La vi inducido por las críticas profesionales y la opinión de otros espectadores. La aguanté hasta el final pensando que en algún momento hallaría el motivo por el cual otros espectadores la habían elogiado. Al final, nada. Es una idiotez de principio a fin. Estúpidos personajes caricaturescos que no transmiten ninguna simpatía, una trama de ocurrencias irreflexivas que nada simbolizan, que nada emocionan y que en absoluto divierten. Es la mayor tontería cinematográfica que he soportado jamás. Ni surrealismo ni humor del absurdo ni humor a secas. Solamente tonterías y pérdida de tiempo.

No me extenderé porque no vale la pena. La película es profundamente mala, y sus excelentes actores no pueden hacer nada por salvarla. Comienza con ritmo trepidante, diálogos atropellados y mucho presunto humor basado en las palabrotas y aspavientos de los personajes, que a mí, personalmente, no me hizo ninguna gracia, más bien me molestaba tanto estereotipo sobre negros barriobajeros. En una segunda parte, se pone más seria centrándose en la trama conspiranoica de ciencia ficción e intriga y, al menos, me resultó menos molesta de ver. Pero, en definitiva, la historia es absurda e incoherente y el pretencioso mensaje social que le quieren incorporar no consigue sino que el filme pase de simplemente malo a abiertamente ridículo.

He de admitir que disfruté de verdad viendo esta hilarante película con sus excelentes interpretaciones y guión. Desde mi punto de vista, la comedia es un género especialmente difícil, pues, para empezar, todos diferimos ampliamente en cuanto a lo que nos resulta humorístico. Reconozco que a mí pocas comedias me gustan de verdad, y aún es peor la cosa si son americanas, entre las que predomina el humor fanfarrón donde todos son estúpidos excepto el protagonista que se burla de ellos.
“No mires arriba”, sin embargo, es una parodia necesaria, un espejo de la sociedad actual, ciega a la ciencia, ideologizada, polarizada, con una infantil negación de la realidad más evidente. Sobre todas esta cuestiones pone el dedo en la yaga este film, tan desternillante y a la vez realista. Piensen en la actual pandemia, en el cambio climático, en el agotamiento de los recursos, todos ellos problemas de vida o muerte ante los que cerramos los ojos tanto el ciudadano común como muchos políticos. Ojalá esta obra no solo se limitase a entretenernos, sino que sirviese también para generar autocrítica, para abrir ojos. Un gran placer disfrutar este film ágil, inteligente, lúcido, y con un gran sentido de la comicidad. Aún así, llega a conmover, pues no carece de escenas profundamente humanas que llegan al corazón.

Perplejo me deja ver como los críticos profesionales se dejan embaucar por los carísimos artefactos de la industria del blockbuster. En definitiva, Tenet es una película de acción, con un protagonista tan rocoso que no produce ninguna simpatía y un ritmo a ratos extenuante, donde, para colmo, con débiles excusas pseudocientíficas, se pretende justificar algo tan estrafalario e incómodo de ver como que la gente y las propias balas viajen hacia atrás en el tiempo. Sí, como lo oís, una bala se despega de la pared hacia la pistola atravesando a quien se interponga en su camino. O un grupo de soldados en una batalla corre hacia atrás mientras otros van hacia adelante. Como resultado de todo ello, yo no experimenté ni la más mínima diversión, interés o fascinación, tan sólo aburrimiento, enfado y perplejidad por el ingente dispendio de recursos en una trama tan absurda.

Como digo en el título, es una película agradable, delicada, con excelentes interpretaciones, que gira en torno al amor. Todo es amable en esta obra, de ritmo tranquilo y bella música, con diálogos bien trabajados y una sorprendente ausencia de agresividad o malignidad en los personajes. Sin embargo, no creo que sea yo el único que a menudo se encuentra pensando en las avutardas mientras la ve. Porque también tras sus virtudes encuentro mucha pedantería y artificiosidad, y, cómo decirlo…, una falta de alma que la empobrece en lo más hondo. Son todos los personajes tan bondadosos, tan exentos de malicia, tan comedidos en sus emociones, que cuesta creérselos, en su melancolía parece haber más impostura que verdadero sentimiento. En definitiva, me resulta una película floja, que no representa al verdadero ser humano en el hecho del amor, mucho más acuciante, doloroso, exultante, a veces, y dramático, otras veces, generoso y también inmensamente egoísta. La veo y nada me dice, nada me descubre, nada me estimula. Lo que sí me sorprende es la elogiosa acogida de la crítica profesional, supongo que esta gente es más sensible que yo.