Película a la que llego después de ver "Nothing but a man" (Michael Roemer, 1964). Ambas forman parte de un cine sobre negros rodado por blancos. El tema es el matrimonio interracial y los problemas derivados de un racismo que prevalece sobre la justicia todavía en los años sesenta en EE UU. La película se ha convertido en una rareza y es difícil de encontrar, a pesar de haber sido nominada para un Oscar y haber ganado un premio en el Festival de Cannes. El tema está muy bien tratado, sorteando elegantemente el melodrama, limitándose a mostrar unos hechos crueles con los que la sociedad convive tranquilamente. Las escenas finales logran concentrar el dramatismo de un imposible final feliz.

Un divertido sarcasmo que se basa en cambiar de la noche a la mañana el color de la piel de un americano típico que tiene una familia típica y vive en una casa típica en una urbanización de bienpensantes americanos típicamente racistas. Una buena muestra de los estereotipos que nutren el rechazo al afroamericano en América. La película fue clave en su momento para marcar un giro en el cine independiente negro americano, pasando del drama realista que había caracterizado la década de los sesenta al humor corrosivo.

Guión del director, que es también el protagonista de esta película perteneciente al cine negro independiente. Es singular en todos los sentidos: las imágenes, los juegos visuales, el tema (un hombre cuya habilidad es follar como un campeón) y la enérgica respuesta a la agresividad blanca. Leo en un buen artículo de un tal Ashley Clark que se consideró el manifiesto del cine Black Power. Nunca la pondrán en la tele.

Guión del director. Cine negro independiente que juega con caracteres tópicos de la cultura afroamericana, por lo que a mí se me escapan todos los matices que tienen aspecto de ser cómicamente jugosos. La idea es estupenda: condensar en un personaje todos los tics ancestrales y los vicios sociales de los negros no integrados (pero tampoco concienciados) y ponerlos a convivir con los que han asumido el "american way". El resultado es caótico.

La historia de miseria y marginación negra en los suburbios de Los Ángeles entra sin necesidad de reflexión alguna. La música es maravillosa y una no sabe si el director ilustra la historia con el blues o pone imagen al blues. Magnífico cine independiente negro.