La película la he visto entera dos veces, siendo innumerables la veces que he visto partes sueltas. Y es que me he quedado enganchado a Hedwig y su pulgada enfadada, musical friki, apabullante y visualmente impecable, con una banda sonora genial, compuesta por Stephen Trask, músico totalmente desconocido para mí. Argumento ahora divertido, ahora desgarrador, echando mano de la metafísica y el realismo mágico para trasladarnos el drama de un transexual ultrajado en todos los sentidos y en busca de su mitad perdida.

No paséis por alto la oportunidad de verla, y disfrutar de sus muchos momentos mágicos, el inicio con "Tear me Down" y el apoteósico final de "Midnight Radio", por poner un par de ejemplos.

A modo de curiosidad, comentar que el mencionado compositor Stephen Trask es el guitarrista/coros que siempre está a la derecha de Hedwig, y que Yitzhak, el de la barba y el pañuelo en la cabeza que le hace los coros, es en realidad una actriz llamada Miriam Shor.

Supongo que si has llegado a esta crítica es porque has leído alguna más. Pues no tengo nada que añadir a críticas con una valoración similar a esta, es decir calificaciones de una o dos estrellas. Me he aburrido viendo esta película como no lo hacía en años, y lo que me fastidia es la apariencia de obra seria e impactante que a priori posee, precisamente lo que hace que uno acuda al visionado con la idea de ver una buena sesión de cine negro.

El argumento (?) es denso y embrollonado, pero no por ello hipnótico y envolvente. Bueno, hipnótico sí, al menos si entendemos como tal la capacidad de un producto para dejar KO a quien lo consuma. Nunca terminas de enterarte de qué va la cosa realmente. Intentas comprender las reacciones de los protagonistas, pero son todas tan fuera de lugar que terminan por parecerte ridículas. Parece increíble que Josh Hartnett no pueda cambiar de semblante en toda la película, que Aaron Eckhart tenga un papel tan poco creíble. ¿Y lo del combate de boxeo inicial, qué leches aporta a la historia? ¿No está la Johansson "un poco" desaprovechada, siempre metida en esa casa?... Sigo con los depropósitos más abajo.

Tiene su gracia hacia la mitad, diría yo. Distraidilla, se podría concluir en cuanto a su primera media hora, a pesar de que el argumento resbala desde casi el comienzo. Luego se desmadra de mala manera y la descomposición llega demasiado pronto, pensando que hay una segunda parte cuyo avance (que sale al final entre los créditos) no hace sino alejar al potencial espectador.

Un bodrio.

No tiene desperdicio esta historia de gangsters metidos a guionistas y mánagers de teatro. El guión es inteligente y divertido, y te hace estar pendiente de cuál va a ser la próxima genialidad. Todas las interpretaciones son sobresalientes, aunque me quedo con la de Dianne Wiest en el papel de antigua gloria que sobreactúa hasta en el baño. John Cusack no lo podría hacer mejor, pero tengo la sensación de que ese papel le habría venido como anillo al dedo al mismo Allen. ¿Os lo imagináis intentando controlar la situación mientras el gangster clava una y otra vez el guión?

Quizá sea el final lo menos bueno, pues en mi opinión no está a la altura de brillantez del resto del film. Con todo, se trata de un gran trabajo de Allen. Y van...

Es curioso cómo una película que no se despega un ápice de lo habitual en su estilo -que no valoro mucho, dicho sea de paso-, ha conseguido llamar mi atención en algunos aspectos y con unos detallitos, que comento más abajo por aquello del "no me la cuentes" y tal.