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España España · Cáceres
Críticas de Sinhué
Críticas 1.378
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los demonios que habitan estos seres morbosos y retorcidos, en algún lugar del Sur de los E.E.U.U., juegan, y apuestan, a quién será el primer mortal en autodestruirse. Utilizan las herramientas adecuadas: pasión, culpabilidades, "sexo impropio", insatisfacción...., y en algunos momentos se les nota que disfrutan especialmente pues babean mientras introducen el dedo en las purulentas llagas de los pobres individuos.
Claramente se ve que los Weldon, Leonora, Morris, Willians, Alison, Anacleto..... no controlan la situación en ningún momento, y solo son títeres en manos de sus complejos, sus taras mentales, su enfermiza sexualidad y sus educaciones hipócritas. Su existencia es un caleidoscopio de hirientes soledades y parecen candidatos idóneos para servir de combustible a las calderas de Pedro Botero.
Y es que, ya lo he dicho en otras ocasiones, si existiera el infierno y hubiera que buscarle un lugar ideal, por aquello de los estudios de mercado y demás, la opción de los estados sureños de U.S.A. contaría con pocos rivales. Por alguna razón en estas tierras se dan bien el pecado y la maldad, condición esta última, imprescindible para que el atroz individualismo revolotee carroñero sobre sus víctimas.

Los actores, poseídos por la maldición de sus personajes, parecen fundidos en sus papeles y hasta te da por pensar que alguna dentellada o ponzoñoso picotazo se llevaron para casa, mientras el pícaro de John Huston, con enigmática sonrisa, se fumaba un puro.
Sinhué
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7
8 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las película del turco Nuri Bilge Ceylan las cosas que deben suceder suceden, y cuando el suceso solo es el paso del tiempo eso también aparece en la pantalla, y esto último no es tan fácil como pueda parecer. Estamos demasiado acostumbrados a las elipsis en el cine, que si bien, a veces, ponen a prueba la inteligencia del espectador, otras son utilizadas por el director porque no sabe cómo contar lo cotidiano. También las omisiones contribuyen a adelgazar las obras cinematográficas y meter dos en el espacio que debería entrar una (doble taquilla). No es el caso del realizador otomano que se toma con filosofía su labor de narrador y se entretiene hasta en los menores detalles.
Entiendo que a algunos, que se han tragado eso de que el tiempo es de color dorado y que sale de los lingotes, se les hagan largas las historias tal y como las plantea el bueno de Nuri. Yo, cuando voy a contemplar algo tampoco ansío que suceda de manera inmediata. Por ejemplo si me pongo delante de "El jardín de las delicias" de El Bosco, sería estupido imaginar que espero que me escupa, de un momento a otro, alguna de las abubillas.
No creo que el afán de acortar instantes mejore el resultado final, sobre todo cuando se está intentando escarbar, precisamente, en los espacios muertos, en los que otros no tienen nada que decir.

Toda esta introducción es solo para decir que a mí sí me interesa este tipo de cine y que pienso del que se aburre que debe buscar dentro de él mismo la problemática y no echar la culpa de su poca paciencia a quien hace pelis de tres horas.

En algún lugar de Anatolia un equipo que incluye policías, jueces y forenses acompañan a un detenido que habrá de mostrarles el lugar del enterramiento de un hombre asesinado. La noche y las inclemencias les obligarán a pasar la velada en una pequeña aldea.
Las bromas, las tensiones entre el equipo, los celos profesionales y sobre todo la necesidad de hablar cuando no hay nada mejor que hacer, pondrán al descubierto no solo las razones del caso, también la vida y secretos de quienes conducen al reo.

Es precisamente la fórmula que utiliza el director, desgranando el cuento, lo que nos permite conocer todo cuanto rodea el hecho, las circunstancias y por tanto un trocito de la vida que palpita en un lejano lugar de Turquía.
Sí, que en el mismo tiempo los del C.S.I. habrían resuelto cuatro casos, vale; pero viendo esto concluirás que es verdad lo de Anatolia y mentira lo de Las Vegas, New York y Miami.
Sinhué
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8
28 de octubre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Justo en el centro de la 61 Seminci, un sedoso miércoles de otoño, nos llega el cine de lo que algunos llaman Oriente Medio y otros Oriente Próximo. Y como un deslumbrante flash, que prácticamente hace desaparecer nuestras pupilas, se impone Dokhtar (Hija), de un realizador iraní que no conocía pero que se incorporará desde ya a mi carpeta de ilustres de aquel país: Kiarostami, Panahi, Makhmalbaf, Majidi, Farhadi, Ghobadi.... Se llama Reza Mirkarimi y nos hace un retrato de gran interés sobre las relaciones familiares, laborales y cívicas, de una sociedad que conocemos totalmente distorsionada a través de la intencionalidad mediática de quienes juzgan todo como si fueran los poseedores de la verdad absoluta; sí, me estoy refiriendo a los peligrosos "inventores" de la libertad, la democracia, el progreso intelectual, las sociedades avanzadas...; los que dicen a los demás lo mal que van y lo bien que les iría si aceptaran nuestras recomendaciones, antes de que se conviertan en "necesarias" imposiciones.

