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Críticas de Xiclotró de partícules
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
9
15 de diciembre de 2016
47 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
De niños, todos hemos jugado con muñecos. Robots, dinosaurios, monstruos… Nuestra imaginación creaba un mundo con luchas épicas y aventuras espectaculares que solo nosotros éramos capaces de ver.

Pues bien, Nacho Vigalondo, en el que seguramente es su mejor largometraje, nos transporta de nuevo a la infancia y nos rememora aquellos combates, pero esta vez desde el punto de vista de unos adultos con traumas no resueltos y con ciertos problemas de alcoholismo.

Aunque por el argumento pueda parecer la típica peli de acción alocada, la cinta se aparta completamente de este género y centra su trama principal en la relación entre dos viejos amigos de infancia que se reencuentran después de varios años, ahora convertidos en una entrañable ni-ni (Anne Hathaway) y el regente de un bar (Jason Sudeikis). A partir de los problemas personales que ambos tienen, vamos adentrándonos poco a poco en un mundo histriónico y surrealista con el sello inconfundible de Vigalondo.

Actores entregados, guion fresco y original, monstruos espectaculares… El film, que se presentaba en el Festival de Sitges 2016 como sesión especial, no solo ha cumplido las expectativas creadas, sino que las ha superado ampliamente, demostrando por enésima vez la imaginación y espontaneidad de su director.

Os recomiendo, pues, que todos liberéis al monstruo que lleváis dentro y no dudéis en ir a verla tan pronto como llegue a las salas de cine. Vais a tener una experiencia, sin lugar a dudas, colosal.

www.gurshenko.cat
Xiclotró de partícules
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8
15 de diciembre de 2016
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos días atrás me encontré con un amigo que vende seguros (sí, por increíble que parezca, incluso los vendedores de seguros tienen amigos). Él caminaba nervioso y estresado, es decir, un poco como siempre. En verme, después de saludarme alocadamente, aprovechó el encuentro para desahogarse: que si la competencia es feroz, que si todos son como buitres esperando una presa, que si tienen que pelearse con su propia compañía para atender a sus propios asegurados…

Todo lo que me decía me recordaba, en cierto modo, a la crispación latente en el film “Cheap Thrills” (E. L. Katz, 2013). Se trata de una comedia negra, pero esconde un drama humano moralista. Un par de viejos conocidos, con ciertas dificultades económicas, se encuentran en un bar y conocen a una misteriosa pareja que les propone una serie de retos, cada vez más subidos de tono, a cambio de cada vez más dinero.

Katz se presenta con una primera película que gira en torno del reverso oscuro del dinero y de cómo este puede transformar a las personas. Se trata de un juego bastante verosímil que desencadena toda una serie de situaciones surrealistas. Una especie de “Funny Games” con toques de Gran Hermano.

Dejando de lado la atmósfera cada vez más asfixiante, la otra gran baza de la película son las actuaciones de la pareja protagonista: Pat Healy hace un papel sublime aun pasándose más de media película con la cara desfigurada, y Ethan Embry borda el papel de compañero de desventuras (o antagonista).

Los secundarios ya son más estereotipados: David Koechner hace su habitual papel de putero (¿qué podemos esperar del gerente del “parque acuático - prostíbulo” de “Piraña 3DD” o del irreverente Todd Packer de “The Office”?) y Sara Paxton hace de su sensual y a la vez fría femme fatale.

El clímax de toda esa tensión desemboca en un final quizá previsible, pero a la vez icónico y con un último fotograma totalmente impactante, que muestra una clara y genial crítica a la sociedad capitalista.

En fin; como os decía, mi amigo, visiblemente descargado, me acabó diciendo en tono irónico: «Bueno, es lo que toca para poder poner el plato en la mesa. Si no, siempre puedo venderme un riñón o un brazo, que de todos modos siempre me quedará otro».

Te ofrezco 100 euros por…


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Xiclotró de partícules
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8
14 de octubre de 2018
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeño campesinado, vacas de mirada curiosa, vecinos cotillas, padres protectores… Este es el contexto de una de las sorpresas que nos depara la cartelera cinematográfica menos visible de esta semana.
Aunque no se sitúe en una naturaleza tan salvaje como la descrita por Thoreau, “Un héroe singular” también rehúye un mundo rural idealizado como entorno bucólico. La radiografía que la película muestra del campesino es la de un ser individualista encerrado en sus rutinas y sus animales. Un modus vivendi que ocupa todo su tiempo, labrándole el carácter y alejándolo de una sociedad con un estilo de vida, unos tempos y unas necesidades muy distintos.
Una dura vida rural que se ve trastornada con la llegada de una epidemia que se propaga rápida y misteriosamente matando a las vacas infectadas y obligando a sacrificar las demás con tal de frenar el contagio. Una clara alusión a la epidemia de las vacas locas que en la década de los noventa asoló y atemorizó a los ganaderos bovinos de toda Europa.
Como ocurría en “Estiu 1993”, Hubert Charuel graba la granja de sus padres, donde se crio, un retrato intimista basado en las experiencias que recuerda que vivieron él y su familia en su niñez. Eso sí, a diferencia de la película de Carla Simón, en este caso el director no entra en el elemento nostálgico y narra la historia situándola en la actualidad y cambiando el punto de vista de un niño por la preocupación de un joven ganadero dispuesto a cualquier cosa para salvar a sus animales.
Un drama rural sin artificios, pausado en la narración, que dedica más tiempo de metraje a dibujar el contexto, a reflejar las emociones o a limar detalles antes que a la acción de la trama principal. De ese modo evita hacer juicios de valor y se limita a sumergir, de forma directa y a ratos incómoda, al espectador en este ambiente.
Una película que os atrapará tanto como la inquieta mirada de su protagonista.

