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Críticas de Pablo Veblen
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
La Línea: La sombra del narco (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
España2020
6,0
1.121
Documental
3
17 de septiembre de 2020
10 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El narcotráfico es un problema social bastante latente en el sur de Andalucía, entre otras zonas de entrada de droga en España. Y es un problema no solo porque permite el consumo de una u otra sustancia que puede llegar a ser muy chunga para quien la consuma y sus seres queridos, sino sobre todo (ya que nos enfocamos en el problema de la distribución, no de la producción ni del consumo) por el ambiente social que crea en las poblaciones, en las familias, niños, niñas y jóvenes que están cerca de donde este tráfico ocurre. De donde currar en este tráfico es una fácil salida a una vida llena de pesares, problemas y dolores de cabeza.

Este podría haber sido un documental que ahonda en las causas sociales que han llevado a La Línea y a su población a sufrir un problema que, para una parte de su propia población, deja de ser un problema para ser el día a día de lo que se puede vivir. Podría haber sido un documental que nos permite entender a las personas y cómo la situación de estas acaban llevándoles a tomar decisiones que, a la larga, solo traen más miseria. Podría habernos hecho entender la situación socioeconómica y juvenil de una de las zonas más castigadas por una economía que lleva décadas creando desigualdad social. Pero parece ser que molaba más poner a los polis superbuenos que quieren cazar a los narcos supermalos. Mostrar eso de la realidad que crea el problema igual no tiene tanta acción y no vende tanto. Polis que, por otro lado, ciertamente se juegan la vida en ese curro, pero por defender un sistema que, en el fondo, juega a la contra de todos.

Un documental sensacionalista que perpetúa los problemas sociales que denuncia.
Pablo Veblen
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2
30 de julio de 2023
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ve que a la propaganda imperialista estadounidense grabada en desiertos de oriente medio, ahora tenemos que sumar propaganda imperialista china grabada en los mismos desiertos. En una zona del mundo alejada de China y Estados Unidos, ejércitos y mercenarios de estos países se pelean los unos contra los otros por ver quien quien tiene más "legitimidad" para robar recursos naturales y destruir poblaciones y ecosistemas por el camino: si el que roba con dinero o roba con pistola. Y encima es mala de cuidado. Una maravilla vamos, muy propia del cada vez más triste, desigual y maltratado mundo en el que vivimos.
Pablo Veblen
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8
30 de septiembre de 2022
6 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abdel es de un barrio marginalizado (que no marginal, como muchos aún se empeñan por etiquetar) de una ciudad de Francia, en el que buena parte de su población es de origen o descendencia magrebí. Uno de esos cientos de barrios donde, una vez naces o acabas en él, la sociedad te lo pondrá difícil para escapar de allí, por mucho que lo quieras.

Abdel, uno de los hermanos mayores cuyo hermano menor ha muerto en extrañas condiciones, conoce lo que es la violencia y la muerte. Conoce, sobre todo, lo que deja el odio, la guerra. Porque para salir del barrio se alistó en el ejército francés, y ha vuelto de Mali, excolonia francesa donde el Gobierno de Francia ha desplegado, por diversas causas (y probablemente intereses), varios miles de soldados desde hace casi una década. Abdel está cansado de la guerra, y donde menos desea y espera tener una es en su casa. A pesar de que su hermano menor haya muerto.

Pero Abdel tiene más hermanos y hermanas. Hermanos que siguen en el barrio. Alguno, porque no consiguió salir y tomó las peores decisiones (que perpetúan y empeoran el mal que les pesa), otros porque aún son jóvenes. Y a estos jóvenes no sólo les ha tocado vivir algo similar a lo que vivieron los mayores, sino que les ha tocado vivir, además de la aporofobia, el racismo, el desprecio y la falta de apoyo que llevan décadas dirigiéndose hacia estos barrios (porque si bien muchos critican su "falta de motivación escolar", de "adaptación social" o de "interés en trabajar", realmente no quieren incluirlos en su sociedad, pues ni reconocen ni desean la existencia de proyectos públicos sociales destinados a incluirles en sociedad, educarles, formarles o subirles los salarios), a estos chicos y chicas les ha tocado vivir en un momento de la historia de los países ricos occidentales (aunque ricos más en unos sitios que otros) caracterizado por no tener grandes esperanzas en el futuro (crisis económicas, bajos salarios, precio desorbitado de la vivienda, cambio climático, etc.) y por una nueva ola de odio y racismo. Unas pobres expectativas de futuro que, por otro lado, muchos mayores, que vivieron el desarrollo económico de los 50s a 90s (y que gracias a ello consiguieron un trabajo estable y una casa), aún no entienden bien. De ahí eso de "estos jóvenes que no quieren trabajar".