Resulta que estos señores musulmanes, en sus vidas rutinarias, no visten cinturones de explosivos, ni siguen yendo en camello a las mezquitas; y las mujeres, debajo de sus pañuelos tienen actividad cerebral e incluso hacen masters en Canadá. Sufren, como nosotros, problemas de trabajo y sus familias, como las nuestras, también guardan cadáveres en los armarios. Tienen mastodónticas jaulas de 25 pisos y se encabronan, igual que tú y yo, en medio del tráfico infernal.
Y además saben hacer un cine único, sin sobresaltos, y sin una sola línea innecesaria, con una sencillez que apabulla. ¡Pasen y vean cine verité!, y en el caso de Dokhtar una de las joyitas de esta Semana de Cine Internacional .
Sinhué
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6
26 de octubre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Goran Paskaljevic que pasea por Valladolid como por su casa tras haber ganado en tres ocasiones la Seminci (La otra América, Optimistas y Honeymoons) ha traído este 2016 una historia para relajar y relajarse él mismo, aunque no exenta de conflictividad, que tiene que ver con la parte oscura de las tradiciones y lleva implícita una denuncia del antidiluviano sistema de castas,

La vuelta de Rahul a su pueblo, en plena cordillera del Himalaya, cuarenta años después de una polémica huida, desencadenará reacciones adversas. En un lugar tan aislado, la introducción de cualquier elemento diferente, sobre todo si contradice preceptos inamovibles, puede causar un desequilibrio difícil de calcular, aunque el recien llegado sea un hombre de paz.

El buen realizador serbio por amistad con Victor Banerjee (que colabora en el guión) se sale de sus habituales registros para visitar el olimpo blanco de Asia; tierra de santones que aprovechan su mayor proximidad con el cielo para atribuirse un contacto privilegiado con la espiritualidad. Cierto es que la grandiosidad de las montañas hace más pequeñas y humildes a las personas, pero también los grandes muros de piedra y de hielo encierran costumbres medievales que no estaría mal estirpar.

El bueno de Goran se ha dado un festín de color y paisaje aprovechando la vuelta de un hijo pródigo y que la morada (alaya) de la nieve (hima) pasa por la India.
Sinhué
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7
5 de marzo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día, principios de Marzo del 2016, María Pérez se pasó por el Cineclub El Gallinero para presentarnos su documento/ficción sobre Vostell, el museo, el pueblo de Malpartida de Cáceres, los Barruecos, los amigos del judío-alemán, las mujeres y hombres que enraizados en el innegociable primitivismo están abiertos, no obstante, al extranjero, al extravagante, e incluso al extraterrestre... Sus imágenes y sus palabras nos acercaron un raro fenómeno, y nos hicieron partícipes de una extraña comunión, la del artista de vanguardia (espíritu, rebeldía e imaginación) con el desconfiado aborigen (pragmatismo y conservadurismo). Todo un reto para los estudiosos de la antropología esta simbiosis tan particular entre culturas tan dispares.

María nos dijo que no cree en las diferencias entre cine documental y cine de ficción; si acaso, que en el primero los protagonistas se interpretan a si mismos, y en el otro los actores transmigran al interior de sus personajes. Y algo de realidad debe haber en sus palabras cuando al acabar la proyección solo nos cabe la certeza de que nos han contado una historia que nos ha provocado nuevas sensaciones, dudas y polémicas discusiones sobre el arte (..y lo que no lo es), sin fijarnos demasiado en las herramientas que ha utilizado la realizadora para despertarnos esas inquietudes.

Malpartida Fluxus Village es ante todo un ejercicio de libertad (¡con la escasez que hay!) de una joven de poco más de treinta años, que se sumerge sin complejos en un mundo tan mediatizado e injusto como es el de la creación en España, donde el hecho de ser diferente te quita, más que te da, opciones y posibilidades. Bienvenida sea la gente valiente y más en esta tierra nuestra (Extremadura), donde muchos paisanos no solo se resisten a abandonar las cavernas, si no que hacen lo imposible por cortar las alas a quienes quieren abandonar el nido fabricado con añejos excrementos.
Sinhué
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