Impresiona Mur Oti con la labor de dirección. Planos que podrían pasar perfectamente por un western de Hawks de la época dorada de Hollywood, fotografía de Mariné impecablemente precisa, narrativa ágil y fluída. Escenas completas de planificación maestra.
Por desgracia el guión no hay por donde cogerlo. Unos personajes que cambian de opinión de un plano a otro, un rio que por lo visto tiene desague porque se seca en 24 horas cuando el día de antes llevaba agua como para inundar media Castilla...., un capataz buscando un lago que estaba al lado ladito, y unos subalternos que no hacen lo que dicen los amos, sino lo que les sale a ellos de las naarices. Puedo entender al campesino que no obedece "porque tiene varias cabezas entre el rebaño que son únicamente suyas", pero al resto -que viven del jornal de los amos, no se les puede entender que sean más papistas que el papa.

ORGULLO es una rara avis de nuestro cine por sensibilidad y preciosismo estético, pero por desgracia cumple esa máxima que ya decía Wilder: "Un buen guión no hay mal director que lo estropee, pero un mal guión no hay buen director que lo arregle".

Señores de Disney, entierren el cadáver de Peter Pan definitivamente, tras matar su espíritu en esta lamentable adaptación.
Hay muchas maneras de decir que la película es mala (que lo es) y son muchos lo que se esfuerzan en decir que no les gusta pero que no tiene que ver con el exceso de ideología woke que lleva el film dentro. A mí no me averguenza decirlo: no me gusta esa inclusividad woke metida con calzador en una historia que lleva más de un siglo con nosotros conviviendo perfectamente.
La propia Disney se encargó de hacer varias películas sobre Campanilla (de animación) donde la veíamos como protagonista con su grupo de amigas hadas. En ese grupo había de todo pelaje, raza y condición, y Campanilla seguía siendo blanca y rubia. Pues ya no. Disney se carga su propio legado y ahora Campanilla es negra. Y ahora no es celosa, ahora es supermaja y amiga de Wendy, en un acto de empoderamiento femenino y sororidad como el que mandan los tiempos.
Peter Pan tampoco se salva, mestizo y con un punto chicano, dan ganas de sujetarse la cartera cuando lo vemos por primera vez. Y no es el único: Wendy aquí es SuperWendy, y de la princesa Tigrilla ni hablemos: tiene en esta versión más años que un bancal, y se dedica a ir por ahí a caballo como si fuera el Zorro (la Zorra) con cabriolas de despedida. De su poblado indio, apenas un par de planos, no sea que los nativos americanos se enfaden y pongan un tuit ofendidito.

¿Es entretenida? Tampoco. Dura media hora más que la original de 1953 para contarnos mucho menos.

En EEUU Mel Brooks es una leyenda, un auténtico referente del humor. Sus series y creaciones de TV (Superagente 86, The 200o years old man...), su época dorada en el cine (El jovencito Frankenstein, Sillas de Montar Calientes, Spaceballs...) y su triunfo absoluto en el teatro de Broadway con Los Productores.
En el resto del mundo es conocido y reverenciado también, pero quizá no al nivel norteamericano, donde ha ganado los tres premios posibles de las tres disciplinas (Oscar, Emmy, Tony) algo que muy pocos consiguen, y ha merecido homenajes como el que se le brindó en el Kennedy Center, en presencia de Barack Obama.

Brooks siempre quiso hacer una secuela de dos de sus películas: Spaceballs y La Loca Historia del Mundo. De hecho, la segunda se titulaba en originalmente "History of the World - Part I" aunque en principio era más un chiste que otra cosa, pero el fracaso comercial de la misma impidió llevar a término la secuela. Con "Spaceballs" fue muy distinto: los nuevos proyectos que fue asumiendo aparcaban siempre las nuevas risas galácticas, hasta que lo único que quedó es la posibilidad de una serie animada de TV, tras la muerte de John Candy.

