Esta versión peta a la que se hizo en el año 2000; casi 40 años después y con un resultado menos efectivo, hasta en los efectos especiales.
Gran caracterización del Olimpo y de los dioses, así como de las bestias y seres que aparecen durante toda la historia.
La fotografía es más que notable, la música que acompaña, onmipresente, se acopla a la perfección en cada momento.
A la dirección no le tiembla el pulso (bueno, a los cámaras sobre todo, no hay movimientos a lo "dogma 95"). A los actores tampoco les tiembla el pulso, quizás un poco a Jasón cuando tiene que ligarse a su jamelga, muy a pesar de Hera, que querría para Jasón un estricto celibato y una continua devoción hacia ella. Las diosas son muy cojoneras, filosóficamente hablando.

Después de ver esta versión de "Jasón y sus amigos", la versión del año 2000 les parecerá algo así como unas zapatillas de correr muy usadas y ensuciadas por barro, col, coles de bruselas, arena mojada, "olor" a arena mojada (que ahora está muy de moda) y excremento de perro callejero (o de perro "faldero"). Y eso hace de esta versión (la de 1963) más notable, si cabe, que antes, pues demuestra que es muy sencillo pensar que uno puede superar una película, pero muy dificil llevarlo a efecto, y muy sencillo crear una obra superflua (que sobra).

Una gran hito del cine histórico.

El filme se cimienta, ante todo, en conceptos filosóficos que desgrana sin pudor, buena parte de ellos referidos a visiones generales y analíticas sobre el amor, las relaciones, el comportamiento, y en última instancia, la condición humana.
¿Qué es el amor?, jamás una pregunta fue respondida con tanta paradójica solemnidad. ¿Mediante qué actos descubrimos a quien realmente nos ama incondicionalmente? La ironía más corrosiva responderá a esta, y a otras muchas preguntas, a aquellos que estén dispuestos a dedicar 90 minutos a una película que, en mi opinión, tiene algo muy "sui generis" que aportar.

Cuando vi la película en TVE-2 y la entrevista posterior a la familia Pelayo (real) adiviné (como comprobé luego) que la TVE pepera había financiado la película. Loas y alabanzas, en el programa, a una familia que ha basado su estilo de vida en el juego de casino. Intento desesperado en el 2012 de normalizar una aberración para hacer más fumable a la población la idea de basar la economía madrileña en el juego, las mafias y la prostitución.
La película es entretenida, pasable. Lo que viene después es abyecto.

Política aparte, la película es notable. Muy buen ritmo, creadora de una atmósfera inquietante y atrayente como pocas. A la altura de las mejores obras de Hitchcock, a mi parecer, poco que envidiarle a películas como "con la muerte en los talones".
La caracterización del funcionariado de la RDA me parece formidable. Si bien, y esto está fuera de toda discusión, la cinta ofrece momentos de tufos coyunturales, como por ejemplo, el de la mujer polaca cuya única obsesión es exiliarse a USA (léase, la tierra de la libertad), como todos los exiliados, aunque lo cierto es que en aquella época los disidentes del régimen tenían mayormente como meta a Europa y sus libertades, y no un país que, como USA, estaba cruzando un charco enorme y que no ofrecía mayores oportunidades que las que podían ofrecer sus vecinos occidentales.

Por lo demás, merece mis mayores respetos.

Hermoso filme. Ofrece una mirada distinta a la habitual del mundo animal, de los perros. En "bajo cero" los canes parecen humanizarse; sus sentimientos, su fidelidad y su inteligencia se nos muestran en todo su esplendor. La relación Hombre-Perro se hace indistinguible de la del Hombre-Hombre, se rompen esquemas antropocéntricos para crear lazos vitales suprahumanos entre seres que se necesitan para colmar sus vidas de satifacción y plenitud.

Después de "Bajo Cero", quiero un perro.