Creo que los espectadores, en gran número, se dieron mucha prisa en criticar desfavorablemente este filme, hecho que considero muy desafortunado. Quizás se deba a una falta de reflexión; la gente impulsivamente ha escrito lo que primero le ha sugerido la película sin realizar previamente una depuración. Estoy de acuerdo en que se puede considerar la existencia de algunos errores importantes por lo que se refiere al desarrollo del argumento del largometraje, hay momentos en que puede llegar a parecer pesada e inverosímil, véase la aparición de bucéfalo, el encuentro (casual) de los dos criados que faltan para completar el equipo, el recrearse en ciertos aspectos en detrimento de otros, etc., pero aún así, no nos podemos quedar tan solo con esto y con que fuera un fracaso de taquilla, ¿acaso no lo fue la posteriormente reverenciada “La noche del cazador”?.

Para mi este largometraje va más allá de estos simples aunque importantes errores, concibo este film como una versión edulcorada de “Brazil”, una versión para niños y para mayores, que resulta estar al alcance de todo el mundo que no quiera buscar la critica destructiva gratuitamente. Desde mi punto de vista los paralelismos entre ambas películas son considerables y no se deben obviar, reflexionando también en el mensaje mucho más alentador que nos acaba proporcionando esta película frente Brazil.

¿Que se puede decir de una película americana sobre la batalla de Iwo Jima y que toma a los japoneses por protagonistas? Un intento digno de alabanza, pero infructuoso. El largometraje, que si duda supera a su gemelo, no es más que una muestra de cómo los americanos imaginan a los japoneses -de antaño- . Estamos siempre en lo mismo. La mayoría de películas americanas sobre otras culturas parten de la perspectiva americana. No se les puede criticar mucho esto, pues no pueden remediarlo y nos brinda grandes oportunidades para aprender, como en este caso, o para gozar, como es el caso de “El Padrino”.

Así pues, pese a que la película nos sabe a poco al lado de Yamato, film que nos permite una mejor aproximación al pueblo de Yamato (Designación de Japón en la época feudal), esta obra nos dispone para un “estudio” de la evolución del punto de vista estadounidense para con sus enemigos –nipones, en este caso-; como varia la percepción que tienen de estos, des de “Tora Tora Tora” o “Primera Victoria” hasta nuestros días, y esto, señores ya vale su peso en oro

Lo peor que se puede decir de esta película es que pretende tratar demasiados temas y es un tanto previsible; aún así la salva el hecho de que es dinámica y divertida, hasta si me apuran, amena y desenfadada. Una apetecible comedia romántica, con pinceladas de homosexualidad (la no poco usada forma expiatoria del armario), inmigración y una aproximación no poco desmerecida al pensamiento chino. Se puede pasar un buen rato con ella aunque se aparte un tanto del realismo.

Pese al revuelo originado por esta película y la calurosa acogida que recibió por parte del público, me niego a considerarla una obra maestra de Allen, aún más, no considero que se pueda concebir ni como una de las grandes obras del autor.

Quizá esperaba encontrarme al Woody Allen de siempre, que, aunque repetitivo, desde su histrionismo te induce a la reflexión. No fue esto, el film, intrascendente, no es más que la reflexión del director sobre la obra de Dostoievski (hecho del que se nos informa repetidamente a lo largo del film), una reflexión, que por lo visto ha hecho mella en todo el mundo.

La parodia de Allen a Guerra y Paz de Tolstoi en la última noche de Boris Grushenko es interesantísima, divertida en su deformidad. Dicha deformación es tan grande que quizá la relación entre ambas obras es solo fruto de mi imaginación y de mi deseo de que exista. En match point no ocurre lo mismo; no es una mala película, ni mucho menos, pero creo traiciona al director.

Por lo que refiere a los actores, no hay nada destacable, más que no encuentro ese atractivo que hombres y mujeres ven en Scarlett Johansson, esta nueva musa del divo Allen

El planteamiento de este largometraje recuerda ese gran poema de Kipling que nos cuenta como y donde acabaron los grandes héroes de Crimea alabados por Tennyson. Aparte de esta aproximación, no poco loable, a la batalla de Iwo Jima partiendo de la foto más famosa de la guerra en el Pacifico y lo que su publicidad acarreó, y del despliegue de medios, tanto técnicos como históricos, que ahora se deben exigir a cualquier película de este tipo, no se puede considerar esta obra más que como otra película de guerra bien lograda pero intrascendente, modesta, que no llega a la altura de su hermana gemela (que también deja que desear).

Clint Eastwood, como director, nos quiso sorprender de nuevo con algo insólito, pero la película, tomada por si sola, se queda corta y tomando el conjunto –Cartas des de Iwo Jima y banderas de nuestros padres- las dos caras de la moneda no brillan como deberían hacerlo.