Por otro lado, parece que la clase política y económica dirigente no ha conseguido (o no está interesada) en conectar los puntos que unen esas 2 características de muchos países occidentales de hoy día. Entre unos y otros, la suerte de estos jóvenes está quedando al devenir de los acontecimientos sociales. Unos acontecimientos marcados por el auge de un odio social, hacia ciertos colectivos racializados, hacia la credibilidad de las instituciones públicas, etc., que mina e incendia las estructuras de mutuo entendimiento, solidaridad y apoyo que deben fundar toda paz social y colectiva. Un odio y una violencia, primero verbal y luego física, que, en aquéllos que lo sufren, llega un momento en el que también genera odio y violencia. Por el abandono, por el dolor, por la impotencia.

Abdel, así como los adultos de su barrio, no quieren la guerra. No quieren la revolución. La revolución sólo sangre y dolor deja. Quieren evolución y paz, quieren vivir bien. Un futuro para sus hijos e hijas, que salgan del barrio. Pero algunos están empeñados en que esa gente no debe salir de su barrio. Aunque deban utilizar, y eso genere más, odio, sangre y guerra.
Pablo Veblen
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3
17 de octubre de 2022
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco salió una noticia. Decía que Netflix iba a comenzar a hacer películas "como antes", películas donde no tengan que salir muchas personas racializadas ni del colectivo LGTBI+, ni que estén programadas por la Agenda 2030 ni los socialcomunistas, para encumbrar a los auténticos señores, los hombres blancos con clase. Por eso de que se estaban dejando olvidados al nicho de mercado de la extrema derecha con eso de reivindicar el feminismo y esas cosas.

Esta película es completamente eso. Una película dirigida a incels (involutary celibate: adolescentes, y no tan adolescentes, blancos en su mayoría que se sienten impotentes ante un mundo que sigue avanzando dando derechos y respeto a estos colectivos maltratados tradicionalmente por los hombres blancos de clase alta) en la que pueden disfrutar de estos hombres blancos ricos de negocios (de droga, pero que no dejan de ser empresarios capitalistas que se han hecho a sí mismos, cumpliendo el rollo de la meritocracia neoliberal) que son unos vacilones, de negros (aunque no sean negros) a los que se les puede llamar "negros" despectivamente porque siempre es justificable usarlo como insulto, de mofas homófobas, de mujeres "calentorras" que sólo deben pertenecer a blancos, de fake news (pero sólo cuando perjudican a los blancos buenos), y de criminalizar a población empobrecida y a yonkis que, mira tú por donde, desarrollan una adicción (problema social) por un contexto social creado por un hombre blanco vacilón de clase alta que le vende droga. ¿O esto último es culpa sólo de los mafiosos inmigrantes, no los nacionales?

Lo tiene todo, romantiza y hace entretenimiento de la homofobia, aporofobia, racismo, clasismo, elitismo, machismo, etc. En resumen, es un completo entramado que alimenta las ideas de ese sector alt-right trumpista de clase "media" que se ríe de los pijos aristócratas al tiempo que encumbra a los empresarios y dice que "los inmigrantes quieren quitarnos nuestros negocios, nuestros trabajos y nuestras mujeres". ¡Hasta la única "clase baja" vacilona son los ciclaos de gym que van con chándal pero de Lacoste! Los de barrio no vacilones son "los chusma de casas de protección oficial".

Por la nota que tiene, me certifica que filmaffinty se ha echado a perder, y que esta nueva extrema derecha utiliza las puntuaciones de esta (antaño buena web) para apoyar películas políticamente reaccionarias y malpuntuar (bombing review) películas que no casan con su mundo idílico ya anticuado. No me extrañaría que algunos youtubers que esparcen odio en redes sociales se hayan hecho eco de esta peli para reivindicarla. Qué pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pablo Veblen
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