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Críticas de Cinéfilo de mierda
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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“En realidad, nunca estuviste aquí” es la nueva obra de la directora Lynne Ramsay, y protagonizada por Joaquin Phoenix. Di con ella por la casualidad más absoluta y sin esperar absolutamente nada, pero su visionado me ha resultado grato, refrescante y agradable. No os dejéis engañar –por mí-: no son términos que definan la obra ni las sensaciones que provoca, pero me gusta ver propuestas que sean capaces de aportar un punto de vista novedoso a una historia que puede recordarnos a otras tantas historias. Pero vayamos por partes.
Esta película narra la historia de Joe, un veterano de guerra con un trabajo muy peculiar. Sus similitudes con “Drive” –anterior película que vi, y cuya reseña podéis buscar por ahí- comienzan ahí: con una trama bastante simple que se sustenta, si hablamos solo de guion, en sus personajes. Aquí la cosa recae principalmente en el protagonista, que aunque no sería el alma de la fiesta, está construido con inteligencia e interpretado con maestría. Phoenix es el dueño y señor del relato; y son sus miedos, sus traumas y su estabilidad mental, el centro de la narración y del argumento. En ese sentido, hay que aplaudir que la dirección de Ramsay no se haya centrado en endiosar al protagonista, pues es un vicio en que resulta fácil caer en propuestas de este tipo.
Pero no es el único acierto de la directora, que demuestra sobradamente que sabe lo que hace y que domina a la perfección su terreno y su historia. Ella se encarga de utilizar todos los recursos posibles para retratar correctamente la compleja psique de Joe, y mola bastante ver cómo todos los elementos actúan en consonancia. El plano, el color, el sonido –este campo es especialmente ESPECTACULAR-, el tempo… Ramsay exprime sus posibilidades con sabiduría, y se reafirma como una verdadera artista del audiovisual. Si es cierto que, en este juego tan curioso que se monta, existen momentos en los que se le ve venir de lejos, en los que sus intenciones se vuelven demasiado explícitas; pero prefiero que ocurra eso a que narrativamente sea PLANA.
Por otro lado, quizá se le ha ido de la mano el ritmo. Salvo determinados momentos, “En realidad nunca estuviste aquí” es una película algo lenta, y eso la vuelve ligeramente pesada. Estas sensaciones tienen lugar principalmente durante su planteamiento, pues el tiempo transcurrido y la información mostrada no están bien gestionados: se suceden un buen número de escenas muy pausadas que –aunque lo parezcan- no son baladí, y si contamos con que el gran detonante del relato no llega hasta los 40 minutos, obtenemos una película que tarda en arrancar.
El resto de departamentos artísticos no desentonan, y construyen un universo muy visual y repleto de contrastes, brillantemente recreado y cohesionado. Es importante el trabajo en vestuario, que reinventa el estereotipo de justiciero urbano alejando de él toda clase de glamour, chulería o atractivo. A Phoenix, en esta obra, da pena verle –aunque creo que ocurre algo parecido en “María Magdalena”, y hace de Jesucristo…
En conjunto, y por ir concluyendo, “En realidad, nunca estuviste aquí” es un regalo que debemos apreciar. Cuenta con escenas y planos que se quedarán grabados en vuestra retina por su brillante ejecución, y aunque no persigue conmovernos ni revelarnos el PUTO significado de la existencia, sí que consigue que suspiremos aliviados por no conformarse con el camino más seguro para contar una historia.
Cinéfilo de mierda
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6
7 de enero de 2018
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Charlie Brooker se le acaban las ideas. La sensación al ver este capítulo es la de haberlo visto anteriormente, la de recorrer caminos conocidos o caminos que nos evocan a caminos que ya hemos visitado. Es cierto que se atreve con una temática que hasta el momento no había explorado, la sobreprotección paternal, pero la historia se encuentra bajo las mismas estructuras que nos cautivaron en capítulos como "Tu historia completa" o "Blanca navidad". Bajo su obsesión de impactar mediante el catastrofismo del que suelen hacer gala sus desenlaces, Brooker olvida su planteamiento y su coherencia; hablándonos otra vez de la falta de privacidad, de la desconfianza, de la vigilancia excesiva... Todo suena redundante, e incluso tópico, y su tema central se acaba diluyendo al ser tratado -sin demasiada profundidad- durante el comienzo de la obra.

