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España España · Madrid
Críticas de Victoria
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
8
31 de octubre de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La bellísima fotografía de Gianni di Venanzo es esencial para que la niebla comparta el protagonismo de El grito con su principal personaje, Aldo. La niebla persiste a lo largo de la película tanto en el paisaje como en la historia y en los propios personajes. Aldo, con una interpretación magnífica de Steve Cochran, la lleva dentro. La adquiere, en el momento en que lo definitivo, lo sin remedio le inunda; no le han servido sus ruegos, la presencia de los detalles cotidianos, un torpe regalo a destiempo, el intento de empezar de nuevo en la casa que con sus mínimos detalles representa los siete años que ha vivido con Irma, no le ha servido su violencia. Y hundido en esa niebla huye buscando afecto, tranquilidad, una mujer en la que refugiarse. Mujeres desdichadas que Antonioni presenta fuertes, resueltas pero a la postre resignadas ante la imposibilidad de salir de una vida gris, sin futuro. Un magnífico retrato de personajes secundarios tan neblinosos como Aldo que van dejando en el espectador un poso cada vez más explícito de lo irremediable de la soledad. Irma, salvo en la primera parte de la película en que adquiere un mayor protagonismo personal ejerce el papel imprescindible de ser el detonante de la historia, el origen de esa niebla que nos acompaña durante todo el film y elemento necesario para el final, para que su grito, como el del compañero de Aldo al principio de la historia avisándole de la presencia de Irma, y como el grito callado, íntimo de él reclamando un atisbo de felicidad durante su recorrido en busca de una estabilidad afectiva, desencadene el silencio total.

Acompañamos a Aldo en su búsqueda que es más una huída, gracias en gran parte a la cuidadísima puesta en escena, llena de detalles que proporcionan realismo a la historia: el interior de las viviendas, sus techos desconchados, la fotografía de algún antepasado, un periódico dejado a los pies de la cama, los zapatos de Irma y del personaje de Betsy Blair (cómo me gusta a pesar de que tantas veces parece estar haciendo un mismo papel) llenos de barro, las manchas en la ropa de Aldo y de Andreina.
Victoria
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3
12 de febrero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
He vuelto a ver El jardinero fiel para poder escuchar in situ la partitura de Alberto Iglesias. La película me ha decepcionado más que en la primera ocasión. Meirelles parece que intenta llevar a cabo una denuncia del mal hacer de las farmacéuticas y lo que debería haber sido el tema principal se convierte en una excusa para contar una historia de amor y fotografiar de manera preciosista los paisajes de Kenia -yo al menos estoy cansada de ese colorido brillante- y a la población plena de color en una historia que no admite tanta luminosidad.

La estructura de la película falla, los flashback son repetitivos buscando la lágrima fácil y produciendo la sensación de quien salta de un lado a otro de la historia de manera desorganizada. La cámara en mano y sus movimientos rápidos como de quien ha perdido su control marean y despistan, no ha sabido utilizarla.

El color, la luz, los paisajes habrían sido aceptables en otro tipo de historia, tipo Hatari o Memorias de África.

En cuanto al supuesto mensaje de la película, a los que conocemos el problema de las malas prácticas de algunas corporaciones nos decepciona porque, además de no aportar nada nuevo, no da al tema la suficiente importancia y al resto le pasará desapercibido al estar tapado por la historia de amor, las sospechas de infidelidad y la poco creíble protagonista que se pasa de humanitaria en un papel precisamente poco humano, sin dudas, sin equivocaciones, sin cansancio... vamos, un personaje totalmente plano. La pareja perfecta que, sin embargo no habla, no comparte. El resto de los personajes son más de lo mismo, típicos y tópicos a más no poder.

Sospecho mucho de las películas de lágrima fácil porque no dejan lugar a la reflexión ni a una empatía real con la historia y los personajes.

