se da a cada momento, donde muchos de los productos no son otra cosa que zanahorias, pepinos, manzanas...todo ello se combina con una recurrente atención al desnudo femenino, algo que no se había podido hacer en sus otros films debido, entre otras cosas, a la censura de la época.
En general, otra buena película de Hitchcock aunque, en mi opinión, no de las mejores.