Uno de los motivos, a mi parecer, es la comodidad que te supone que Jodie Foster sea la directora. "Arkangel" atrajo con rapidez el interés del público, y de no haber sido por ella posiblemente estaríamos hablando de un capítulo muchísimo menos atractivo. Pero con mis palabras no quiero desmerecer su trabajo: este episodio cuenta con una dirección bastante sólida a la que no se le pueden poner demasiadas pegas. Quizá destacaría -para mal- el tono "académico" con el que cuenta, que tras los alardes que se pueden ver en otras series británicas me parece bajar bastante el listón. En los momentos tensos, la camara se mueve con rapidez y busca mostrar frenetismo, en los momentos pausados se encuentra siempre bien ubicada en planos que no cuentan mucho más de lo que se puede ver en un primer vistazo. No hay grandes momentos, se trata de una dirección invisible centrada en el trabajo de las actrices, posiblemente algo contenida por el temor a la experimentación y a nuevos puntos de vista, pero lo suficientemente inteligente como para no resultar chirriante.

Posiblemente otro de los fallos de "Arkangel" sea su falta de estética. Dicho de otro modo, es un episodio muy feo. No me gusta pasarme de superficial, pero a nivel visual tenemos una imagen monótona y aburrida, con tonalidades logeramente apagadas, entornos de interés nulo y una dirección artística que parece casi ausente. Al igual que otros departamentos, el conjunto es cumplidor pero se queda muy lejos de resultar notable. No ocurre lo mismo con el vestuario, que sí parece querer contar algo de los personajes a costa de cumplir con los ferreos cánones con los que contamos hoy día en ese apartado.

En resumidas cuentas, la mediocre ambientación, la mediocre dirección y la mediocre y poco inspirada historia dan lugar a un capítulo mediocre, en el que si tan solo uno de los mencionados elementos hubiesen querido destacar podrían haberlo hecho más interesante. Ahora bien: su visionado no es un suplicio y sabe mantener el ritmo y dedicarle el tiempo adecuado a cada una de las situaciones que plantea, por lo que quizá no es mala idea cambiar el término "mediocre" por "cumplidor".
Cinéfilo de mierda
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9
25 de septiembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reseñar una obra tan mítica como "Bram Stoker's Dracula" se me hace bola. No creo que pueda decir nada nuevo de ella, no encuentro palabras que le hagan justicia y no tengo claro que mi vocabulario cuente con ellas. Esta película es una genialidad, segundo tras segundo; y solo puedo recomendar muy fuerte a todo el mundo que corra a descubrirla o a reencontrarse con ella.
La idea es que Keanu Reeves interpreta a un agente inmobiliario que debe viajar a Transilvania para formalizar la compra de varios terrenos por parte de un... Excéntrico personaje: el conde Drácula. Este tipejo tenebroso cogerá una fijación extraña por su prometida, interpretada por Winona Ryder, y hará lo imposible por conquistarla. Se crea poco a poco una de esas historias de elementos precisos, en la que todo funciona a la perfección y se conjuga para contarnos una narración que crea escuela.
La cosa empieza como una extraña historia de terror. El protagonista se introduce, por voluntad propia, en la boca del lobo, y es testigo de los terroríficos poderes de su anfitrión. Coppola recrea una ambientación única, en la que todo se mueve con una coherencia inquietante, demostrando que nos encontramos ante un verdadero genio a la hora de infundir terror. Sombras sin origen, alteración de la gravedad, el tenebrismo y la decoración sobrecargada… esos primeros minutos en el interior del castillo son oro puro, breves pero muy funcionales. Por suerte, la intensidad no decae a lo largo del metraje; y aunque cambiaremos de ambientación y se moverán las fichas del tablero, la partida seguirá siendo igual de interesante.
De esta forma, el terror irá transformándose en una de las historias de amor más profundas que he visto, mostrando su verdadera esencia. Drácula es el eterno enamorado, el castigado a vagar torturado por el mundo sin poder reencontrarse con su amada. Coppola se adhiere a las clásicas fases del cine romántico: los primeros acercamientos, la consumación… pero lo alterna con tramas que nos recuerdan que estamos ante una película sobre el señor de las tinieblas: desde la trama de Van Helsin al escape del castillo. Se logra un equilibrio terrorífico e inverosímil, difícilmente imitable; promovido por una banda sonora capaz de ser profundamente oscura y, seguidamente, triste y melancólica.
