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Críticas de Atlanticguy
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
7
18 de febrero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Déjame entrar, que por supuesto contó con un remake norteamericano, fue uno de los mayores éxitos del cine sueco de la pasada década; Border comparte con ella un origen común, no porque tengan el mismo director, como podría llevar a pensar la publicidad del film, sino porque ambas están inspiradas en relatos del mismo escritor, John Ajvide Lindqvist. Y de hecho, tienen en común muchas cosas: ambas son relatos de personajes aislados y rechazados por su comunidad, con protagonistas atormentados por su naturaleza no humana, contra la que libran una lucha en la que se alternan la negación y la aceptación y teñidos de una melancolía típicamente escandinava. En el lado visual comparten un estilo elegante, un ritmo pausado y una fotografía y dirección artística que buscan el contraste entre interiores minimalistas y exteriores de una naturaleza poderosa que domina a los personajes.

Tal vez un punto débil de Border, de hecho, sea que puede resultar demasiado parecida a Déjame entrar, aunque las diferencias entre ambas, que también las hay, jugarían a favor de Border: en primer lugar, mientras Déjame entrar daba otra vuelta de tuerca al subgénero de vampiros, que podríamos considerar ya agotado y abordado desde todos los ángulos imaginables, incluyendo el del enfoque intimista y el de la angustia existencial, este nuevo título se introduce en un terreno, que no vamos a concretar para no hacer spoiler, mucho menos explorado y más arriesgado.

Por otra parte, el director de Border, Ali Abbasi, de origen Iraní a pesar de lo mucho que ha asimilado la herencia cultural y visual sueca, es un amante del fantástico, mientras que Déjame entrar estaba dirigida por Tomas Alfredson, un artesano ajeno al género cuyo último trabajo ha sido el mediocre thriller El muñeco de nieve. De ahí que, mientras en la película de Alfredson los vampiros acaban resultando casi un añadido para darle color a un drama psicológico un tanto anodino y déjà vu sobre el niño diferente víctima de bullying, la de Abbasi sí tiene un concepto claramente de género que penetra hasta el núcleo del relato, que quedaría sin esencia sin el componente fantástico.

El título Border, que se refiere no solo al trabajo de la protagonista, que es vigilante en la frontera sueca, y a su condición fronteriza entre dos mundos por su educación humana y su naturaleza no humana, también sería aplicable a una película que se sitúa entre el fantástico y el cine independiente escandinavo, al igual que Thelma, un título noruego del año pasado, que muestra la buena salud que el género, aunque sea hibridado, muestra por esas latitudes. Habrá que buscar la primera película de Abbasi, Shelley (no confundir con la biografía de Mary Shelley estrenada el pasado año), de la que no tenemos constancia de su paso por pantallas españolas.

https://cines.com/criticas/critica-border/
Atlanticguy
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8
23 de agosto de 2019
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque siempre hay algún motivo, real o inventado, para el cinismo, la explicación más verosímil para que Gerard Butler, un actor que ha triunfado claramente en Hollywood, haya aceptado un papel en una película independiente, a la que más bien le ha costado encontrar fecha de estreno y en la que comparte el protagonismo con dos actores de mucho menor caché, es sencillamente que le ha encantado el guión. Mientras podemos tener dudas de si Nicole Kidman o Emma Stone se ponen a las órdenes de Yorgos Lanthimos porque realmente les gusta el proyecto o como movimiento estratégico para incrementar su prestigio y lograr alguna nominación a los Oscar, el director Kristoffer Nyholm es un perfecto desconocido en el cine internacional y, aunque cuenta con una larga trayectoria televisiva, la mayor parte ha sido rodada en danés y sueco; así que por qué no pensar que las estrellas también tienen su corazoncito y que a Butler le puede haber hecho ilusión trabajar en su Escocia natal.

No es de extrañar que el guión de Keepers haya conseguido atraer tanto a Butler como a un habitual del cine social británico como Peter Mullan, porque está estupendamente construido. Se trata de una historia tan sencilla de resumir como difícil de llevar a cabo con éxito: tres hombres en una pequeña isla que deben cuidar de un faro y que acaban inmersos en una pesadilla opresiva y claustrofóbica. Un punto de partida que podríamos calificar de polanskiano, aunque el director polaco la habría dotado de un sentido del humor negro y de un erotismo u homoerotismo que aquí están ausentes.

