A mediados de los sesenta al cine español llegaron nuevas influencias del cine que se hacía en algunos países vecinos.
Este film se engloba dentro de lo que muchos conocen como la Escuela de Barcelona de donde salieron un variopinto grupo de directores, algunos con mayor suerte que otros.

En cuanto a su guion, este parece que quiere seguir una línea narrativa, pero en algunos momentos se desvía de ella y al querer volver a ese punto pierde todo el sentido.
La forma en que nos muestra aquella Barcelona sesentera, a través de los locales que llenaban la ciudad y su ambiente, son uno de los mayores aciertos y que se ven aún más reforzados por una bella fotografía en la que Serena Vergano llena por completo la pantalla.

Uno de los puntos en los que el film chirría más es en la elección del protagonista masculino. Las secuencias donde él tiene que llevar el peso de la acción se hacen tediosas y con ganas de abandonar su visión. Ya sabemos que no es una película de fácil digestión, pero su interpretación no ayuda en ningún momento.

Al final, esta apuesta acaba siendo un vaivén de emociones que, solo a través de la interpretación de Serena Vergano, logran que queramos ver este largometraje. Un film que a ratos te hipnotiza y que en otros te puede llevar a la mayor desesperación.

Netflix, más que una plataforma para ver contenido audiovisual, diría que cada día se parece más a una churrería.
Al principio de la película piensas que nos aguardará algún giro argumental y que no caerá en los estereotipos del género, pero ves que no es la intención de los que la realizan, sino que todo va siguiendo unos cauces de los cuales parece no querer desviarse en ningún instante.
Los protagonistas me parecen creibles. La actriz que interpreta el doble papel realiza un buen trabajo, pero que se ve lastrado por el guion. La dirección es plana y esto provoca que no haya aliciente alguno para verla.
Un buen film para una tarde de fin de semana y en la que no esperemos nada que no hayamos visto con anterioridad.

Tras haber visionado esta serie, ya me encuentro en disposición de dar mi opinión.
Los personajes que se nos presentan son del más puro estilo "Espinosa": llenos de sentimientos, traumas y con muchas aventuras por delante. La premisa de la serie, a medida que avanza el metraje, demuestra tener demasiados altibajos.
Muchas situaciones, a mi parecer, son de dudosa credibilidad (fantasiosas) que no encajan de ninguna forma. Algunos capítulos se hacen cortos y otros eternos (no llegan a los treinta minutos). La sensación que se tiene es que en cualquier momento todo se va a derrumbar como un castillo de Naipes.
En cuanto a interpretaciones, nada destacable y quizás la mayor sorpresa me la da el "veterano" Miki Esparbé, en un rol que deja buen sabor de boca.
Nada que objetar en el apartado musical, donde la música de Federico Jusid le da un toque casi mágico (el piano está magnificamente tocado). Para algunos momentos se recurre a temas musicales de otros autores, como es el caso del tema de Max Richter" On the nature of Daylight", que se utilizará para una de las secuencias de mayor carga emocional y que tiene una belleza digamos insuperable.
La apuesta de Espinosa gustará a sus seguidores más acérrimos, pero a otros les dejará con una extraña sensación de vacío, ya que quizás esperaban mucho más de esta serie.

El cine noruego no es de aquellos que digamos muy populares en nuestro país. En muchas ocasiones, los estrenos van directamente a las grandes plataformas (Netflix), aunque en esta, si no se hubiera realizado, tampoco hubiera pasado nada.
Los primeros minutos tienen cierta gracia, pero a partir de allí, nos encontramos ante un auténtico vaivén de chistes y situaciones carentes de gracia alguna. Quizás en su país de origen el público se debe reír, pero yo os digo que aquí algunas de ellas producen vergüenza ajena.
Con un guión de nula gracia, crees que al menos las secuencias de acción con los vehículos te redimirán de todo lo visto...pero no es el caso. Creo yo que algunas carreras de Scalextrix tiene más emoción que lo que vemos en la pantalla.
Para mí ha sido una pérdida de tiempo en todos los aspectos. Entiendo que habrá gente que le gustará, pero creo que hay opciones mejores si queremos ver buenas carreras de coches.

La filmografía del realizador Pedro Lazaga está formada por una cantidad innumerable de películas. Algunas de ínfima calidad y otras con buenos apuntes, pero que por desgracia estaban lastradas por una cantidad de clichés de la época, que al final les restaban valor.
Esta película nos intenta mostrar las alegrías y las penas que comparten las protagonistas, cada una de ellas está perfectamente definida dentro del film.
No existe una protagonista absoluta y todas las historias van fluyendo, aunque quizás se echa de menos algo más de profundidad en algunos momentos, mientras que situaciones que no aportan nada, se les acaba dando más cancha.
El final del film intenta contentar a la censura de la época. El desenlace del personaje de Elisa Montés, es algo que te deja muy perplejo, ya que no lo ves venir.
Es un largometraje que podía haber aportado mucho más, pero si algo le da valor, es la magnífica banda sonora de Antón García Abril el cuál sabe dotar a los diálogos y a las imágenes de una atmósfera única.