Me llamó muy fuerte la atención la amplia variedad de recursos de la que hace gala su director. Dobles exposiciones, alegorías, un dominio TOTAL del lenguaje cinematográfico, un uso simbólico del color… “Bram Stoker’s Dracula” es un catálogo de efectos para contar una historia, una muestra de cómo poner la narrativa al servicio de la narración. Coppola se puede colocar el cartel de PUTO GENIO -si no lo había hecho ya…
Es cierto que no estoy super a favor de ciertas ideas principales de la obra, PERO no puedo criticar algo tan bien mostrado y expuesto. Esta película es una genialidad, de principio a fin. Joder, es que estoy implosionando, os lo juro. Espero poder hacerle justicia algun día.
Cinéfilo de mierda
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6
12 de abril de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Farenheit 451” es una obra de 1966 dirigida por Truffaut. Se basa en la novela homónima de Ray Bradbury, adscrita en ese extraño e interesante género que son las novelas distópicas. Aquí la cosa es que los bomberos se dedican a quemar libros, y que los lectores son perseguidos como criminales. Pero uno de estos bomberos, Montag, violará la ley y se interesará por todas esas historias que ha destruido.
Este planteamiento tan de película conspiranoica en el que el protagonista se rebela contra el régimen establecido sufre una vuelta de tuerca interesante. “Farenheit 451” es una obra intimista, casi cotidiana, y su discurso se centra más en la relación de Montag con su mujer y en los efectos individuales que podrían derivar de la ausencia de literatura. Actúa más como una especie de retrato costumbrista que como un thriller o una epopeya. En un principio lo achaqué a la juventud del género, peeeero existen propuestas previas que comparten muchas más similitudes con la ciencia ficción actual –“Metrópolis”, sin ir más lejos-. Aun así, creo que “Farenheit 451” es interesante como muestra de ciencia ficción “primitiva”, alejada de todos esos estándares que la homogenizan hoy día.
Eso sí, la trama no se libra de algunos de ellos. Tenemos la muestra de fuerza inicial por parte de los malos, la persecución -por la que doy gracias por los avances en VFX-, el jefe agresivo, el topicazo de “los rebeldes son los buenos”… sin embargo, el marco exterior y el resto de elementos que forman la ecuación garantizan que parezcan diferente. Los diálogos, sin ir más lejos, que son muy precisos -y escasos- y huyen de soltarnos frases pseudofilosóficas por encima de sus posibilidades. Merecen un aplauso doble, ya que saben representar los problemas de los personajes sin resultar excesivamente obvios -y os aseguro que es todo un reto mostrar que su capacidad de memorización está mermada, por ejemplo.
Por otro lado, posiblemente nos encontremos ante la PELÍCULA MÁS FEA DE LA PUTA HISTORIA. En serio, joder, es más fea que pegarle a un padre, de verdad. Puedo llegar a entender que el señor Ridley Scott aún no había llegado a revolucionar el género, y que el señor Truffaut no era un ejemplo de derroche ni gran amigo de las super producciones, E INCLUSO que el entorno elegido ayuda a potenciar el tono de la obra, resultando mucho más cercano a nuestros días que otros ejemplos como “Blade Runner” o “Minority Report”; pero eso no justifica el caótico uso del color, el antiestético rojo, su vestuario -que parece más propio de una agrupación de carnaval cutre- o la pobrísima dirección de arte. Ver a los bomberos en su camión de bomberos DA PUTA PENA, la escalerita en la que bajan de ese extraño monorraíl parece que está hecha de plástico y que se la va a llevar el viento, y muchos escenarios están tan sumamente vacíos que huelen a falsos exteriores que tiran para atrás. Y no es solo una cuestión de antigüedad: es pura dejadez. Ya solo el diseño de los elementos que usan para cercar las hogueras es un sinsentido para aquella época.