Dicho esto, una nueva generación de cómicos ha resucitado "La loca historia del mundo" y no para bien. No nos engañemos: la original de Mel Brooks no era ninguna obra maestra, y de hecho era una de sus películas más endebles de su buena época, pero en esta ocasión nos encontramos con una serie de 8 capítulos que tiene momentos excelentes (capítulo 2, con la traición de Judas al estilo "Larry David", o la parodia de las sitcom de los 70 y 80 con "Shirley") pero un nivel de escatología y sobre todo de zafio humor sexual (Graham Bell, por ejemplo) que sorprende ver en el siempre picante pero elegante Brooks, señal de que no es cosa suya.

La serie se repite más que el ajo, y desaprovecha muchos momentos históricos y personajes: Jack Black como Stalin, DeVito como Romanoff, para en general conseguirnos algunas sonrisas y pocas carcajadas.

Su estructura, además, es muy poco acorde a la de la película original... de hecho es un plagio de la estructura que inventaron los ZAZ y John Landis para "Made in USA" y "Amazonas en la Luna", y que vimos recientemente en las producciones de "Funny or Die".

En suma, es evidente que este es un homenaje a Mel Brooks en el que ha participado el propio Mel poniendo su voz y puede que algún sketch, así como la idea original proveniente de la película de 1981, pero que en absoluto es la secuela que habría hecho Mel Brooks si hubiese podido en su momento.

El cine siempre se ha utilizado como medio propagandístico. Esta película es pura propaganda anti corporaciones, anti capitalismo, y todo lo anti que se quiera desde el minuto 1, pero descarada -y ahí está el problema-. Porque no es que no lleven razón en lo que denuncian, es que lo hacen tan descaradamente que resulta burdo.
La recién llegada es jefa desde el primer día, y se enfrenta a problemas morales que resuelve con rapidez porque necesita el empleo. La -casual- amiga con la que se reencuentra, tiene serios problemas de todo tipo, y no hay redención para ella.
Al final, todo se trata de una simple cuestión de discurso. Todo el asunto del espionaje a empleados (o control, por decirlo así) estaba ya planteado en 1990 por Joe Dante en GREMLINS 2, en una mítica escena con un Henry Gibson despedido por fumarse un pitillo en su jornada. Esa crítica mordaz al capitalismo salvaje se conseguía en apenas un minuto. Aquí necesitan 60.

Todo sucede 4 años antes de los acontecimientos de "Grease", la de Travolta y Olivia Newton John. Si, esa película donde en el instituto todos eran blancos: alumnos, alumnas, profesores..... reflejando un América de finales de los años 50 que, en efecto era así.
Sin embargo esta nueva serie nos revela que debió suceder algo antes de la película original, porque en el instituto Rydell de esta serie-precuela, hay latinos, negros, orientales, parejas interraciales, una chica lesbiana, y a nadie le extraña. Y no uno ni dos... a puntapala, oigan, que lo raro es ver blancos y los blancos -especialmente las chicas "malvadas" son tontas maquiavélicas frente a la bondad sin parangón del resto. Sin duda, entonces era lo nomal y entre 1954-1958 sucedió algo horrible que extinguió al resto de razas del Instituto Rydell y dejó solo a los blancos heterosexuales protestantes.

Se hace largo el primer capítulo. Como un día sin pan. Nos quieren presentar a los personajes como si fueramos tontos, extendiendo motivaciones y diálogos durante 60 minutos. Eso lo hacía la película original en 10. y le quedaban 100 para desarrollar una historia inolvidable. Aquí, habrá que ver los siguientes capítulos, pero de momento este Rydell no es de 1954. Es de 2023. Y eso es una traición evidente a la película y a la realidad histórica de aquel momento.

Por cierto, que esta serie es -como la película- un musical, pero igual que aquella tenía canciones míticas -alguna se canta aquí-, en este primer capítulo no queda canción alguna que quede en la memoria.