Una gran película de acción. Stallone está que se sale (aunque su carrera no valga ni un real), Larry Romano demuestra que después de todo no es mal actor (porque su personaje Richie, en El rey de Queens, es malísimo), el negrito nasonasa "Eclipse" es gracioso y el alcaide, Donald Sutherland, está llamado a convertirse en un genio. Además de todo, la peli no se hace aburrida y se puede ver perfectamente a la una y pico de la madrugada, después del cinematrix.
Por si esto fuera poco, cuenta con el maravilloso trabajo de Ricard Solans, un crac de la profesión, que se encarga de doblar a Stallone.
En fin, tal y como dice el título de mi crítica, estamos ante un filme cojonudo.

Una genial película, de las mejores de Woody Allen. Sean Penn está que se sale en el papel de este grosero pero genial guitarrista, que recuerdas a veces que La aristocracia del barrio no tiene porqué ser distinguida ni elegante. El tío se pasa el día matando ratas en el vertedero, que, una vez muertas, no se priva de agarrar y lanzar a diestro y siniestro a las mujeres de dudosa categoría que tienen la bondad de acompañarle. Penn, como ya he dicho, está genial, creo que es uno de los mejores actores del mundo mundial, junto a Dustin Hoffman, De Niro y esos que siempre cito en mis extrañas críticas. Tuve la suerte (o la desgracia, según se mire) de ver la mitad de la película doblada y la otra mitad en V.O.... cosas del TDT, SDT, DDT o el dedete de la tía, cómo quiera que se llame, que funciona como el culo. Pero mejor, así pude escuchar el maravilloso y perfecto doblaje de Jordi Brau/Brou/Brao, un crac de la profesión y uno de los motivos, junto a Ricard Solans y Carlos Ysbert, por los cuales me levanto cada día de la cama (es una exageración, una broma, espero que se sepa entender). La mudita es una chica tan tierna y bonita (sí, BONITA) que me casaría con ella esta misma tarde, y además sale el tío de Sin rastro, Anthony LaPaglia... ¡lástima que no fuera James Gandolfini!
En resumen, la película es fantástica, Allen consigue un retrato maravilloso, tierno y gracioso a la vez, del mundo de los talentosos artistas desgastados y viciosos, demostrando una vez más que se merece el cielo. ¡Viva Woody Allen, Sean Penn, Gandolfini, Brau y Solans! ¡Y Joan Pera!

Si Toro salvaje es una de las mejores películas de la historia del cine, que lo es, es gracias a muchos factores distintos. Martin Scorsese innova, sorprende, pone los pelos de punta con el manejo de la cámara y en el sabio trabajo realizado en el montaje... Robert de Niro, simplemente, no podía haber estado mejor, ni él ni ningún otro actor... Y Joe Pesci. Si no recuerdo mal, De Niro se llevó el Oscar con la interpretación de Jake la Motta en esta película; yo considero que el Oscar para Joe Pesci debía haber sido condition sin equanon para que De Niro se llevara el suyo. Siendo un poco objetivo, y a pesar de lo que he dicho yo mismo, debo reconocer que el trabajo de De Niro durante la película llega a parecer a veces un poco forzado, un poco exagerado en sus tics faciales y en la forma de hablar. Sin embargo, Pesci consigue una actuación brillante, espontánea a la par que enérgica. Muy creíble. Si no fuera porque cuando vi Toro salvaje ya tenía en la cabeza al Pesci de "Solo en casa" (interpretaba a uno de los cacos), me hubiera resultado tan creíble como la vida misma, como si estuviera vieno a alguien que ha sido filmado en su día a día. El mejor ejemplo: la única parte en color del metraje de la película. En esta parte, podemos ver a Joey (Joe Pesci) juanto a su esposa y su hermano Jake (De Niro), en lo que supone que es una filmación doméstica con una super-8 o una cámara similar. Joey mira al objetivo, saluda de forma desenfadada, juguetea con su hermano... en un plano concreto, en el que luce unas gafas de sol, un desenfocado Joey mira hacia la cámara con una expresión de paciencia tan creíble que uno duda de si la supuesta filmación doméstica es parte del guión o si corresponde a la vida privada del actor. En fin, señores y señoras, descubrir a Joe Pesci en esta película es todo un lujo. Que lo disfruten.

Si no fuera porque no soy gay, porque Allen tampoco lo es, porque ya está un poco mayor y porque es imposible, me casaría con este pedazo de artista, genial director y prodigioso ser humano. Me gustaría decir alguna obscenidad algo más elevada de tono, pero luego no me validan las críticas (no faltos de razón).
Tom Hanks decía, en Salvar al soldado Ryan: "Cada vez que mato, me siento más lejos de casa". Yo puedo decir: "Cada película de Allen que veo me hace disfrutar más". Esto empieza a preocuparme, al final voy a llegar a la excitación sexual, quién sabe si al orgasmo... Tengo miedo incluso de desmayarme viendo una de sus milagrosas películas y caer violentamente al suelo y abrirme una brecha en la cabeza. Lo peor de desmayarse es que, según cuentan, caes al suelo sin poner los brazos por delante ni nada, y te metes unos batacazos que no veas. Espero que no me pase.
En fin, una película genial, que pertenece a la etapa álgida de Allen, que muy bien supo recuperar con Acordes y desacuerdos (una de sus mejores cintas). No os perdáis Manhattan o os arrepentiréis el resto de vuestras vidas. Es más, acabaréis sufriendo durante toda la eternidad, durante los siglos de los siglos, las más terribles torturas en el infierno.

Tal y como reza el título de mi crítica (que, por otra parte, he de reconocer que es idea de mi hermano, que es un cachondo), el final de esta gran película de Óscar Aibar o Ibarra puede ser un poco desconcertante (según parece, ha sido el motivo de sentencia que han esgrimido algunos críticos contra el filme), pero, en mi opínión, aunque parezca cargarse el sentido global de el argumento, no hace sino dar más razón de ser a las locas finezas y peripecias de este par de genios cómicos que son Ángel de Andrés -inmenso- y Jordi Vilches (José y Juan); no lo explicaré para no joder por detrás a ningún usuario, pero, en fin, decir que para gustos están los colores y que para mí es un fin muy acertado... brillante colaboración de Enrique Villén, que se debía haber llevado un Goya o dos, y Berta Ojea está que se sale como Sra. Botifoll, y además pone mucho.

Fin de mierda.