Mágica, entrañable y divertida aventura pergreñada por la mente del siempre sorprendente Takashi Miike.Una fábula que contrapone la vida urbana estresante y gris con la apacible y sencilla vida de una aldea. Para ello Miike se vale de los personajes de un ejecutivo y un Yacuzza, ambos japoneses, que se ven obligados a perderse en lo más profundo de las montañas chinas por motivos de trabajo. Allí encontraran un pueblo mágico que esconde un secreto asombroso que cambiará sus vidas para siempre.
Una fotografía preciosa y una ambientación impecable, actores correctos y guión elaborado e imaginativo, solo decae levemente en la última media hora.
Lo mejor: Los paisajes y la historia.
Lo peor: Como siempre, que en España no esté editada en dvd.

El despropósito de esta serie empieza con el título. Hay que ser paleto. Pero la culpa no es de los productores, como siempre la culpa es de quien le da vía libre a semejante fantochada, es decir, telecinco. Pero ahí no acaba todo, sabedores de lo malsonante, machista y esperpéntico del titulillo en concreto, los muy cobardes no se atreven a decirlo en alto, ni en promos, ni en anuncios ni en cabecera y lo sustituyen por un correcto: ¿cuál es el precio del paraiso?, la hipocresía y el cinísmo hechos cadena de televisión.

Hablando de la serie no se ni por donde empezar. Según estos guionistas en España todas las mujeres son susceptibles de ser putas y todos los hombres son unos puteros repugnantes sin escrúpulos. Pero ahí no acaba todo, la estupenda y moralizante "sin tetas" nos muestra a un idealizado narcotraficante de lo más estupendo, guapo y buena gente, humilde, que viene de un barrio de clase baja, como si se tratara de un Robin Hood de la cocaína.
El guión tiene más agujeros que un queso Gruyere y trata al espectador como si fuera imbécil,parece escrito por un mono con apnea.
En resumen, una verguenza y un despropósito que las adolescentes de hoy en día engullen y sin haberlo digerido siquiera les piden a sus padres unas tetas nuevas y más grandes, que sino no van a ser nada en la vida.
No las culpo.

Gus van Sant es un director irregular donde los haya, puede ofrecernos una obra profunda, bien construida y sincera como Mi Idaho Privado o tirarnos a la cara este psedudo documental tedioso, vacio y sin nada que decir. La supuesta visión alternativa de la matanza de Coloumbine se convierte en un ir y venir de dos adolescentes indolentes y alelados por los interminables pasillos de su instituto.
El abuso del plano secuencia es indecente y provoca una sensación de tedio apenas soportable.
La poética y el simbolismo son efectivos cuando los personajes son profundos y las situaciones que les rodean tienen encanto, aunque sea el encanto de lo cotidiano, pero este no es es el caso.
Gus te has pasado de listo y te has reído de todo el mundo. Imperdonable su pretenciosidad y su egocentrísmo.

El señor Bill Plympton es un maestro. Nada más puedo decir después de ver esta cinta.
Una ácida, escatológica y divertidísima fábula surrealista ambientada en un instituo en la década de los cincuenta, con su rey y su reina del baile, su equipo de futbol americano, sus personajes populares y su protagoinista marginado y atosigado por el resto de compañeros. Un dibujo ágil y underground, unos diálogos y unas escenas que no tienen ni un segundo de desperdicio que nos introducen en las páginas de un cómic desde la pantalla de nuestro televisor.
Una sátira llena a rebosar de humor negro que se ta pasará en un suspiro. No dejes pasar la oportunidad de echarle un vistazo a esta joya de la animación made in EEUU o a cualquier título de la filmografía de Plympton, descubrirás un mundo que te será dificil abandonar.

Después de ver esta película me queda la sensación de que en Hollywood la frase "cría fama y échate a dormir" es un hecho.
A ver, la película no es mala, de hecho es buena, correctísima, técnicamente perfecta y con unas actuaciones meritorias. Pero no transmite, no emociona, no tensiona, no altera. Es una cinta aséptica, fría y calculadora como el personaje que borda Bardem.
Uno de sus mayores fallos es el personaje que interpreta Tommy Lee Jones, un sheriff anodino y vacío que resta ritmo y lastra el metraje en cada una de sus apariciones llenas de conversaciones y monólogos vacuos e incomprensibles.
Los Cohen valen mucho más que esto. Los Cohen sorprenden, aquí no hay sorpresas, los Cohen divierten, aquí amodorran, los Cohen son oríginales y dinámicos, aquí exponen desde el principio sus intenciones de película regular, sin sobresaltos, sin giros ni altibajos.
En fin una cinta correcta y efectiva pero al que le falta ritmo.