No nos encontramos ante una obra de autor, sino ante un ejercicio de estilo de género con un guión de construcción muy clásica: presentación del escenario y de los personajes, que son tres estereotipos masculinos de tres generaciones, el joven novato, el marinero de mediana edad, y el veterano, y primer giro que introducirá el suspense y la violencia en la historia. Tras el planteamiento, un nudo o parte central en el que se irá incrementando la tensión a partir de un conflicto con invasores externos que podrían ser una amenaza potencial para nuestros tres personajes, y un conflicto interno: la lucha por el liderazgo entre los dos hombres experimentados y la rebeldía del joven, que tendrá que elegir entre su ambición y la sensatez de escuchar la voz de la experiencia de los otros, que podría ser, por otra parte, un canto de sirena con intención de engañarle. Todo ello para llegar a un desenlace, que evidentemente no vamos a explicitar, pero que consigue ser no demasiado previsible sin tampoco buscar la sorpresa a costa de lo que sea, incluyendo cargarse la coherencia interna de la historia, como vemos en tantas ocasiones.

En resumen, Keepers es una historia muy bien construida y contada que hará las delicias de quienes disfruten con relatos de suspense claustrofóbicos y angustiosos. Probablemente su modestia le impedirá figurar en listados de mejores peliculas del año y competir con títulos de menor solidez pero mejor oropel y marketing, pero así es como funciona el mercado.

https://cines.com/criticas/critica-de-keepers-el-misterio-del-faro/
Atlanticguy
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6
24 de agosto de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan José Campanella no puso al cine argentino en el mapa, puesto que, al menos en España, este siempre estuvo ahí, pero sí lo colocó en el punto de mira del gran público, rompiendo los límites del ghetto gafapasta, con El hijo de la novia (2000), y dio todavía otra vuelta de tuerca más con el Oscar que puso la guinda al gran éxito de El secreto de tus ojos (2009). No es de extrañar que fuera él y no otro quien lo consiguiera, ya que sus películas ofrecen todo lo que se espera del cine de su país, y de hecho han contribuido a cimentar el cliché: verborrea de diálogos ácidos con réplicas socarronas, y personajes cínicos, casi siempre del mundo intelectual de Buenos Aires.

Esta nueva propuesta no es una excepción, aunque se trate de un remake de un viejo éxito local prácticamente desconocido de este lado del Atlántico. En esta ocasión la historia se nutre de Billy Wilder, tanto por los ecos evidentes de El crepúsculo de los dioses en el personaje central, una diva del viejo cine nostálgica y retirada a su pesar, como por el tono de comedia agridulce y desencantada de títulos como En bandeja de plata.

El conflicto que cuenta es simple, universal y eterno; de hecho es el mito de Numancia, la resistencia de lo antiguo que intenta sobrevivir como gato panza arriba frente al empuje arrollador de lo nuevo, a lo que se retrata como deshumanizado, excluyente y amenazador. Los más optimistas hablarían tal vez de una crítica al capitalismo liberal, pero probablemente esto sería ir demasiado lejos, ya que la narración es muy clásica, no se aparta de arquetipos maniqueos, y de hecho no se aprecia un gran trabajo por actualizar los elementos de la película original, ya que apenas hay referencias a aspectos tecnológicos.

De hecho el punto débil de un relato que se puede calificar de sólido y bien estructurado es que sus giros tanto inicial como final, que probablemente serían sorprendentes para el público del original, resultan muy previsibles hoy en día, y, pese al humor negro típicamente argentino, la película acaba siendo en cierto sentido ingenua, y desde luego más convencional de lo que pretende.

Cabe mencionar, como elemento innovador, la ausencia del inevitable Ricardo Darín en el reparto, y la posibilidad de disfrutar a otros intérpretes del país, además de a nuestra Clara Lago, que ha intentado pasar por argentina y aportar de esta manera algún ingrediente nuevo a su personaje habitual de mujer fría e interesada.

https://cines.com/criticas/critica-el-cuento-de-las-comadrejas/
Atlanticguy
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6
24 de agosto de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras James Wan, el responsable de las sagas Saw y Expediente Warren, asume con gusto la herencia de la serie B, Ari Aster con solo dos películas se ha convertido ya en un referente de otra forma de entender el terror. Su concepto del género es ambicioso y no oculta su voluntad de hacer gran cine, de crear grandes clásicos del género en la línea de La semilla del diablo o El resplandor, y su admiración por los autores europeos. Se lanza sin reparos a metrajes superiores a 130 minutos, algo que se admite en otros géneros pero en terror es casi un desafío a las normas de la industria, y se atreve a dotar a sus películas de un ritmo lento y a recrearse en la composición de cada plano, como si estuviera al cargo de una pequeña producción independiente, en productos que se distribuyen en centros comerciales para el público masivo.

Sin duda es positivo que haya directores ambiciosos que dignifiquen el género y que lo saquen de los parámetros habituales. Ahora bien, ¿es Aster el gran autor que pretende ser? Su segunda película confirma tanto las grandes virtudes como los grandes defectos que ya se intuían en la anterior, Hereditary.

Empezando por las primeras, estamos ante un excelente creador de atmósferas con un enorme talento plástico. Nos encontramos con una gran probabilidad, salvo que este otoño esté lleno de sorpresas agradables, ante la mejor o una de las mejores películas del año de cualquier género en cuanto a fotografía y diseño de producción. Midsommar es una obra bellísima de imágenes cuidadas hasta el mimo, que no tienen nada que envidiar al manierismo visual de los maestros del giallo italiano y que además se pueden apreciar mejor por el mencionado ritmo pausado que lleva la película.