Un tema desaprovechado en una situación, también en el año en que se rodó, que merecería la pena haberlo convertido en lo principal de la película. Si no se podría haber dedicado sólo a la relación de los protagonistas y buscarse otro tipo de estratagema para sostener una cierta intriga.
Victoria
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9
31 de julio de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La emoción. El dolor escondido durante años surgiendo con una fuerza brutal en el momento en que éste toma la palabra de forma inesperada; el primer beso sobre unos labios aún fríos por el dolor; la costosa entrada en el mundo de la alegría y la exaltación por medio de la creación: la pintura, la preparación de un festival pleno de colorido tras el aguacero; unos ojos húmedos y una sola lágrima ante el advenimiento de una nueva vida. Esto es Shara, de Naomi Kawase. Esto y el rumor de los árboles mecidos por el viento, el martilleo de una herramienta, el ruido de las calles y el sonido del silencio. La belleza de lo cotidiano por encima de los grandes acontecimientos.
Victoria
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El viento se levanta
Japón2013
7,2
15.333
Animación
7
10 de junio de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Da lo mismo que El viento se levanta sea la última película de Miyazaki. No hay por qué esperar la obra de arte final, de hecho sucede a menudo que las películas intermedias o incluso las primeras en la filmografía de buenos directores sean mejores que las que se da por llamar testamentos o despedidas.

Hacía tiempo que no veía cine de Miyazaki y me apetecía mucho ver El viento se levanta. Comencé entusiasmada ante las primeras escenas de la película, los personajes infantiles son una obra de arte en el cine de Miyazaki, y ese sueño que vive Jiro, esa fuerza con la que lo va convirtiendo en realidad son lo mejor de la película.

El problema es que el film fue convirtiéndose en una historia más bien tópica, narrada como si fuera un collage de momentos en la historia del protagonista, lo cual no tendría por qué ser negativo en sí mismo si no fuera porque datos, vivencias propias y necesarias para una visión más completa de lo que vive Jiro no se muestran; sucede con las dudas que parece tener respecto a la utilización que se haga de su trabajo, y más aún ante la relación con esa jovencita tan dulce que casi es empalagosa, y que no se parece en nada a las mujeres de sus películas (son un descanso las breves apariciones de la hermana de Jiro). Hay momentos que dejan respirar entre la monotonía, algunos de los sueños de Jiro por ejemplo. También salvan en parte la obra, los personajes, típicos pero no por ello aburridos, del jefe de Jiro, de Caproni (muy bellas las imágenes en las que les acompañan los aviones repletos de gente) y del alemán exiliado, este último mejor aún por la personalidad que le confiere el tratamiento del dibujo, sus facciones, sus gestos, actitudes y su bien controlada presencia, ni un minuto más ni uno menos para cumplir su papel.

No me gustó la escena final, por una parte está rayando con el tópico sentimental en su tratamiento y por otra la falta de una presencia mayor de los planteamientos de vida de Jiro a lo largo de la narración hace que no tenga sentido.
¡Vive! le dicen. Podría no ser así si Jiro se hubiera planteado en algún momento si esa vida en la que su interés y emoción por su trabajo pasan por encima de los acontecimientos en su país y en el mundo y de lo que viven y pueden necesitar sus personas más cercanas es una vida que le satisface realmente. No es así, Jiro parece que no puede evitar vivir a su aire.

Por supuesto la animación y la música son pura poesía. En eso Miyazaki y Hisaishi siempre han sido maestros excepcionales.
Victoria
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2
8 de abril de 2012
7 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver La verdad de Soraya M. ¿Qué verdad? ¿La de la inocencia de Soraya? El título en español ya me parece, por lo menos, inadecuado. La película relata, transmitir sería un término demasiado elevado, una verdad que sabemos todos que existe desgraciadamente, pero es tan sumamente mala que la indignación por los hechos narrados queda por debajo de la que una siente por haber sufrido durante casi dos horas (voluntariamente, ya lo sé, estuve a punto de dejarla a la media hora pero la lectura de las críticas tan opuestas que había leído me hicieron aguantar esperando alguna mejora) de un guión malo, una fotografía forzada, de postal, unos malos malísimos y unas interpretaciones pésimas. ¡Qué marido más perverso! Su sonrisa estereotipada me ponía enferma al igual que la expresión de la cotilla del pueblo. El papel del alcalde es el necesario en toda historia archisabida, no digamos el del clérigo. Ni siquiera la masa se comporta con la fuerza que le corresponde en la vida real.Y la escena final con Shohreh Aghdashloo en el suelo, elevando sus brazos al cielo y tomada desde arriba me ha parecido patética. Los actores... creo que cometieron el pecado de aceptar papeles así, es imposible una buena interpretación porque los personajes no tienen un ápice de credibilidad. No es una película reivindicativa desde el momento en que lo que se recibe a través de los sentidos nubla lo que podía llegar por el camino del sentimiento y la razón. En fin, hacía tiempo que no veía algo de tan ínfima calidad. ¡Ah! y los cómicos ambulantes del final de la película: la guinda del pastel.
Victoria
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