Es una película dura, con momentos también para la ternura, pero sobretodo en ningún momento deja indiferente. Y su fotografía, retratos, primeros planos, utilización de la luz y la oscuridad... son un autentico regalo para la vista. Imprescindible.

Los inicios del cine sonoro es un tema ya tratado en algunos que otros títulos. En esta ocasión no es más que un marco más donde se desarrolla la acción de la película. Puede ser que alguien se asuste al ver, a priori, la duración de la cinta, pero cuando he encontrado ese tiempo, no me he arrepentido para nada, en ningún momento he sentido aburrimiento, ni que el ritmo decaía o que algo me sobrase, todo en esta cinta tiene su razón y no sobra nada en ella.
Los bajos fondos de los comienzos de Hollywood también se han dejado entrever en otras ocasiones, en esta ocasión son sin duda protagonistas de la cinta junto a sus actores principales y secundarios, que todos están estupendos, mención especial para Margor Robbie que está brillante.
No sabía que me iba a esperar en esas tres horas, pero ha sido un autentico espectáculo, entretenido reflejado de manera muy interesante.

La forma en que Briem va presentando la historia y desarrollando los personajes, es totalmente impredecible. De un momento a otro, va añadiendo rasgos a los personajes que los hacen más complejos y eso mantiene la atención del espectador durante prácticamente todo el largometraje.
Pero el desenlace, aunque busque sorprender al espectador, tiene un efecto totalmente contrario, llevándolo hasta el asqueo. Es una lástima acabar una historia interesante, bien planteada y desarrollada, de una manera tan surrealista e inverosímil.

“Qué estúpidas que son esas guerras…” es una de las últimas frases de esta película donde sus protagonistas quieren pasar de política, pero donde la política desafortunadamente sí cuenta con ellos para contarnos su historia. Puede ser tan un relato tan real, como lo son los cientos de muertos fruto de la venganza, intereses económicos y políticos y la religión… Excelente retrato de dos sociedades enfrentadas visto desde una perspectiva joven.

Después de tres horas de largometraje, ¿Scorsese no podría haber recortado escenas que tampoco eran tan trascendentes para la historia? Y si no quería prescindir de algunas escenas de las repetitivas fiestas de lujuria y perversión, ¿por qué no lo contó en una miniserie? El caso es que ha conseguido que no me levantara de la butaca aunque hayan sido tres horas interminables. La historia engancha, tiene ritmo y sentido. Consigue que veamos la evolución o mejor dicho la degeneración del personaje principal y sus seguidores hasta el punto que llegas a odiarle. Una historia sobre un mundo que nos queda lejano, aunque sabemos que existe, que algunos envidian y desean y que otros siente rabia y asco.