En segundo lugar, esta estética no es vacía sino que ayuda a crear un tono muy personal en el relato, el otro gran punto fuerte de Aster. Sus dos películas son dramas personales fuertes, de personajes femeninos vulnerables al borde del colapso emocional, que se enfrentan a un entorno que se va mostrando paulatinamente más y más inquietante. Lejos del susto y de la música enervante, el terror se construye mediante atmósfera y psicología. Solamente chirría, por lo pretencioso y gratuito, un plano en el que la cámara se da la vuelta y se pone cabeza abajo.

Queda ya claro que nos encontramos ante un gran director; otra cosa es el guión, aspecto en el que Hereditary fracasaba estrepitosamente por exceso, y Midsommar también, pero por defecto. Su segunda obra ha corregido el error de la primera, que era el mezclar demasiadas películas en una y cocinar un plato de digestión muy pesada por la acumulación de ingredientes. Pero ahora hemos pasado de un extremo al otro, a un diseño de personajes y una estructura narrativa muy pobres; una historia de sectas que se limita a la descripción lenta y pausada de sus rituales sin apenas arco dramático, interacción entre los protagonistas ni evolución de los mismos. Todo resulta muy previsible y, mientras a Hereditary le sobraban giros, aquí se echa de menos que haya alguno. La falta de reacción de los protagonistas cuando el ambiente empieza a enrarecerse dentro de la comuna que están visitando no está bien explicada, y mucho menos la motivación de cada uno de ellos para actuar como lo hacen.

Aunque su robustez visual suponga un avance respecto a su película anterior y justifique por sí sola el visionado de Midsommar, Ari Aster sigue teniendo limitaciones muy serias como guionista. Si alguien le baja los humos y le convence para que contrate a un profesional que escriba o coescriba sus siguientes películas, puede convertirse en uno de los mejores directores de su generación. Se merece otra oportunidad, pero probablemente solo una más.

https://cines.com/criticas/critica-de-midsommar/
Atlanticguy
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6
15 de mayo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se supone que la fórmula mágica del éxito no existe pero Mediaset está bastante cerca de haberla encontrado. Las cifras de taquilla de su último producto lo confirman y no es complicado explicar por qué: se apoyan en un proyecto seguro, como es la versión de una película que ya ha funcionado previamente en Italia, como hicieron con Perfectos desconocidos, uno de los grandes hitos de la factoría, construyen sobre la base de este una actualización de la comedia tradicional española, es decir, ponen al día la llamada españolada, trabajan con buenos actores con vis cómica, y con artesanos solventes como ha demostrado ser Carlos Therón, cuyo trabajo anterior como director había sido la también exitosa Es por tu bien.

Que sea fácil explicar las claves de su éxito no le quita ningún mérito a llevar a cabo una comedia comercial que funcione bien. Lo que sería, más que fácil, facilón, además de vulgar e injusto, es mirar por encima del hombro una película bien construida como esta, que mantiene la fórmula del título italiano al que adapta, que consiste en tratar con desenfado un problema social real haciéndolo amable gracias a un tratamiento caricaturesco de las situaciones y a unos personajes centrales que personifican un estereotipo ancestral, como es el antihéroe fracasado.

Es cierto que el proyecto está limitado por su propio concepto, que es basarse descaradamente en Breaking Bad, una referencia mencionada en la propia película, pero también lo es que supera al original italiano por un acabado mucho más vistoso en términos de producción y por apostar claramente por la comedia con un toque gamberro, logrando un tono mucho más equilibrado que la mezcla con el cine negro un tanto fallida que parecía pretender lograr Smetto quando voglio. En la adaptación se ha cambiado a un personaje central por un trío protagonista, y de hecho se sigue notando un mayor peso del personaje de David Verdaguer, mientras que el de Carlos Santos no consigue tener una subtrama bien desarrollada. También se nota el esfuerzo, pese a seguir siendo una historia de chicos, para los personajes femeninos tengan un papel que no se reduzca a la anécdota, lo cual no solo beneficia a la representación de los géneros en el cine sino que aporta los buenos personajes secundarios que necesita siempre una comedia.

Resumiendo, nos encontramos ante un título que no va a levantar grandes carcajadas, ni supone una crítica ácida de una generación perdida con preparación pero sin mercado laboral en el que desarrollar sus capacidades, pero sí mantiene el humor sin caer bajo, el ritmo, y no se le puede reprochar realmente nada, si bien es cierto que tampoco logra ofrecer ninguna escena brillante que le permita destacar en positivo.

https://cines.com/criticas/critica-de-lo-dejo-cuando-quiera/
Atlanticguy
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