Tiene un aire de…
Babe, el cerdito valiente (1995) + Contagio (2011) + Los lunes al sol (2002)

www.cinequanon.cat
Xiclotró de partícules
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6
15 de diciembre de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grupos extremadamente cerrados: filólogos antropófagos, grupies heavyatas, acólitos dadaístas, yonkis de la gasolina… Todos nos hemos encontrado, en algún momento u otro, en una fiesta, cena o pseudoevento social en el cual tenemos la sensación de estar completamente fuera de lugar. Desubicados, sin ningún tipo de capacidad (y a veces de voluntad) para poder empatizar con el resto de asistentes.

Chistes sin gracia, conversaciones ininteligibles, comportamientos peculiares, ambientes fríos o hasta hostiles… Son momentos incómodos en los que nunca se sabe muy bien qué hacer ni qué decir. Casos en los que puede resultar vital la aparición de una figura integradora, alguien a medio camino entre tú y ese mundo surrealista. Esta es la figura que magistralmente adopta David Hyde Prierce (el eterno hermano de Frasier) en “El perfecto anfitrión”.

La trama gira entorno a un criminal herido y buscado por la policía que decide refugiarse en una casa donde el anfitrión está preparando una fiesta muy especial que depara más de una sorpresa.

Se trata de una peli con personajes bien elaborados en la que el foco y la atención se centran en la figura de ese gran anfitrión que, con sus tics y sus ocurrencias, va dando cuerpo a una cena de lo más original.

La virtud del film es el desarrollo de ese encuentro: una celebración con atmósfera in crescendo que, partiendo de un formalismo contenido, acaba virando hacia una fiesta cada vez más surrealista y salvaje.

Todo sería más satisfactorio si no fuera porque, cuando la fiesta se acaba, la originalidad y la buena ambientación derivan hacia una resaca difícil de digerir. Podría decirse que a partir de entonces empieza una nueva película en la que el australiano Nick Tomnay (director y guionista) busca sorprender constantemente al espectador rellenando el argumento de giros cada vez más estrambóticos y desacertados que por momentos parecen olvidarse de tener coherencia con lo que hemos visto antes. Al final, pues, todo se convierte en un juego de espías en el que la reiteración del «eso no te lo esperabas» lastra la buena propuesta planteada inicialmente y crea importantes lagunas en un argumento que hasta entonces era bastante convincente.

El desenlace, con un punto irónico, al menos deja un sabor de boca más agradable, pero no logra disipar la sensación de desaprovechamiento de unas ideas y un planteamiento que podrían haber dado mucho más de sí.

Entonces, a falta de un gran anfitrión como el de la peli, si alguna vez os encontráis con actos sociales de ese tipo, podéis optar por varias opciones: desinhibiros con alguna copa de más, quedaros tan inmóviles como podáis, llevar siempre la contraria desde el más absoluto desconocimiento… Todo vale y nada funciona, más o menos como pasa en el último tramo del film.


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8
15 de diciembre de 2016
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Bendito septiembre! Como se han acabado las vacaciones y la gente al fin puede abandonar las sonrisas constantes y la falaz felicidad producida por la sensación malvendida de una libertad ficticia, me apetece comentar un drama sobre los miedos y los temores. Ni que sea para rebajar toda esta euforia y contribuir un poco en una sociedad más gris y productiva.

Miedos reales o imaginarios. El peligro que es tangible puede ser poderoso y devastador, pero el imaginario, el que crea nuestra mente, es el que realmente puede llegar a deformar nuestra visión del mundo. Una persona con el pánico instalado constantemente en su cabeza, se rompe, se deforma por dentro. Puede transmutar de una persona afable, conocida y cercana, a una especie de monstruo perdido en sus temores, arisco, desconfiado y peligroso.

El peligro en este film es una tormenta, pero el director Jeff Nichols juega hábilmente para que esta trascienda lo ficticio y lo palpable. El protagonista lo percibe como real, pero no es exactamente así para los demás. Asimismo, esta tormenta no le deja ver los peligros que le rodean y se los acentúa. Peligros mucho más habituales y mundanos, como las enfermedades, los problemas económicos o las relaciones de pareja.

Entonces, no se trata del típico cine de acción de catástrofes, sino más bien de un drama humano contenido, bien ambientado y de ritmo pausado, que en todo momento mantiene una atmósfera quizá austera, pero tensa. Una historia realista sobre el temor y su superación.

La pareja protagonista, el obsesivo Michael Shannon y una sufridora Jessica Chastain, se ven rodeados por tormentas reales e imaginarias a las que irremediablemente deben enfrentarse.

Desgraciadamente para mi gusto, los minutos finales del metraje, con un giro un poquito demasiado efectista, lastran un poco el final. Pero aún así el film resultante es más que satisfactorio.

Una cinta recomendable para un día de otoño, o bien... una noche de tormenta.


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