La dirección, por su parte, cuenta con el buen gusto del cine francés. Su ritmo no es adecuado para todos los espectadores, pero es una delicia para aquellos que disfrutan de un cine sin prisas y bien ejecutado. Me llama la atención la impecable gestión del espacio escénico, muy inspirada en el movimiento teatral, pero muy efectiva. Se unen a la fórmula un conjunto de DELICIOSOS golpes de efecto propios del cine clásico y un montaje que se permite ciertos juegos curiosos. En conjunto, la obra sabe transmitir la frialdad de su universo con maestría, incluso contando con que los tonos cálidos son protagonistas en gran parte de las localizaciones.
He visto esta obra por el buen recuerdo que tenía de ella, y por el trailer de su próximo remake. Éste me dejó algo indignado: parece un producto insulso, genérico, deudor del resto de incursiones en el género. Suelo ser muy escéptico con los remakes, pero “Farenheit 451” lo necesita. Aunque la obra del 66 no es una mala película ni ha envejecido excesivamente mal, necesita una actualización estética y puede dar mucho de sí a nivel discursivo. Estoy seguro de que no va a lograr ninguna de esas cosas, pero lo necesita.
Cinéfilo de mierda
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Fresh Guacamole (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2012
6,3
3.262
Animación
7
1 de agosto de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía ganas de hacerle una crítica al uso, peeeeero ya que tiene página de FilmAffinity y que no tengo mucho tiempo libre, quizá no es mala idea escribir una reseñita…
“Fresh Guacamole” es un corto de PES, un animador estadounidense llamado Adam Pesapane. El tipo está especializado en una técnica conocida como stop-motion, que consiste en simular el movimiento de objetos inanimados mediante un conjunto de imágenes sucesivas. Básicamente como lo hace el cine, pero más tosco…
PES ha sabido destacar dentro de este campo, e incluso en su primer cortometraje (“Dog’s of war”, de 1998) podemos ya podemos distinguir elementos recurrentes en toda su obra, además de un humor socarrón y ligeramente negro. El que nos ocupa, “Fresh Guacamole”, forma parte de una trilogía centrada en la cocina, acompañado de “Submarine Sandwich” y “Western Spaghetti”; pero se puede considerar especial por haber sido nominado en los Premios Oscar como Mejor Cortometraje de Animación, y vencido nada más y nada menos que por “Paperman”.
Si miramos toda su filmografía, veremos que “Fresh Guacamole” NO es su cortometraje más redondo. Como concepto, el desvergonzado “Roof Sex” me resultó más satisfactorio, el ejercicio de animación realizado en “Game Over” es digno de aplauso –fijaos en como capta las animaciones de cada videojuego…-, el diseño de producción de “Submarine Sandwich” está más trabajado, el trabajo de sonido de “The Deep” nos trasporta instantáneamente a las profundidades del océano y la elegancia y la potencia visual de “Black Gold” JAMÁS podrá ser superada.
Sin embargo, de vez en cuando, cada tres meses o así, le doy una vuelta a los dos minutos de “Fresh Guacamole”. Desde el segundo en el que parte aquella granada con el machete, y parte de su jugo se queda en el filo, ese cortometraje me hipnotiza y me cautiva durante el resto de su duración. No es un visionado muy exigente –DOS MINUTOS-… pero es indudable que hay ALGO en su forma que quitar el hueso del aguacate, en su manera de partir la cebolla o en como retira un jalapeño de la planta. Hay un ejercicio brutal de sonido, eso para empezar, cercano al ASMR; que aporta un necesario realismo al extravagante tentempié. Existe, también, un grato ejercicio de poesía visual que puede recordarnos –vagamente- al maravilloso Chema Madoz, rebosante de imaginación y buen gusto.
Y sobre todo, hay un ejercicio de animación brutal, en el que se recrean mediante objetos inanimados otro tipo de elementos inanimados. La genialidad es muy notoria en los finales los movimientos que realiza. Porque si nos pidieran hacer esta obra, seguro que todos seríamos capaces de recrear las acciones, sí; pero ¿y el movimiento del machete después de ser afilado? ¿O el que hace antes de clavarse en el hueso? ¿Y la forma de retirar la cebolla picada de la tabla, dejando algunos daditos blancos en la superficie? ¿O el ligero rebote de las hojas de la planta, o el corte limpio de la bombilla? Esas GILIPOLLECES hacen que “Fresh Guacamole” resulte adictivo, hipnótico, paradójicamente apetitoso y, de alguna manera, más real que la propia realidad.
Cinéfilo de mierda
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